Por Manuel Naredo
“Jugando al teatro, nos liberamos de la prisión… Al menos dela del alma”. Así reflexiona Mauricio García Lozano, un actor ydirector teatral de amplia y prestigiada trayectoria que en “ElHombre de la Mancha” ha explorado exitosamente una nueva aristade la puesta en escena: la de la comedia musical. Estará hoy en elJosefa Ortiz de Domínguez en única función de las 21:30.Quien hace poco concluyó en el Palacio de Bellas Artes el ciclooperístico que anhelan todos los grandes directores, con “Cosifan tutte”, que siguió a las experiencias previas de “DonGiovanni” y “Las Bodas del Fígaro”, y que la semana próximaestrenara, en el Teatro Helénico de la capital del país, otro delos grandes clásicos de Shakespeare, “Romeo y Julieta”, nospermite hablar del musical de Dale Wasserman que este lunes sepresenta en Querétaro.
“Crecí creyendo que, en la vida, había que buscar el sueñoimposible”, confiesa, al tiempo que recuerda aquella niñez enque un disco con las voces de Nati Mistral y Claudio Brook, lehacía imaginar aquellas escenas de Cervantes, defendiendo untexto, en una cárcel que se transformaba de pronto lo mismo enventa, que en campos con molinos de viento o graneros manchegos.“Mucho del discurso de la obra me acompañó de manera formativaen mi vida. Por eso cuando me ofrecieron hacerla, me encantó laidea, porque a mí me toca personalmente”.
“Es lo mejor de dos mundos”, asegura sobre la diferencia deun musical clásico como éste y la ópera, especialidad en la queha insistido con éxito; “por una parte hay que prepararla comoópera, en el sentido de que hay que conceptualizarla muy biendesde antes, pero luego, el proceso de montaje es muchísimo máslargo en la comedia musical; es mucho más intenso, más exigenteen cuanto a horarios.”
Para la experiencia contó con la complicidad de compañeros decamino en ya muchos proyectos teatrales, como el escenógrafo JorgeBallina y el iluminador Víctor Zapatero, o los actores, y tambiéndirectores, Carlos Corona, que interpreta a Sancho Panza, o AlbertoLommitz, que representa al ventero. “Hay una complicidad muygrande”, sostiene refiriéndose a su trabajo con los primeros, nosolamente en cómo pensar las obras, sino en cómo prepararlas,cómo llegar al primer ensayo con una buena parte del espectáculoresuelta. Ahí me siento como en casa”.
“Lo que sí es muy diferente con la ópera es la relación conel elenco, y con todo el proceso del montaje, que es muchísimomás largo en la comedia musical, mucho más intenso y másexigente en cuanto a horarios y a lo que se requiere de cada una delas partes”, explica. “Y ahí te diría que ahí también mefue muy bien, porque tuve unas condiciones de trabajo increíblesen el lobby del Teatro de los Insurgentes, que adaptaron para quefuera mi salón de ensayos. Han sido las mejores condiciones,incluso fuera de México, que he tenido”.
Pero, ¿cómo fue el trabajo de dirección de García Lozano eneste montaje? ¿Hasta dónde pudo ejercer la libertad creativa enuna comedia musical que todo mundo, o casi todo mundo, conoce?¿Qué tanto el montaje está ajustado a ciertos elementosinevitables?
“Es como cuando hacemos ópera. Claro que se puede ver unaópera tradicional, montada a lo tradicional, y pareciera que secopian a sí mismos, pero también en la ópera podemos dar unavisión, una lectura, y aportar un punto de vista, un conceptoespecífico”, explica sobre su trabajo. “Por supuesto que ElHombre de la Mancha es muy buena como libreto, como obra de teatro,y me parece que tiene algunos peligros, algunas trampas, en las queno quise caer. Una es en la de armar una puesta realista, ilustrarel universo que Cervantes le viene a contar a los presos de manerademasiado específica. Me parece que lo bonito de la propuesta deesta comedia musical es que plantea un homenaje al teatro dentrodel teatro, que cuando llega Cervantes a esta cárcel a defender sumanuscrito de los presos que se lo quieren quemar, lo que hace escontarles la historia de Don Quijote y representársela a losinvolucrados en la representación. Básicamente lo que estáhaciendo es dándole dimensión a la fuerza liberadora, a la fuerzapurificadora, del teatro, y todo lo hace con las chivas que tieneen la cárcel; todo es muy rustico”.
“Quise una puesta en escena que apelara a la magia de laimaginación, tanto de los presos que están siguiendo el relato deCervantes como del público que nos viene a ver todas las noches.Yo les doy sugerencias para que ellos completen las imágenes y losconceptos. No hay un molino de viento realista, ni una ventarealista, ni un establo realista; todo está hecho con lo que hayen esa cárcel, y entonces jugando al teatro nos liberamos de laprisión, por lo menos de la del alma”.
García Lozano pidió a la producción del musical que elcasting para elegir a los actores y cantantes no se limitara almundo del teatro comercial, cosa que también fue concedida, lo quepermitió una conjunción variopinta en la que la presencia de BenyIbarra fue un gratísimo descubrimiento. De ello se regocija eldirector cuando afirma: “Ha sido maravilloso juntar gente delmundo del teatro en el que he crecido y contar con gente como Beny,que fue fantástico. No encontrábamos al protagonista y cuandoBeny levantó la mano y lo audicionamos, fue padrísimo ver laentrega y el compromiso con el que le quería entrar”.
“Si algo le da sentido a esta puesta es que,independientemente de los extractos de donde vienenprofesionalmente los miembros del elenco, hay una sensación deensamble muy bonita, muy interesante, donde tenemos muy claro elobjetivo y lo que anima espiritualmente nuestro montaje, nosolamente en los términos de lo que hay que hacer, o lascanciones, sino porqué queremos decir estas palabras, porquéqueremos trasmitir este menaje cada noche”.
Irremediablemente, tratándose de Querétaro, donde El Hombre dela Mancha se presentará en dos funciones este lunes, viene a lamemoria Gerardo Mancebo del Castillo, dramaturgo y actor nacido enesta tierra cuya corta existencia artística estuvo muy ligada a lade García Lozano. Fue éste quien dirigió un mítico montaje de“Las tremendas aventuras de la Capitana Gazpacho”, de Mancebo.“Toda esta obra me remite a Gerardo Mancebo”, sentenciaconvencido sobre el musical. “Si alguien puso en altísimo lafigura de Don Quijote era Gerardo; era un personaje al que adoraba.El personaje de la Capitana Gazpacho de aquella barquita quecruzaba el Mar de las Calamidades puede muy bien ser Don Quijote,cabalgando sobre Rocinante, buscando desfacer entuertos en LaMacha. Hay un paralelismo enorme. Creo que Ger adoraba esa figura,consciente e inconscientemente, y la homenajeó en cada una de susobras”.
Y la clásica comedia musical de “El Hombre de la Mancha”,en esta interesante y creativa versión de Mauricio García Lozanose presenta, con Beny Ibarra como protagonista, en la ciudad dondenació la vocación teatral de ese quijote cotidiano que fueGerardo Mancebo del Castillo.