Los circuitos integrados o microchips se encuentran en todos los aparatos electrónicos que utilizamos día a día. En los últimos meses, ha habido una escasez a nivel mundial de estos circuitos que se debe a una tormenta perfecta de múltiples factores, entre los que destacan el aumento de la demanda por la pandemia y una serie de eventos que paralizaron las líneas de producción.
El impacto de la actual pandemia ha sido una de las principales causas detrás del desbalance entre oferta y demanda de los microchips. La gente en casa, estudiando o trabajando, incrementó el uso de teléfonos inteligentes, pantallas, computadoras, consolas, tabletas, entre otros.
Además de los problemas derivados de la crisis sanitaria actual, ha habido una serie de eventos extraordinarios que han repercutido en las operaciones de las plantas de semiconductores de mayor trascendencia. Por ejemplo, la planta de microchips de Samsung, una de las más grandes del mundo y ubicada en Austin, Texas, se quedó sin energía debido a las heladas del pasado febrero. Su producción se frenó por completo y tardó aproximadamente un mes en reanudar operaciones. En Japón, una planta de Renesas, uno de los fabricantes más importantes de microcontroladores en el mundo, sufrió un incendio que ocasionó el cierre de sus operaciones durante un mes el pasado mes de marzo. Se espera que regresen al 100% de su producción hasta dentro de tres meses. Por si no fuera suficiente, el país líder mundial productor de circuitos integrados, Taiwán, ha tenido una gran sequía en los últimos meses. Esto ha traído como consecuencia no poder producir microchips a máxima capacidad debido a que, para su manufactura, se requiere una cantidad abundante de agua.
¿Por qué no hacer rápidamente nuevas plantas para satisfacer la creciente demanda? La industria de los semiconductores por su naturaleza requiere de 3 a 5 años para consolidar una nueva inversión de este tipo.
*Director Regional del Departamento de Computación, Tecnológico de Monterrey