/ martes 1 de diciembre de 2020

Intensamente | Nos tardamos más en elegir zapatos que hombres: Elena Sevilla

La escritora del best seller, De chica quería ser puta, dice en entrevista que aunque no es feminista, apoya a los movimientos que dignifican a la mujer

Leer en la portada de un libro el título De chica quería ser puta rompe paradigmas. Esa es la misión que Elena Sevilla dice tener como escritora.

Sus cuatro libros publicados hablan de ellas y son para ellas. Siempre desde la crítica y la desmitificación de los roles y la violencia que viven las mujeres en una sociedad machista.

“Pero también escribo para ellos o para los que quieran entender”, asegura.

En la charla, Elena reflexiona sobre los roles de los hombres y las mujeres como personas, e incluso cuestiona el matrimonio tradicional y las relaciones de pareja.

Su último libro, En un hotel de paso, vio la luz en agosto, en medio de la pandemia, por lo que no ha sido presentado físicamente. En él aborda todo lo que pasa puertas adentro de las habitaciones a partir de los testimonios de las recamareras que se dedican a poner a punto los cuartos para la siguiente historia.

“En un hotel de paso no les importa si eres menor de edad o si eres adulta. Te encuentras con situaciones fuertes o chuscas”, comenta.

Se necesitan nuevas masculinidades que rompan los paradigmas

VIOLENCIA EN TODOS LADOS

El común denominador de la desigualdad para ellas, dice, es la violencia, que está presente en las familias, las instituciones, las parejas y la dinámica que persiste en las familias mexicanas, lo que incluye ataques entre mujeres.

“Una mujer que es violentada recibe malos tratos en todos lados. Cuando te suben a la plancha para hacerte el examen legista en el Ministerio Público te ven con asco”.

“¿Sabes qué pasa cuando dices que te están acosando o que te violaron? Siempre te ponen cara de incredulidad. Donde quiera que yo iba era lo mismo”.

“O me decían: ‘ay ¿a tu edad? ¡deberías estar agradecida!’ O sea, nosotros nos podemos acostar con quien elegimos, eso es lo que debemos transmitir a nuestras hijas, la libertad de elegir. Y todo eso tiene que ser también para ellos”.

“Pero todo eso tiene que ver con las emociones. Partiendo de las emociones que nosotros como papás, debemos de enseñar a los niños a identificarte con las emociones, qué sientes y por qué. Es normal que sientas emociones, que te sientas chipil sin que importe si eres hombre o mujer.

-¿Eres feminista?

- No, creo que el feminismo se ha malentendido. El problema es que quienes crían machos son las mujeres.

“En las familias tradicionales sigue la idea de decirles a las mujeres 'sírvele de comer a tu hermano' o 'atiende a tu papá'.

“Desde ahí tenemos puntos que chocan con la realidad, pero eso no quiere decir que no apoye los movimientos de mujeres, al contrario, tenemos que jalar todos para el mismo lado”.

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-¿Las mujeres se apoyan entre sí?

-No todas, a veces nos ponemos a competir con nosotras mismas. Nunca falta quien voltea a ver una mujer exitosa en lo laboral y que alguien más diga que tiene éxito porque ya estuvo con el jefe. O incluso, a veces no podemos ver una mujer más guapa, porque la tachamos de cualquier cosa.

“Hay muchos celos entre mujeres y eso a veces complica la equidad”.

“Otra cosa que pasa es que las mujeres nos dicen que tenemos que esperar a nuestro príncipe azul, pero eso no existe. Nadie nos va a venir a rescatar, no hay caballos blancos ni hay quien nos mantenga. Dicen que es cuando empieza el final feliz, ¿cuál final feliz? Pero nos gusta mantener esas ideas y queremos retener a los hombres haciéndoles creer que ellos nos dan seguridad”.

Foto: Alejandro Aguilar

-¿Te gusta ser rescatada como mujer?

-¡Obvio no!, ¿como para qué?

-¿Por qué sigue ese juego del rescate?

-Porque así estamos educados. Esa ideología se repite y las mujeres parecemos ciegas.

-¿Eso es parte del círculo de violencia?

-Sí, por supuesto. Y tal vez ahí entre un poco la preparación. Ojalá pudiéramos percatarnos de lo que somos y de qué tenemos y hacia dónde nos dirigimos. Tal parece que cuando empezamos una relación, es como subirnos a un taxi y dejamos que nos lleve a donde quiera. Y se te hace tonto, pero elegimos más rápido a un hombre que a un par de zapatos.

“¿Por qué? ¿porque tenemos necesidad de que nos digan que somos bonitas?, ¿porque vimos que tenía un carro bonito y tiene las posibilidades de sacarnos de pobres? No es porque sea inteligente, o guapo o sexy, es por la sensación de seguridad que nos proporciona”.

“Eso crea un círculo vicioso de dependencia y juegos de poder”.

-¿En algún momento te viste así?

-No. Desde el principio me la partieron y ya. Al año y medio de casada me di cuenta de todo. Esa fue la gota que derramó el vaso.

-¿Cómo te marcan ese tipo de experiencias de pareja?

-Cuando lo conocí ví una familia bonita, una familia muégano. Y pensé, aquí es seguro, va para largo. Eso me dio seguridad, que tenía una familia grande. En mi casa, nada más éramos mi mamá, mi hermana y yo. No había Navidad ni cumpleaños. En cambio, con él eran los cumpleaños donde se juntaban 65 personas en un domingo nada más porque sí. Entonces me decía “qué bonita familia, yo aquí quiero crecer, aquí donde todos se cuenten sus cosas”.

“Y cuando me doy cuenta del matrimonio, me estaba peinando en el espejo y estaba esperando a que se despertara. Era la una de la tarde, él tenía dos noches que no llegaba porque se había ido de borracho. Estaba esperando a que se levantara para que pudiéramos ir a jugar a la “familia feliz”.

“Entonces, cuando me estoy peinando, me pregunté ‘¿esto es el matrimonio, esto es para toda la vida?’”.

“Entonces me di cuenta que no me iba a rescatar ni me iba a dar la familia que yo quiero. Y así decidí hacer mi familia con mi hija. Esa es mi familia, dos. Hoy somos tres, con mi nieta, bueno cuatro con el esposo de mi hija”.

-¿Sigue siendo una buena institución el matrimonio?

-Nunca lo ha sido. Estamos con la falsa idea del final feliz. Lo más padre es que yo te deje crecer como hombre y que me dejes existir en mis preocupaciones, en mis locuras y en las cosas, que me des chance y que cuando queramos nos veamos y te quedas en la noche y luego te vas.

Nadie nos va a venir a rescatar, no hay caballos blancos ni hay quien nos mantenga

-¿Cuál es la clave para una relación larga y duradera?

-Que cada quien viva en su casa, o juntos, pero que sean inteligentes. Pero lo peor de todo es cuando te dicen que eres inteligente sabes que ahí viene un golpe, porque por ser inteligente puedes aguantar. Entonces te atacan más porque eres inteligente y puedes discernirlo.

“El papá de mi hija le dijo cuando terminó la universidad: ‘yo no me preocupé por tí, porque sabía que tenías una madre muy inteligente y ella te iba a sacar adelante sola’”.

RETRATOS LITERARIOS

Las historias que retrata en sus libros, dice, están basadas en mujeres reales. Todas ellas conocidas de primera mano.

“Una de las recamareras con las que platiqué era teibolera desde los 14 o 15 años y no sabía nada de sexualidad. Haciendo su trabajo se embarazó y no supo qué le estaba pasando. Tuvo al hijo y trató de retomar su trabajo como bailarina, pero como su cuerpo cambió ya no la aceptaron. También quedó enganchada en las drogas, porque los clientes le daban de todo. Entonces, con esa edad buscó otro trabajo y lo único que encontró fue de recamarera”.

“Otra cosa que ocurre en los hoteles de paso es que los hombres pueden llegar a solicitar mujeres. Eso no te lo dicen, pero puedes llegar a la recepción y decir, quiero una chava, preguntar por un catálogo o por los precios. Eso también genera violencia y no es tan visible”.

EL PODER DE LAS PALABRAS

Para Elena, las palabras son bombas. Sus títulos lo demuestran, De chica quería ser puta, El silencio de las amantes, Yo zorra, tú niña bien, y En un hotel de paso, son los nombres que ella eligió para generar morbo y acercar sus ideas a las y los lectores.

“El morbo y el chisme te hace voltear. Las mujeres se llevaban los libros, pero tapaban los títulos. Y muchas de mis amigas me acusaron y me preguntaban si no me daba vergüenza”.

Sin embargo, el impacto de las palabras y de las acciones en pro de la equidad de género, desde el punto de vista de la escritora, no han tenido mucho avance

-¿Cuántos años tiene De chica quería ser puta y cuánto ha cambiado la equidad de género en ese tiempo?

Tiene 12 años, pero desafortunadamente el panorama no ha cambiado mucho. Es una guerra de muchos años, de siglos, incluso.

-¿López Obrador es el presidente más feminista que ha tenido el país?, ¿ha habido presidentes feministas?

-No.

-¿Al poder le interesa la mujer?

-No, lo usan como una artimaña, pero que les interesemos como seres pensantes, como seres inteligentes, no mucho.

-¿Una mujer presidente podría cambiar eso?

-Espero que no tenga una mentalidad machista, pero sí, puede ser.

-¿Margarita Zavala?

- ¡Guácala! Josefina Vázquez Mota, con su “cuchi, cuchi”, no inventes. Tal vez Rosario Ibarra de Piedra.

Elena Sevilla lanzó en agosto su cuarto libro / Foto: Alejandro Aguilar

¿Y ELLOS?

Para Elena Sevilla, el problema de la falta de equidad también tiene un lado masculino, que implica necesariamente romper con los roles que han cargado los hombres para liberarse de las presiones que tienen ellos y que les han sido impuestos desde la sociedad.

Según la escritora, ellos también tienen roles sobre papeles que deben cumplir, que pueden significar presiones y los obligan a seguir en círculos de violencia.

“Se necesitan nuevas masculinidades que rompan los paradigmas. Eso es lo que necesitamos”.

➡️ José Fors le lleva la contra a Guillermo del Toro y se convierte en actor

-¿Cómo creas un nuevo concepto de masculinidad?

-Cambiando un poquito todos, porque todos educamos, pero más las mujeres. También sería solución que los hombres se involucraran más en el proceso de educación de los hijos, que todo fuera más equitativo.

-¿Los hombres están encasillados?

-Sí, claro. Por ejemplo, tú tienes que ser exitoso. Eres la cabeza de familia, tienes que mantenerla, esa es tu tarea como hombre, entonces tiene que ser fuerte, cabrón. Eso también les ha dolido mucho a los homosexuales, porque eran más sensibles y eso no estaba permitido.

“A los hombres les enseñan a no llorar a no estar en contacto con sus sentimientos y eso genera confusión”.

“También cuando tienes que demostrar a los demás que sí te has cogido muchas, cuando a lo mejor no quieres, porque no te sientes a gusto, porque no tienes ganas, porque no te motiva mucho el erotismo o porque no lo has encontrado todavía. Tu sexualidad va madurando. Es como cuando nacemos, no empezamos con la inteligencia revolucionada. Esa sexualidad la vamos aprendiendo con qué sentimos más bonito o qué nos gusta más. A lo mejor esa sexualidad se va despertando en los niños poco a poco, no tiene que ser tan abrupta. El hecho de que te pase a lo mejor con una mujer más sensible y que te dé la oportunidad y que tú sientas el primer beso o los primeros escarceos amorosos y lo sientas rico, ese crecimiento que van teniendo los hombres no se los permitimos, porque los presionamos a ser cabrones y no tiene que ser así”.

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Leer en la portada de un libro el título De chica quería ser puta rompe paradigmas. Esa es la misión que Elena Sevilla dice tener como escritora.

Sus cuatro libros publicados hablan de ellas y son para ellas. Siempre desde la crítica y la desmitificación de los roles y la violencia que viven las mujeres en una sociedad machista.

“Pero también escribo para ellos o para los que quieran entender”, asegura.

En la charla, Elena reflexiona sobre los roles de los hombres y las mujeres como personas, e incluso cuestiona el matrimonio tradicional y las relaciones de pareja.

Su último libro, En un hotel de paso, vio la luz en agosto, en medio de la pandemia, por lo que no ha sido presentado físicamente. En él aborda todo lo que pasa puertas adentro de las habitaciones a partir de los testimonios de las recamareras que se dedican a poner a punto los cuartos para la siguiente historia.

“En un hotel de paso no les importa si eres menor de edad o si eres adulta. Te encuentras con situaciones fuertes o chuscas”, comenta.

Se necesitan nuevas masculinidades que rompan los paradigmas

VIOLENCIA EN TODOS LADOS

El común denominador de la desigualdad para ellas, dice, es la violencia, que está presente en las familias, las instituciones, las parejas y la dinámica que persiste en las familias mexicanas, lo que incluye ataques entre mujeres.

“Una mujer que es violentada recibe malos tratos en todos lados. Cuando te suben a la plancha para hacerte el examen legista en el Ministerio Público te ven con asco”.

“¿Sabes qué pasa cuando dices que te están acosando o que te violaron? Siempre te ponen cara de incredulidad. Donde quiera que yo iba era lo mismo”.

“O me decían: ‘ay ¿a tu edad? ¡deberías estar agradecida!’ O sea, nosotros nos podemos acostar con quien elegimos, eso es lo que debemos transmitir a nuestras hijas, la libertad de elegir. Y todo eso tiene que ser también para ellos”.

“Pero todo eso tiene que ver con las emociones. Partiendo de las emociones que nosotros como papás, debemos de enseñar a los niños a identificarte con las emociones, qué sientes y por qué. Es normal que sientas emociones, que te sientas chipil sin que importe si eres hombre o mujer.

-¿Eres feminista?

- No, creo que el feminismo se ha malentendido. El problema es que quienes crían machos son las mujeres.

“En las familias tradicionales sigue la idea de decirles a las mujeres 'sírvele de comer a tu hermano' o 'atiende a tu papá'.

“Desde ahí tenemos puntos que chocan con la realidad, pero eso no quiere decir que no apoye los movimientos de mujeres, al contrario, tenemos que jalar todos para el mismo lado”.

➡️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias

-¿Las mujeres se apoyan entre sí?

-No todas, a veces nos ponemos a competir con nosotras mismas. Nunca falta quien voltea a ver una mujer exitosa en lo laboral y que alguien más diga que tiene éxito porque ya estuvo con el jefe. O incluso, a veces no podemos ver una mujer más guapa, porque la tachamos de cualquier cosa.

“Hay muchos celos entre mujeres y eso a veces complica la equidad”.

“Otra cosa que pasa es que las mujeres nos dicen que tenemos que esperar a nuestro príncipe azul, pero eso no existe. Nadie nos va a venir a rescatar, no hay caballos blancos ni hay quien nos mantenga. Dicen que es cuando empieza el final feliz, ¿cuál final feliz? Pero nos gusta mantener esas ideas y queremos retener a los hombres haciéndoles creer que ellos nos dan seguridad”.

Foto: Alejandro Aguilar

-¿Te gusta ser rescatada como mujer?

-¡Obvio no!, ¿como para qué?

-¿Por qué sigue ese juego del rescate?

-Porque así estamos educados. Esa ideología se repite y las mujeres parecemos ciegas.

-¿Eso es parte del círculo de violencia?

-Sí, por supuesto. Y tal vez ahí entre un poco la preparación. Ojalá pudiéramos percatarnos de lo que somos y de qué tenemos y hacia dónde nos dirigimos. Tal parece que cuando empezamos una relación, es como subirnos a un taxi y dejamos que nos lleve a donde quiera. Y se te hace tonto, pero elegimos más rápido a un hombre que a un par de zapatos.

“¿Por qué? ¿porque tenemos necesidad de que nos digan que somos bonitas?, ¿porque vimos que tenía un carro bonito y tiene las posibilidades de sacarnos de pobres? No es porque sea inteligente, o guapo o sexy, es por la sensación de seguridad que nos proporciona”.

“Eso crea un círculo vicioso de dependencia y juegos de poder”.

-¿En algún momento te viste así?

-No. Desde el principio me la partieron y ya. Al año y medio de casada me di cuenta de todo. Esa fue la gota que derramó el vaso.

-¿Cómo te marcan ese tipo de experiencias de pareja?

-Cuando lo conocí ví una familia bonita, una familia muégano. Y pensé, aquí es seguro, va para largo. Eso me dio seguridad, que tenía una familia grande. En mi casa, nada más éramos mi mamá, mi hermana y yo. No había Navidad ni cumpleaños. En cambio, con él eran los cumpleaños donde se juntaban 65 personas en un domingo nada más porque sí. Entonces me decía “qué bonita familia, yo aquí quiero crecer, aquí donde todos se cuenten sus cosas”.

“Y cuando me doy cuenta del matrimonio, me estaba peinando en el espejo y estaba esperando a que se despertara. Era la una de la tarde, él tenía dos noches que no llegaba porque se había ido de borracho. Estaba esperando a que se levantara para que pudiéramos ir a jugar a la “familia feliz”.

“Entonces, cuando me estoy peinando, me pregunté ‘¿esto es el matrimonio, esto es para toda la vida?’”.

“Entonces me di cuenta que no me iba a rescatar ni me iba a dar la familia que yo quiero. Y así decidí hacer mi familia con mi hija. Esa es mi familia, dos. Hoy somos tres, con mi nieta, bueno cuatro con el esposo de mi hija”.

-¿Sigue siendo una buena institución el matrimonio?

-Nunca lo ha sido. Estamos con la falsa idea del final feliz. Lo más padre es que yo te deje crecer como hombre y que me dejes existir en mis preocupaciones, en mis locuras y en las cosas, que me des chance y que cuando queramos nos veamos y te quedas en la noche y luego te vas.

Nadie nos va a venir a rescatar, no hay caballos blancos ni hay quien nos mantenga

-¿Cuál es la clave para una relación larga y duradera?

-Que cada quien viva en su casa, o juntos, pero que sean inteligentes. Pero lo peor de todo es cuando te dicen que eres inteligente sabes que ahí viene un golpe, porque por ser inteligente puedes aguantar. Entonces te atacan más porque eres inteligente y puedes discernirlo.

“El papá de mi hija le dijo cuando terminó la universidad: ‘yo no me preocupé por tí, porque sabía que tenías una madre muy inteligente y ella te iba a sacar adelante sola’”.

RETRATOS LITERARIOS

Las historias que retrata en sus libros, dice, están basadas en mujeres reales. Todas ellas conocidas de primera mano.

“Una de las recamareras con las que platiqué era teibolera desde los 14 o 15 años y no sabía nada de sexualidad. Haciendo su trabajo se embarazó y no supo qué le estaba pasando. Tuvo al hijo y trató de retomar su trabajo como bailarina, pero como su cuerpo cambió ya no la aceptaron. También quedó enganchada en las drogas, porque los clientes le daban de todo. Entonces, con esa edad buscó otro trabajo y lo único que encontró fue de recamarera”.

“Otra cosa que ocurre en los hoteles de paso es que los hombres pueden llegar a solicitar mujeres. Eso no te lo dicen, pero puedes llegar a la recepción y decir, quiero una chava, preguntar por un catálogo o por los precios. Eso también genera violencia y no es tan visible”.

EL PODER DE LAS PALABRAS

Para Elena, las palabras son bombas. Sus títulos lo demuestran, De chica quería ser puta, El silencio de las amantes, Yo zorra, tú niña bien, y En un hotel de paso, son los nombres que ella eligió para generar morbo y acercar sus ideas a las y los lectores.

“El morbo y el chisme te hace voltear. Las mujeres se llevaban los libros, pero tapaban los títulos. Y muchas de mis amigas me acusaron y me preguntaban si no me daba vergüenza”.

Sin embargo, el impacto de las palabras y de las acciones en pro de la equidad de género, desde el punto de vista de la escritora, no han tenido mucho avance

-¿Cuántos años tiene De chica quería ser puta y cuánto ha cambiado la equidad de género en ese tiempo?

Tiene 12 años, pero desafortunadamente el panorama no ha cambiado mucho. Es una guerra de muchos años, de siglos, incluso.

-¿López Obrador es el presidente más feminista que ha tenido el país?, ¿ha habido presidentes feministas?

-No.

-¿Al poder le interesa la mujer?

-No, lo usan como una artimaña, pero que les interesemos como seres pensantes, como seres inteligentes, no mucho.

-¿Una mujer presidente podría cambiar eso?

-Espero que no tenga una mentalidad machista, pero sí, puede ser.

-¿Margarita Zavala?

- ¡Guácala! Josefina Vázquez Mota, con su “cuchi, cuchi”, no inventes. Tal vez Rosario Ibarra de Piedra.

Elena Sevilla lanzó en agosto su cuarto libro / Foto: Alejandro Aguilar

¿Y ELLOS?

Para Elena Sevilla, el problema de la falta de equidad también tiene un lado masculino, que implica necesariamente romper con los roles que han cargado los hombres para liberarse de las presiones que tienen ellos y que les han sido impuestos desde la sociedad.

Según la escritora, ellos también tienen roles sobre papeles que deben cumplir, que pueden significar presiones y los obligan a seguir en círculos de violencia.

“Se necesitan nuevas masculinidades que rompan los paradigmas. Eso es lo que necesitamos”.

➡️ José Fors le lleva la contra a Guillermo del Toro y se convierte en actor

-¿Cómo creas un nuevo concepto de masculinidad?

-Cambiando un poquito todos, porque todos educamos, pero más las mujeres. También sería solución que los hombres se involucraran más en el proceso de educación de los hijos, que todo fuera más equitativo.

-¿Los hombres están encasillados?

-Sí, claro. Por ejemplo, tú tienes que ser exitoso. Eres la cabeza de familia, tienes que mantenerla, esa es tu tarea como hombre, entonces tiene que ser fuerte, cabrón. Eso también les ha dolido mucho a los homosexuales, porque eran más sensibles y eso no estaba permitido.

“A los hombres les enseñan a no llorar a no estar en contacto con sus sentimientos y eso genera confusión”.

“También cuando tienes que demostrar a los demás que sí te has cogido muchas, cuando a lo mejor no quieres, porque no te sientes a gusto, porque no tienes ganas, porque no te motiva mucho el erotismo o porque no lo has encontrado todavía. Tu sexualidad va madurando. Es como cuando nacemos, no empezamos con la inteligencia revolucionada. Esa sexualidad la vamos aprendiendo con qué sentimos más bonito o qué nos gusta más. A lo mejor esa sexualidad se va despertando en los niños poco a poco, no tiene que ser tan abrupta. El hecho de que te pase a lo mejor con una mujer más sensible y que te dé la oportunidad y que tú sientas el primer beso o los primeros escarceos amorosos y lo sientas rico, ese crecimiento que van teniendo los hombres no se los permitimos, porque los presionamos a ser cabrones y no tiene que ser así”.

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