/ sábado 9 de octubre de 2021

Elton John, según Elton John

El cantante británico Elton John destripa en una autobiografía su vida y su carrera sin censurar conflictos familiares, adicciones, problemas de salud o caprichos. Habla con devoción de Lady Di y condena a Michael Jackson

Antes de revelarse al mundo como Elton John, el cantante era Reginald Kenneth Dwight, un chico tímido que soñaba con ser una estrella del pop, en Pinner, el pequeño municipio a las afueras de Londres donde creció.

“Mi madre siempre solía comprar un disco todos los viernes”, cuenta sobre su primer acercamiento a la música.

Su infancia, según cuenta, estuvo también marcada por una madre controladora que le daba, literalmente, miedo. "Si le gustaba dar miedo, debía estar encantada conmigo, porque me tenía acojonado", escribe. Aunque, reconoce, “la quería”. Con tres años se sentó al piano y deleitó a su familia tocando de oído el “Vals de los patinadores”, según cuenta.

Tenía duende musical y, siete años después, obtuvo una beca para estudiar en la Royal Academy of Music of London, una institución de gran prestigio.

"En el fondo, siempre he sido un fanático de la música. Esa parte de mí nunca ha cambiado desde que era un niño pequeño, sentado en una habitación viendo un disco girar, mirando el color de las etiquetas", escribe.

Escondido detrás de las ya míticas gafas que, alternando formas y colores, convirtió en una de sus señas de identidad, John iba construyendo su camino al estrellato.

Con 23 años se plantó por primera vez ante el público en Estados Unidos, algo que en la época podía marcar el éxito de una carrera musical. No pasó desapercibido: con un peto amarillo, una camiseta de estrellas y unas botas aladas se metió al público en el bolsillo con cada tecla. Sus estilismos eran otra marca de la casa.

SOMBRAS.

Y con la fama llegaron los problemas con las drogas. Comenzó a consumir cocaína en 1974. Cuenta que le gustaba la sensación que la sustancia le proporcionaba. “Me gustaba cómo me hacía sentir. Esa sacudida de confianza y euforia”.

A finales de la década de los ochenta, tras más de 15 años de consumo, mantuvo una relación con un hombre, también adicto, que había decidido acudir a un centro de rehabilitación para dejar el alcohol y las drogas.

El artista, que no se tomó bien la decisión de su compañero sentimental, se encerró en una casa de Londres para seguir consumiendo durante días.

En una conversación con la pareja John aceptó su realidad. “Sí, necesito ayuda”, le contestó después de que lo llamase adicto a las drogas, al sexo, a la comida, alcohólico y bulímico.

Decidió rehabilitarse y entró en un centro sanitario público de Chicago en el que tuvo que deshacerse de su estatus de divo caprichoso y poner los pies en la tierra.

Le tocó vivir como el resto de los mortales, ocupándose de las cosas habituales y mundanas como hacer la cama, la colada o limpiar.

“Antes solo me ocupaba de afeitarme y limpiarme el culo. Pagaba a otras personas para que hicieran todo lo demás (…). Yo era un hombre de 43 años que no sabía lavar su propia ropa”, confiesa.

COMPAÑÍAS.

John también habla de sus relaciones sentimentales. De cómo creía enamorarse de un hombre solo con verlo en un bar y cómo, durante una época, cambiaba de pareja cada pocos meses cuando se aburría de uno y hacía que alguien se deshiciese de él.

“Fue un comportamiento totalmente terrible”, dice al respecto. Desde 1993 mantiene una relación con el productor canadiense David Furnish, con el que se casó en 2014 y tiene dos hijos concebidos mediante un vientre de alquiler.

La fama no hizo que la relación con su madre mejorase y esa tensión siguió siempre presente entre ambos.

Cuando John despidió a su manager, Bob Halley, su madre, que se llevaba muy bien con este, se enfadó y arremetió contra el marido del cantante. Desde ese momento no volvieron hablar hasta que John se enteró del estado de salud delicado de su madre, de la que se hizo cargo hasta su muerte.

Una de las veces que se encontraron, él le dijo que la quería. Su madre dijo que ella a él también. “Pero no me gustas en absoluto”, le espetó.

Entre las amistades de Sir Elton John se encuentran personalidades de las más altas esferas del mundo del espectáculo, la política e incluso la realeza.

Por todos es conocida la relación de amistad que tenía con Lady Di, en cuyo funeral cantó una versión de “Candle in the wind”.

John cuenta que, en una cena, Richard Gere y Sylvester Stallone se pelearon por la princesa Diana, que ya estaba separada de su marido en aquel momento.

“Tal vez no se había dado cuenta. O tal vez este tipo de cosas le pasaban a menudo y estaba acostumbrada”, escribe. Según el cantante, los hombres parecían perder la cabeza en su presencia.

No tenía palabras tan amables para otra estrella del panorama musical muy criticada últimamente, Michael Jackson. Del "Rey del pop" dice que era un enfermo mental y una persona perturbada.

En la actualidad el artista acaba de cancelar su gira de despedida 'Farewell Yellow Brick Road Tour' por problemas de salud, según anunció en sus redes sociales comentando: "Odio decepcionar a mis fans, pero les debo el mejor espectáculo y, desafortunadamente eso no es posible".

Esperemos que aún tenga cuerda para rato este genio de la música que se acaba de sincerar consigo mismo a través de su libro.

Antes de revelarse al mundo como Elton John, el cantante era Reginald Kenneth Dwight, un chico tímido que soñaba con ser una estrella del pop, en Pinner, el pequeño municipio a las afueras de Londres donde creció.

“Mi madre siempre solía comprar un disco todos los viernes”, cuenta sobre su primer acercamiento a la música.

Su infancia, según cuenta, estuvo también marcada por una madre controladora que le daba, literalmente, miedo. "Si le gustaba dar miedo, debía estar encantada conmigo, porque me tenía acojonado", escribe. Aunque, reconoce, “la quería”. Con tres años se sentó al piano y deleitó a su familia tocando de oído el “Vals de los patinadores”, según cuenta.

Tenía duende musical y, siete años después, obtuvo una beca para estudiar en la Royal Academy of Music of London, una institución de gran prestigio.

"En el fondo, siempre he sido un fanático de la música. Esa parte de mí nunca ha cambiado desde que era un niño pequeño, sentado en una habitación viendo un disco girar, mirando el color de las etiquetas", escribe.

Escondido detrás de las ya míticas gafas que, alternando formas y colores, convirtió en una de sus señas de identidad, John iba construyendo su camino al estrellato.

Con 23 años se plantó por primera vez ante el público en Estados Unidos, algo que en la época podía marcar el éxito de una carrera musical. No pasó desapercibido: con un peto amarillo, una camiseta de estrellas y unas botas aladas se metió al público en el bolsillo con cada tecla. Sus estilismos eran otra marca de la casa.

SOMBRAS.

Y con la fama llegaron los problemas con las drogas. Comenzó a consumir cocaína en 1974. Cuenta que le gustaba la sensación que la sustancia le proporcionaba. “Me gustaba cómo me hacía sentir. Esa sacudida de confianza y euforia”.

A finales de la década de los ochenta, tras más de 15 años de consumo, mantuvo una relación con un hombre, también adicto, que había decidido acudir a un centro de rehabilitación para dejar el alcohol y las drogas.

El artista, que no se tomó bien la decisión de su compañero sentimental, se encerró en una casa de Londres para seguir consumiendo durante días.

En una conversación con la pareja John aceptó su realidad. “Sí, necesito ayuda”, le contestó después de que lo llamase adicto a las drogas, al sexo, a la comida, alcohólico y bulímico.

Decidió rehabilitarse y entró en un centro sanitario público de Chicago en el que tuvo que deshacerse de su estatus de divo caprichoso y poner los pies en la tierra.

Le tocó vivir como el resto de los mortales, ocupándose de las cosas habituales y mundanas como hacer la cama, la colada o limpiar.

“Antes solo me ocupaba de afeitarme y limpiarme el culo. Pagaba a otras personas para que hicieran todo lo demás (…). Yo era un hombre de 43 años que no sabía lavar su propia ropa”, confiesa.

COMPAÑÍAS.

John también habla de sus relaciones sentimentales. De cómo creía enamorarse de un hombre solo con verlo en un bar y cómo, durante una época, cambiaba de pareja cada pocos meses cuando se aburría de uno y hacía que alguien se deshiciese de él.

“Fue un comportamiento totalmente terrible”, dice al respecto. Desde 1993 mantiene una relación con el productor canadiense David Furnish, con el que se casó en 2014 y tiene dos hijos concebidos mediante un vientre de alquiler.

La fama no hizo que la relación con su madre mejorase y esa tensión siguió siempre presente entre ambos.

Cuando John despidió a su manager, Bob Halley, su madre, que se llevaba muy bien con este, se enfadó y arremetió contra el marido del cantante. Desde ese momento no volvieron hablar hasta que John se enteró del estado de salud delicado de su madre, de la que se hizo cargo hasta su muerte.

Una de las veces que se encontraron, él le dijo que la quería. Su madre dijo que ella a él también. “Pero no me gustas en absoluto”, le espetó.

Entre las amistades de Sir Elton John se encuentran personalidades de las más altas esferas del mundo del espectáculo, la política e incluso la realeza.

Por todos es conocida la relación de amistad que tenía con Lady Di, en cuyo funeral cantó una versión de “Candle in the wind”.

John cuenta que, en una cena, Richard Gere y Sylvester Stallone se pelearon por la princesa Diana, que ya estaba separada de su marido en aquel momento.

“Tal vez no se había dado cuenta. O tal vez este tipo de cosas le pasaban a menudo y estaba acostumbrada”, escribe. Según el cantante, los hombres parecían perder la cabeza en su presencia.

No tenía palabras tan amables para otra estrella del panorama musical muy criticada últimamente, Michael Jackson. Del "Rey del pop" dice que era un enfermo mental y una persona perturbada.

En la actualidad el artista acaba de cancelar su gira de despedida 'Farewell Yellow Brick Road Tour' por problemas de salud, según anunció en sus redes sociales comentando: "Odio decepcionar a mis fans, pero les debo el mejor espectáculo y, desafortunadamente eso no es posible".

Esperemos que aún tenga cuerda para rato este genio de la música que se acaba de sincerar consigo mismo a través de su libro.

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