/ viernes 7 de junio de 2024

Trastornos de la alimentación en adolescentes 

Estos problemas que incluyen anorexia, bulimia y vigorexia, van más allá de la comida y deben tratarse con especialistas 


La adolescencia es una de las etapas más difíciles para los niños que empiezan a desarrollarse y entran a la edad que como su nombre lo indica “adolecen”, ya no son pequeños, pero tampoco jóvenes, por lo que los cambios principalmente hormonales hacen de las suyas y lo que puede pasar como una etapa pasajera, puede ocasionar daños como los trastornos alimentarios.

Los trastornos de la alimentación más frecuentes incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón y el trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos. Cada uno de estos trastornos está asociado con diferentes síntomas, pero a veces coinciden. Desde los primeros síntomas debemos acudir con un especialista, “esto no es pasajero y si no se trata bajo supervisión médica, puede traer graves consecuencias”, advirtió el endocrinólogo Juan Álvarez Serrano.

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ANOREXIA NERVIOSA SÍNTOMAS

  • Consumo de alimentos extremadamente restringidos, ejercicio intenso y excesivo

  • Delgadez extrema (emaciación)

  • Intentos constantes para adelgazar y resistencia a mantener un peso normal o saludable.

  • Miedo intenso de subir de peso

  • Imagen corporal distorsionada o una autoestima sumamente influenciada por las percepciones del peso y la forma del cuerpo.

  • Rechazo a aceptar lo grave que es tener un bajo peso corporal.

BULIMIA NERVIOSA

  • Inflamación de las glándulas salivales en la zona del cuello y la mandíbula

  • Esmalte dental desgastado, mayor sensibilidad y caries en los dientes, como resultado de la exposición al ácido del estómago al vomitar

  • Reflujo ácido y otros problemas gastrointestinales

  • malestar e irritación intestinal debido al uso inadecuado de laxantes

  • deshidratación grave por las purgas

  • desequilibrio de los electrolitos (con niveles demasiados bajos o demasiados altos de sodio, calcio, potasio y otros minerales) lo que pueden originar un accidente cerebrovascular o ataque al corazón.

VIGOREXIA O DISMORFIA MUSCULAR

  • Verse constantemente en el espejo

  • Comparar frecuentemente su cuerpo con el cuerpo de otra persona

  • Sentir estrés cuando se salta una sesión de entrenamiento o una comida

  • Preocupación frecuente por alcanzar su objetivo de ingesta diaria de proteínas

  • Alejarse de la familia, amigos, los estudios o el trabajo.

  • Hacer que el ejercicio sea la prioridad central de su vida.

Estos son solo algunos de los trastornos y alertas que se pueden presentar en pacientes adolescentes, en muchas ocasiones como padres minimizamos el problema ante los primeros focos rojos “está en la edad de la punzada”; a decir de la especialista Sara Uribe, estos trastornos deben ser tratados por varios especialistas que van desde un nutriólogo, internista y un psicólogo o en casos más alarmantes un psiquiatra.

Mia Nunez, PhD y supervisora clínica de atención residencial para la recuperación de trastornos alimenticios en adolescentes, indica que la depresión es la primera en la lista con una prevalencia del 70 por ciento a lo largo de la vida en personas con trastornos alimenticios. Además, las investigaciones demuestran que los trastornos alimenticios y los trastornos de ansiedad tienen más de un 60 por ciento en común.

“Existen otros estados depresivos en los que la alteración del humor se conjuga con un exceso de ingesta y desincronización de los ritmos biológicos. Cuando hay hiperfagia (aumento del apetito y del impulso hacia la comida), el miedo a engordar y la sensación de descontrol intensifican los sentimientos de incapacidad, autodepreciación o baja autoestima general, que son característicos del cuadro depresivo. Las personas que experimentan un aumento de peso secundario a la enfermedad tienden a ocultarse, lo que favorece el aislamiento y empeora su situación clínica. En este tipo de depresiones, los pacientes refieren sus síntomas alimentarios con expresión avergonzada, como si en lugar de constituir una manifestación del trastorno, el exceso de ingesta tuviera origen en debilidades personales o delatara su escasa fuerza de voluntad.

Estos problemas de salud invitan a reflexionar sobre los motivos que han convertido el bienestar alimentario o la aceptación del propio apetito en algo extraordinario. Existe un estado de opinión según el cual estar flaco o gordo depende de la fuerza de voluntad o la habilidad de las personas, pero mientras combatimos esas falsas creencias, tan arraigadas en nuestra cultura, necesitamos ofrecer respuestas que reduzcan el malestar”, indicó la especialista Carmen Ponce de León, de la clínica de Trastornos de la Alimentación del Hospital Quirónsalud ubicado en Madrid España.

Especialistas indican que hasta el momento se desconoce exactamente cuáles son las causas o que detona padecer los trastornos de alimentación. Al igual que ocurre con otras afecciones de salud mental, puede haber distintas causas, como las siguientes:

  • Genética. Es posible que algunas personas tienen genes que aumentan el riesgo de desarrollar un trastorno alimentario.

  • Biología. Los factores biológicos, como los cambios en las sustancias químicas del cerebro, pueden influir en este tipo de trastornos.

Profesionales en el tema han advertido que muchos niños, principalmente mujeres, ven por ejemplo, que su mamá siempre está a dieta, evita consumir azúcar, muestra demasiado interés en contar las calorías, restringir los alimentos, hacer demasiado ejercicio y siempre tener un mal comentario con respecto al cuerpo de otra persona “Ya engordó muchísimo, por eso el marido la abandonó”, “está tan gordo que no se puede mover”. “Este tipo de comentarios delante de los niños que son una esponja de aprendizaje, bueno o malo (…) no saben el impacto negativo que hace a sus hijos, es un mensaje claro de: las personas gordas no son triunfadoras, no las quieren, por eso sus esposos o esposas los dejan. Son señales que ellos perciben que no deben comer para que los quieran, para que nadie hable mal de ellos. Si como padres supiéramos el daño emocional que causamos a nuestro hijos, nadie hablaría tan superficialmente”, mencionó Mia Núñez.

En uno de los reportajes de la revista Mayo Clinic, indican los factores de riesgo que pueden tener algunos pacientes de trastornos de la alimentación:

  • Antecedentes familiares. Los trastornos alimentarios son más probables en personas con padres o hermanos que han tenido ese tipo de trastorno.

  • Otros problemas de salud mental. Los traumas, la ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo y otros problemas de salud mental pueden aumentar las probabilidades de tener un trastorno alimentario.

  • Dietas e inanición. Hacer dieta con frecuencia es un factor de riesgo para desarrollar un trastorno alimentario, en especial si el peso corporal sube y baja constantemente al iniciar y abandonar nuevas dietas. Existen pruebas sólidas de que muchos de los síntomas de un trastorno alimentario son síntomas de inanición. La inanición afecta al cerebro y puede llevar a cambios en el estado de ánimo, pensamiento inflexible, ansiedad y reducción del apetito. Esto puede hacer que se mantengan la ingesta insuficiente de alimentos o las conductas alimentarias problemáticas y que resulte difícil recuperar los hábitos de alimentación saludable.

  • Antecedentes de acoso por el peso. Las personas que han sido acosadas o sujeto de burlas por su peso son más propensas a desarrollar problemas con la alimentación o trastornos alimentarios. Entre ellas, se incluyen las personas a quienes han avergonzado por su peso sus compañeros, profesionales de atención médica, entrenadores, maestros o familiares.

  • Estrés. Los cambios pueden causar estrés, ya sea el comienzo de la universidad, una mudanza, un trabajo nuevo o problemas familiares o de pareja. Y el estrés puede aumentar el riesgo de presentar un trastorno alimentario.

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Si la persona padece alguno de los síntomas es importante acudir de inmediato con un especialista y sea este quien comience a diagnosticar y buscar un tratamiento integral para el bienestar del paciente.

Como padres debemos dar comprensión, platicar y estar cerca de nuestros hijos para hacerlos sentir seguros, encaminar en su desarrollo y que ellos vivan en una atmósfera de armonía, tranquilidad y mucho amor, para hacerlos jóvenes seguros de sí mismos, capaces de amarse y respetarse a sí mismos


La adolescencia es una de las etapas más difíciles para los niños que empiezan a desarrollarse y entran a la edad que como su nombre lo indica “adolecen”, ya no son pequeños, pero tampoco jóvenes, por lo que los cambios principalmente hormonales hacen de las suyas y lo que puede pasar como una etapa pasajera, puede ocasionar daños como los trastornos alimentarios.

Los trastornos de la alimentación más frecuentes incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón y el trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos. Cada uno de estos trastornos está asociado con diferentes síntomas, pero a veces coinciden. Desde los primeros síntomas debemos acudir con un especialista, “esto no es pasajero y si no se trata bajo supervisión médica, puede traer graves consecuencias”, advirtió el endocrinólogo Juan Álvarez Serrano.

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ANOREXIA NERVIOSA SÍNTOMAS

  • Consumo de alimentos extremadamente restringidos, ejercicio intenso y excesivo

  • Delgadez extrema (emaciación)

  • Intentos constantes para adelgazar y resistencia a mantener un peso normal o saludable.

  • Miedo intenso de subir de peso

  • Imagen corporal distorsionada o una autoestima sumamente influenciada por las percepciones del peso y la forma del cuerpo.

  • Rechazo a aceptar lo grave que es tener un bajo peso corporal.

BULIMIA NERVIOSA

  • Inflamación de las glándulas salivales en la zona del cuello y la mandíbula

  • Esmalte dental desgastado, mayor sensibilidad y caries en los dientes, como resultado de la exposición al ácido del estómago al vomitar

  • Reflujo ácido y otros problemas gastrointestinales

  • malestar e irritación intestinal debido al uso inadecuado de laxantes

  • deshidratación grave por las purgas

  • desequilibrio de los electrolitos (con niveles demasiados bajos o demasiados altos de sodio, calcio, potasio y otros minerales) lo que pueden originar un accidente cerebrovascular o ataque al corazón.

VIGOREXIA O DISMORFIA MUSCULAR

  • Verse constantemente en el espejo

  • Comparar frecuentemente su cuerpo con el cuerpo de otra persona

  • Sentir estrés cuando se salta una sesión de entrenamiento o una comida

  • Preocupación frecuente por alcanzar su objetivo de ingesta diaria de proteínas

  • Alejarse de la familia, amigos, los estudios o el trabajo.

  • Hacer que el ejercicio sea la prioridad central de su vida.

Estos son solo algunos de los trastornos y alertas que se pueden presentar en pacientes adolescentes, en muchas ocasiones como padres minimizamos el problema ante los primeros focos rojos “está en la edad de la punzada”; a decir de la especialista Sara Uribe, estos trastornos deben ser tratados por varios especialistas que van desde un nutriólogo, internista y un psicólogo o en casos más alarmantes un psiquiatra.

Mia Nunez, PhD y supervisora clínica de atención residencial para la recuperación de trastornos alimenticios en adolescentes, indica que la depresión es la primera en la lista con una prevalencia del 70 por ciento a lo largo de la vida en personas con trastornos alimenticios. Además, las investigaciones demuestran que los trastornos alimenticios y los trastornos de ansiedad tienen más de un 60 por ciento en común.

“Existen otros estados depresivos en los que la alteración del humor se conjuga con un exceso de ingesta y desincronización de los ritmos biológicos. Cuando hay hiperfagia (aumento del apetito y del impulso hacia la comida), el miedo a engordar y la sensación de descontrol intensifican los sentimientos de incapacidad, autodepreciación o baja autoestima general, que son característicos del cuadro depresivo. Las personas que experimentan un aumento de peso secundario a la enfermedad tienden a ocultarse, lo que favorece el aislamiento y empeora su situación clínica. En este tipo de depresiones, los pacientes refieren sus síntomas alimentarios con expresión avergonzada, como si en lugar de constituir una manifestación del trastorno, el exceso de ingesta tuviera origen en debilidades personales o delatara su escasa fuerza de voluntad.

Estos problemas de salud invitan a reflexionar sobre los motivos que han convertido el bienestar alimentario o la aceptación del propio apetito en algo extraordinario. Existe un estado de opinión según el cual estar flaco o gordo depende de la fuerza de voluntad o la habilidad de las personas, pero mientras combatimos esas falsas creencias, tan arraigadas en nuestra cultura, necesitamos ofrecer respuestas que reduzcan el malestar”, indicó la especialista Carmen Ponce de León, de la clínica de Trastornos de la Alimentación del Hospital Quirónsalud ubicado en Madrid España.

Especialistas indican que hasta el momento se desconoce exactamente cuáles son las causas o que detona padecer los trastornos de alimentación. Al igual que ocurre con otras afecciones de salud mental, puede haber distintas causas, como las siguientes:

  • Genética. Es posible que algunas personas tienen genes que aumentan el riesgo de desarrollar un trastorno alimentario.

  • Biología. Los factores biológicos, como los cambios en las sustancias químicas del cerebro, pueden influir en este tipo de trastornos.

Profesionales en el tema han advertido que muchos niños, principalmente mujeres, ven por ejemplo, que su mamá siempre está a dieta, evita consumir azúcar, muestra demasiado interés en contar las calorías, restringir los alimentos, hacer demasiado ejercicio y siempre tener un mal comentario con respecto al cuerpo de otra persona “Ya engordó muchísimo, por eso el marido la abandonó”, “está tan gordo que no se puede mover”. “Este tipo de comentarios delante de los niños que son una esponja de aprendizaje, bueno o malo (…) no saben el impacto negativo que hace a sus hijos, es un mensaje claro de: las personas gordas no son triunfadoras, no las quieren, por eso sus esposos o esposas los dejan. Son señales que ellos perciben que no deben comer para que los quieran, para que nadie hable mal de ellos. Si como padres supiéramos el daño emocional que causamos a nuestro hijos, nadie hablaría tan superficialmente”, mencionó Mia Núñez.

En uno de los reportajes de la revista Mayo Clinic, indican los factores de riesgo que pueden tener algunos pacientes de trastornos de la alimentación:

  • Antecedentes familiares. Los trastornos alimentarios son más probables en personas con padres o hermanos que han tenido ese tipo de trastorno.

  • Otros problemas de salud mental. Los traumas, la ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo y otros problemas de salud mental pueden aumentar las probabilidades de tener un trastorno alimentario.

  • Dietas e inanición. Hacer dieta con frecuencia es un factor de riesgo para desarrollar un trastorno alimentario, en especial si el peso corporal sube y baja constantemente al iniciar y abandonar nuevas dietas. Existen pruebas sólidas de que muchos de los síntomas de un trastorno alimentario son síntomas de inanición. La inanición afecta al cerebro y puede llevar a cambios en el estado de ánimo, pensamiento inflexible, ansiedad y reducción del apetito. Esto puede hacer que se mantengan la ingesta insuficiente de alimentos o las conductas alimentarias problemáticas y que resulte difícil recuperar los hábitos de alimentación saludable.

  • Antecedentes de acoso por el peso. Las personas que han sido acosadas o sujeto de burlas por su peso son más propensas a desarrollar problemas con la alimentación o trastornos alimentarios. Entre ellas, se incluyen las personas a quienes han avergonzado por su peso sus compañeros, profesionales de atención médica, entrenadores, maestros o familiares.

  • Estrés. Los cambios pueden causar estrés, ya sea el comienzo de la universidad, una mudanza, un trabajo nuevo o problemas familiares o de pareja. Y el estrés puede aumentar el riesgo de presentar un trastorno alimentario.

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Si la persona padece alguno de los síntomas es importante acudir de inmediato con un especialista y sea este quien comience a diagnosticar y buscar un tratamiento integral para el bienestar del paciente.

Como padres debemos dar comprensión, platicar y estar cerca de nuestros hijos para hacerlos sentir seguros, encaminar en su desarrollo y que ellos vivan en una atmósfera de armonía, tranquilidad y mucho amor, para hacerlos jóvenes seguros de sí mismos, capaces de amarse y respetarse a sí mismos

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