La elección presidencial de este año es, sin duda, una de las contiendas más enérgicas de la historia reciente de México. Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum defienden plataformas que abren espacio para soluciones a los problemas energéticos del país. Ambas líderes partidistas están promoviendo energías renovables, pero tienen diferencias importantes en cómo impulsar su aprovechamiento. Gálvez cree que permitir que empresas privadas inviertan en la estatal Pemex mejorará la gestión de recursos y fomentará el desarrollo de fuentes de electricidad renovables. Sheinbaum prefiere fortalecer a la CFE para que este brazo del gobierno invierta en energía más limpia.
Persisten dudas sobre si alguno de estos enfoques es adecuado para descarbonizar el sector eléctrico del país. La privatización parcial de una entidad estatal en un entorno con fuerte dependencia de los combustibles fósiles probablemente no atraerá inversiones en energías renovables y podría erosionar la soberanía energética de México. Por el contrario, fortalecer un monopolio gubernamental que ya exhibe importantes ineficiencias podría resultar más costoso para los consumidores a largo plazo. Los beneficios de un mercado eléctrico competitivo se contraponen a los de la propiedad colectiva.
En un estudio realizado en colaboración entre la Universidad Autónoma de Yucatán y el Tecnológico de Monterrey, encontramos que la explotación de energías renovables puede depender menos de la política que de consideraciones geográficas. Estados del norte con alta irradiancia solar, donde se podrían instalar paneles solares, o regiones montañosas exuberantes, donde se pueden construir represas hidroeléctricas, verán cómo empresas y gobiernos locales fomentan el desarrollo de infraestructura de energía renovable. Estados densamente poblados y altamente urbanizados seguirán empleando combustibles fósiles para producir electricidad. Si ambas candidatas quieren practicar lo que predican, deberían adoptar un enfoque estado por estado.
*Profesor en el Tecnológico de Monterrey