En el interior de una vieja imprenta familiar, el cineasta Andrés Kaiser encontró varios documentos de sus abuelos: montones de correspondencia, miles de fotografías y cientos de rollos de película. Al descubrir su contenido, se percató de que estaba frente a un archivo que, si bien era el rastro de su propio árbol genealógico, también era el catálogo de varias ficciones fílmicas hechas por dos cineastas aficionados, cuya pasión dejó un registro de importancia para la prácticamente desconocida historia del cine casero.
Con todo ello, Andrés Kaiser creó “Teorema de tiempo” (2022), el cual ya está disponible en varios cines seleccionados, luego de dos años de presentarse en los festivales más importantes del país.
“La creación no es exclusiva de los artistas sino de todos, no es necesario que hagamos una profesión alrededor de ella. De pronto hay una tendencia de que el artista es una especie de iniciado y que sólo él puede ver más allá de lo que los mortales no”, comenta Andrés Kaiser, en entrevista con El Sol de México sobre el valor estético de las películas caseras.
“Por eso es que nos encontramos ante un sistema muy poderoso que guarda ese lugar al artista, muy presente en los museos de arte contemporáneo, pero yo creo que, en la idea de la democratización del arte, este debería ser un ejercicio como cualquier otro”, agrega el cineasta, quien propone esta idea como una de las reflexiones centrales de su película, que permitió a sus abuelos ser creadores de una forma genuina.
COMEDIA NATURAL
El documental recupera la historia de migración de los abuelos de Andrés, Anita Schlittler y Arnoldo Kaiser, pues ambos, aunque por separado, llegaron desde Suiza a México para establecerse en San Luis Potosí, donde años después se conocieron y se casaron y luego heredaron la imprenta que en algún punto estuvo cerca de quebrar por los intereses artísticos de Arnoldo, presentes desde su adolescencia.
Con la suma de fotografías, documentación familiar e investigación histórica, el documental permite conocer de primera mano el paso del tiempo de su familia, que a su vez es un retrato múltiple de su época, desde su relación con la propia cámara, hasta reuniones sociales, formas de vestir y temas de interés que impregnaron el cine hecho por sus abuelos, el cual, según el director, se caracteriza por un profundo sentido del humor.
“Como toda obra puede trascender su propio género es que decidimos utilizar esa comedia que existía de manera natural en aquellas películas y trasladarlo al terreno de la seriedad que implica como documento. Eso nos dio una gran oportunidad de cautivar al público, pero al mismo tiempo contribuyó a la propuesta de retratar el crecimiento de la vida humana, desde la infancia en la que uno tiene dentro de sí mucho más presente el juego, hasta que la adultez, en la que te vuelves más rígido”, agrega.
EL ESTADO MÁS PURO
Actualmente Andrés Kaiser, a raíz del hallazgo del archivo de su familia, ha comenzado un proyecto de rescate de más archivos de videos caseros, pues considera que “si la historia del cine ha sido una historia de destrucción”, por el gran número de cintas que se han perdido, entonces “la historia del cine casero es la historia de la destrucción total”, del más grande olvido, no sólo por la falta de interés, sino por la obsolescencia tecnológica.
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“Estos documentos son muy importantes porque, si empezamos a juzgar la realidad de una época como son los años 50 con base en lo que se producía en los Estudios Churubusco, estamos condenados a sólo ser alimentados con una información que en el fondo es falsa.
"Esas películas que se producían ahí y pueden grandes hitos dentro de la historia del cine nacional, pero no reflejan exactamente la realidad, como sí sucede en mayor parte en el cine documental y en el cine casero, sobre todo este último, pues se trata de su estado más puro, ya que no tiene demasiadas capas de escenificación”, finaliza.