“¿Te has puesto a pensar en que cualquier persona podría contar la mejor historia del mundo?”, es la pregunta con la que Adrik Leonardo Pasco Espinosa arranca su proyecto sonoro bautizado como The Bard, en donde retoma el imaginario del ‘bardo’ del siglo XV y a través de 18 temas conduce a los espectadores por un recorrido musical lleno de anécdotas y reflexiones.
El joven de 16 años fue uno de los artistas beneficiados del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC) en Querétaro y con dicho incentivo ejecutó este concepto con el que experimenta con la narrativa y el género Lo-Fi (también llamado Low-Fi y que hace referencia a la abreviatura de Low-Fidelity, una categoría musical popularizada por los jóvenes de 1950 para describir a la música de baja calidad o no creada dentro de un estudio profesional).
“Creo que tiene un año aproximadamente en el que me empecé a interesar en música un poco más relajante, porque tuve una época en la que estuve muy obsesionado con Los Beatles y con la corriente de lo psicodélico, que todavía me gusta, pero ahora por la escuela empecé a buscar alternativas un poco más suaves que me permitieran concentrarme en mis proyectos. Fue así como di con el Lo-Fi y aunque no me disgustaba, todavía sentía que necesitaba que se sintiera mía. Así que me propuse hacer mi propia música Lo-Fi para estudiar, y al experimentar me di cuenta que daba mucho potencial como para involucrar otros géneros y mezclar elementos que me llamaban la atención como la narración”, explicó Adrik en una entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO momentos antes de la presentación oficial de su álbum en Galería Libertad.
La producción integra sonidos sintéticos como baterías, pianos, pads y más efectos de sonido que, de acuerdo con el artista, aunque sean sintéticos, están interpolados de tal manera que la calidad de la música parece ser propia de un acetato físico, aunque el proyecto sea meramente digital. Sin embargo, no todos los instrumentos son sintéticos, también algunos son analógicos como son el sonido de la batería, guitarras y bajos eléctricos, saxofones, y coros de voz.
La lista de canciones intercala pequeños monólogos entre cada rola. Desde el arranque, el artista plantea un imaginario moderno, donde un cancionero va por la ciudad intentando resolver una serie de interrogantes fundamentales: ¿Quién soy? Nadie. ¿Cuál es mi historia? No tengo la menor idea, pero sé que voy a algún lado; esto, a la par de que es testigo de vivencias ajenas, convirtiéndose en una especie de guardián de las historias.
“El protagonista no sabe quién es, ni tiene la menor idea de qué hace aquí, pero sabe que se tiene que dirigir a un lugar mientras camina por la Ciudad de México intentando encontrar su destino final. En su andar, escucha un montón de historias, algunas no sabe si son ciertas o no, pero son las que él toma por verdaderas. Todas terminan por definirse gracias a su propia percepción y realidad. Hay diálogos, música, canciones con letra, todo para acompañar a este personaje por su camino de autodescubrimiento”, comentó.
Parte de su inquietud por realizar este álbum musical tiene que ver con su propio proceso de autodescubrimiento, por lo que las reflexiones y experiencias del personaje que guía la historia provienen del mismo autor, aunque con cierta dosis de ficción. “Tuve que inventar algunas cosas porque es poco lo que he vivido, pero gran parte es mi historia. Reflejé mis inquietudes de no estar tan seguro sobre quién soy, y la certeza de que sé que llegaré a algún lado. De igual manera, gracias al proyecto me di cuenta que me encanta escribir historias. Soy alguien que se interesa por diferentes artes, y la literatura de alguna manera es uno de mis intereses. Me gusta la idea de ser un bardo, esos personajes que solían cantar historias o que narraban anécdotas a partir de la música para entretener y compartir algo con las personas, porque siempre lo buscaban para entender lo que él quería transmitir. Así que este proyecto me ha hecho sentirme como un bardo y me agrada”, finalizó.
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Adrik compuso las canciones, escribió la historia, también actuó los diálogos del protagonista y realizó el trabajo de renderización y producción de todas las piezas. Recibió orientación de Isaac Villagómez, su maestro de batería, para la grabación de diferentes instrumentos y la realización de la producción musical; al igual que de sus padres, el youtuber y músico Giovanni Pasco, y la periodista Jovana Espinosa, quienes le brindaron retroalimentación respecto a la historia y el camino sonoro que estaba tomando.
Su álbum se encuentra disponible a través de su canal de YouTube: Adriko Apatzco. Próximamente estará disponible en plataformas como Spotify y Soundcloud.