/ lunes 26 de junio de 2017

Vino a cuarenta metros bajo el mar

Saint-Mandrier-sur-Mer, Francia | AFP.- Zambullirse en elMediterráneo, abrir un cofre y escoger su vino. Esa es lapropuesta de la bodega francesa Bandol, que ha lanzado la idea deconservar 120 botellas durante un año a 40 metros bajo el mar,frente la Costa Azul, para "sublimar los aromas" del caldo.

Todo comenzó con el descubrimiento de "ánforas de cientos deaños o incluso milenios de antigüedad, y más recientemente(...), de botellas de champán o de vino que se habían hundidodecenas de años atrás", sobre todo en el mar del Norte, explica ala AFP Jérôme Vincent, director de la escuela francesa de buzosen Saint-Mandrier, sureste de Francia.

En esos barcos ocultos en el fondo del mar, no había monedasque recuperar sino botellas, de las cuales algunas llevaban allídesde la Segunda Guerra Mundial. Y todas tenían algo en común,cuenta Vincent, "la gente que las cataba decían que tenían muybuen sabor".

Los buzos y la bodega de vinos de Bandol decidieron en 2016"encontrar un terreno adaptado para enterrar botellas y dejarlasenvejecer durante un año". Su búsqueda de un lugar idóneo losllevó hasta una zona protegida de la Armada francesa, un campo deentrenamiento de buceadores contra minas.

Los profesionales del sector vinícola que participan en eseproyecto opinan que el hecho de dejar las botellas bajo el aguapermite "sublimar los aromas y hacer aflorar aromas secundarios",según Vincent.

- 'Lo mejor de lo mejor' -

Por eso decidieron meter 120 botellas de vino en el fondo delmar y dejar otras 120 en una bodega para poder compararlas dentrode un año.

"Bajo el agua, como no hay oxígeno, el vino se mantiene en unestado de larga conservación", explica Guillaume Tari, uno de losviticultores que participan en la experiencia y presidente de ladenominación de origen Bandol.

Tinto, blanco y rosado... Todos los vinos pueden sumergirse.

"Hace 20 años probamos, frente a la costa de Noirmoutier (unaisla del Atlántico), con botellas de vino blanco, Sancerre yPouilly, instaladas en parques de ostras" durante meses, dicePhilippe Faur-Brac, mejor sumiller del mundo en 1992. "Fue unprivilegio", afirma al recordar unas "botellas excepcionales en sucomplejidad y conservación".

El hecho de sumergir el vino en aguas profundas "preserva laacidez porque, debajo del agua, no hay mucha luz, no hay nada deaire, hace bastante fresco y la temperatura es constante",explica.

Para Tari, "lo mejor de lo mejor es sumergir el vino tinto porsu efecto extremadamente positivo a largo plazo".

- Vinos todavía experimentales -

Pero a la hora de la cata, Gisèle Marguin, maestra sumiller, nollega a la misma conclusión. Aunque nota "una bella materia enboca, una bella estructura, notas de frutos negros muy, muy maduros(...), incluso con sabor a chocolate", la experta lamenta que los"aromas secundarios todavía no son [bastante] fuertes hoy endía". Para ella, el vino se beneficiaría de una sumersión aúnmás larga.

Por el momento, las botellas submarinas de Bandol no están a laventa. Y aunque se llevan a cabo experimentos parecidos en variasregiones de Francia, en Bretaña y en el suroeste, en particular,sus resultados aún no se han publicado.

Y el "sobrecoste para el viticultor, debido a lasmanipulaciones, al riesgo para la conservación de las botellas, lamano de obra" hace que esos vinos sean escasos y caros, opinaFaur-Brac.

"Muchos viticultores hablan de ello, algunos productores delicores también quieren hacer pruebas con coñac o ron", dice elsumiller. Pero muy pocos lo han intentado y, de momento, "laprobabilidad de comprar ese vino es casi inexistente".

bur-bat/ep/ak/gm/age

© Agence France-Presse

Saint-Mandrier-sur-Mer, Francia | AFP.- Zambullirse en elMediterráneo, abrir un cofre y escoger su vino. Esa es lapropuesta de la bodega francesa Bandol, que ha lanzado la idea deconservar 120 botellas durante un año a 40 metros bajo el mar,frente la Costa Azul, para "sublimar los aromas" del caldo.

Todo comenzó con el descubrimiento de "ánforas de cientos deaños o incluso milenios de antigüedad, y más recientemente(...), de botellas de champán o de vino que se habían hundidodecenas de años atrás", sobre todo en el mar del Norte, explica ala AFP Jérôme Vincent, director de la escuela francesa de buzosen Saint-Mandrier, sureste de Francia.

En esos barcos ocultos en el fondo del mar, no había monedasque recuperar sino botellas, de las cuales algunas llevaban allídesde la Segunda Guerra Mundial. Y todas tenían algo en común,cuenta Vincent, "la gente que las cataba decían que tenían muybuen sabor".

Los buzos y la bodega de vinos de Bandol decidieron en 2016"encontrar un terreno adaptado para enterrar botellas y dejarlasenvejecer durante un año". Su búsqueda de un lugar idóneo losllevó hasta una zona protegida de la Armada francesa, un campo deentrenamiento de buceadores contra minas.

Los profesionales del sector vinícola que participan en eseproyecto opinan que el hecho de dejar las botellas bajo el aguapermite "sublimar los aromas y hacer aflorar aromas secundarios",según Vincent.

- 'Lo mejor de lo mejor' -

Por eso decidieron meter 120 botellas de vino en el fondo delmar y dejar otras 120 en una bodega para poder compararlas dentrode un año.

"Bajo el agua, como no hay oxígeno, el vino se mantiene en unestado de larga conservación", explica Guillaume Tari, uno de losviticultores que participan en la experiencia y presidente de ladenominación de origen Bandol.

Tinto, blanco y rosado... Todos los vinos pueden sumergirse.

"Hace 20 años probamos, frente a la costa de Noirmoutier (unaisla del Atlántico), con botellas de vino blanco, Sancerre yPouilly, instaladas en parques de ostras" durante meses, dicePhilippe Faur-Brac, mejor sumiller del mundo en 1992. "Fue unprivilegio", afirma al recordar unas "botellas excepcionales en sucomplejidad y conservación".

El hecho de sumergir el vino en aguas profundas "preserva laacidez porque, debajo del agua, no hay mucha luz, no hay nada deaire, hace bastante fresco y la temperatura es constante",explica.

Para Tari, "lo mejor de lo mejor es sumergir el vino tinto porsu efecto extremadamente positivo a largo plazo".

- Vinos todavía experimentales -

Pero a la hora de la cata, Gisèle Marguin, maestra sumiller, nollega a la misma conclusión. Aunque nota "una bella materia enboca, una bella estructura, notas de frutos negros muy, muy maduros(...), incluso con sabor a chocolate", la experta lamenta que los"aromas secundarios todavía no son [bastante] fuertes hoy endía". Para ella, el vino se beneficiaría de una sumersión aúnmás larga.

Por el momento, las botellas submarinas de Bandol no están a laventa. Y aunque se llevan a cabo experimentos parecidos en variasregiones de Francia, en Bretaña y en el suroeste, en particular,sus resultados aún no se han publicado.

Y el "sobrecoste para el viticultor, debido a lasmanipulaciones, al riesgo para la conservación de las botellas, lamano de obra" hace que esos vinos sean escasos y caros, opinaFaur-Brac.

"Muchos viticultores hablan de ello, algunos productores delicores también quieren hacer pruebas con coñac o ron", dice elsumiller. Pero muy pocos lo han intentado y, de momento, "laprobabilidad de comprar ese vino es casi inexistente".

bur-bat/ep/ak/gm/age

© Agence France-Presse

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