/ lunes 2 de mayo de 2022

Videoconferencias inhiben la creatividad

Hasta 20 por ciento menor puede ser el flujo de ideas en un entorno virtual, según un estudio de la Universidad de Columbia

La pandemia ha logrado que el mundo laboral se traslade a nuestra casa con las ya conocidas videoconferencias, sin embargo estas reuniones virtuales tienden a producir menos ideas creativas en comparación con las que se pueden realizar de forma presencial, según estableció un conjunto de investigadores de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, en un estudio que se publicó en la revista Nature.

La líder y autora principal de la investigación Melanie Brucks, aseveró que las pruebas que se han desarrollado en un ambiente controlado de laboratorio, arrojaron que las parejas laborales que se reúnen virtualmente, generan aproximadamente un 20 por ciento menos de ideas creativas que cuando se veían en persona.

Cuando se generan ideas y se pone en práctica la llamada lluvia de ideas (o brainstorm, en inglés), normalmente se tiene que seleccionar la idea que se considera mejor para el objetivo al que se busca llegar, en donde se utiliza un proceso cognitivo diferente que se basa en la concentración y en el razonamiento analítico, para lo que no influye que la reunión sea en persona o virtual, arrojó el estudio.

Para llegar a las conclusiones, el equipo tuvo que analizar aspectos como la dirección de la mirada, el entorno y análisis semánticos latentes, porque según la autora de la investigación todos ellos captan el mismo proceso psicológico subyacente, esto quiere decir, la concentración.

La investigadora explicó que: “Las parejas virtuales se centran en la pantalla, y como resultado miran menos a la sala que las rodea, recuerdan menos accesorios en la sala donde se realizan los experimentos y su conversación es notoriamente más reducida en comparación con las presenciales. Este enfoque cognitivo reducido explica la menor creatividad que se tiene”.

En otra serie de pruebas, el equipo de investigadores logró observar el movimiento ocular de los participantes, en las reuniones presenciales y en las reuniones virtuales, con el resultado de que en las videoconferencias pasan más tiempo mirando al otro en la pantalla que al resto de cosas que los rodean.

Los equipos presenciales, operan en un espacio físico que es totalmente compartido, mientras que los virtuales habitan un espacio que es delimitado por la pantalla que tiene cada miembro.

Los que usan las videollamadas tienen que reducir su campo visual filtrando los estímulos visuales periféricos que no llegan a ser visibles o relevantes para su compañero.

La investigadora Brucks comentó que las videoconferencias afectan negativamente el pensamiento divergente, pero no encontraron pruebas de que lleguen a reducir la inteligencia emocional, y sorprendentemente tampoco que afecten a la comunicación no verbal o a la gesticulación.

El estudio tuvo una fase de pruebas de laboratorio y de campo, en la primera participaron alrededor de 600 personas que se reunían por parejas presenciales o virtuales, durante 5 minutos para imaginar usos creativos de un determinado producto y luego un minuto para seleccionar la idea que consideraban más creativa.

La segunda prueba, que fue de campo, ocupó a casi 1500 empleados de una empresa de infraestructuras en comunicaciones con sedes en Europa, Oriente Medio y el sudeste asiático. La dinámica en esta prueba era la misma y el objetivo era crear ideas para productos y presentar únicamente una como futura innovación.

La investigación constata que en un mundo en el que conviven las reuniones presenciales y virtuales, podría tener algún sentido dar prioridad a la generación de ideas creativas.

Cabe recalcar que esta investigación únicamente documenta el coste cognitivo de la interacción virtual, y a la hora de decidir hasta qué punto una empresa debe de utilizar equipos virtuales, es necesario un análisis más profundo que tome en cuenta otros costes específicos del sector y del contexto a los que puede enfrentarse.

Para culminar, Brucks, destacó que el equipo no probó ninguna intervención para disminuir el efecto negativo de la interacción virtual mientras se generan ideas, pero recomendó que cuando se llegue a la lluvia de ideas con otras personas, se apague la cámara, para tener una mayor concentración.




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La líder y autora principal de la investigación Melanie Brucks, aseveró que las pruebas que se han desarrollado en un ambiente controlado de laboratorio, arrojaron que las parejas laborales que se reúnen virtualmente, generan aproximadamente un 20 por ciento menos de ideas creativas que cuando se veían en persona.

Cuando se generan ideas y se pone en práctica la llamada lluvia de ideas (o brainstorm, en inglés), normalmente se tiene que seleccionar la idea que se considera mejor para el objetivo al que se busca llegar, en donde se utiliza un proceso cognitivo diferente que se basa en la concentración y en el razonamiento analítico, para lo que no influye que la reunión sea en persona o virtual, arrojó el estudio.

Para llegar a las conclusiones, el equipo tuvo que analizar aspectos como la dirección de la mirada, el entorno y análisis semánticos latentes, porque según la autora de la investigación todos ellos captan el mismo proceso psicológico subyacente, esto quiere decir, la concentración.

La investigadora explicó que: “Las parejas virtuales se centran en la pantalla, y como resultado miran menos a la sala que las rodea, recuerdan menos accesorios en la sala donde se realizan los experimentos y su conversación es notoriamente más reducida en comparación con las presenciales. Este enfoque cognitivo reducido explica la menor creatividad que se tiene”.

En otra serie de pruebas, el equipo de investigadores logró observar el movimiento ocular de los participantes, en las reuniones presenciales y en las reuniones virtuales, con el resultado de que en las videoconferencias pasan más tiempo mirando al otro en la pantalla que al resto de cosas que los rodean.

Los equipos presenciales, operan en un espacio físico que es totalmente compartido, mientras que los virtuales habitan un espacio que es delimitado por la pantalla que tiene cada miembro.

Los que usan las videollamadas tienen que reducir su campo visual filtrando los estímulos visuales periféricos que no llegan a ser visibles o relevantes para su compañero.

La investigadora Brucks comentó que las videoconferencias afectan negativamente el pensamiento divergente, pero no encontraron pruebas de que lleguen a reducir la inteligencia emocional, y sorprendentemente tampoco que afecten a la comunicación no verbal o a la gesticulación.

El estudio tuvo una fase de pruebas de laboratorio y de campo, en la primera participaron alrededor de 600 personas que se reunían por parejas presenciales o virtuales, durante 5 minutos para imaginar usos creativos de un determinado producto y luego un minuto para seleccionar la idea que consideraban más creativa.

La segunda prueba, que fue de campo, ocupó a casi 1500 empleados de una empresa de infraestructuras en comunicaciones con sedes en Europa, Oriente Medio y el sudeste asiático. La dinámica en esta prueba era la misma y el objetivo era crear ideas para productos y presentar únicamente una como futura innovación.

La investigación constata que en un mundo en el que conviven las reuniones presenciales y virtuales, podría tener algún sentido dar prioridad a la generación de ideas creativas.

Cabe recalcar que esta investigación únicamente documenta el coste cognitivo de la interacción virtual, y a la hora de decidir hasta qué punto una empresa debe de utilizar equipos virtuales, es necesario un análisis más profundo que tome en cuenta otros costes específicos del sector y del contexto a los que puede enfrentarse.

Para culminar, Brucks, destacó que el equipo no probó ninguna intervención para disminuir el efecto negativo de la interacción virtual mientras se generan ideas, pero recomendó que cuando se llegue a la lluvia de ideas con otras personas, se apague la cámara, para tener una mayor concentración.




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