Detrás de la voz del personaje principal de “Poco ortodoxa”, la serie de Netflix que se ha vuelto tendencia en plena contingencia por el Covid- 19, se encuentra María Martínez, mejor conocida como “María Alcázar”; una titiritera y actriz de doblaje que desde hace más de 10 años se dedica a esta labor.
En entrevista telefónica con DIARIO DE QUERÉTARO, la también integrante de la compañía queretana La Gaviota Teatro, habla acerca de su trabajo en cabina, donde ha interpretado a personajes de diferentes series, caricaturas y películas tales como Irma Langinstein en Tortugas Ninja; Arya Stark en Juego de tronos; Ingrid, en Once upon a time y Lady Trieu en Watchmen.
Sobre su nuevo personaje, Esther “Esty” Schwartz, la mujer judía de 19 años que en la serie huye de un matrimonio arreglado y de la comunidad ultraortodoxa Satmar, en Nueva York, la actriz señala que fue un gran reto, pues aunque “no tiene grandes discursos”, es muy complejo, “ya que en pocas palabras tuve que meter toda su carga emocional”.
“Es un personaje muy complejo, tiene una mirada que dice un montón de cosas, y en muchos momentos tuve que contener el sentimiento mientras la veía en la pantalla, y buscaba recrear con mi voz todo eso que estaba ocurriéndole: yo lloraba con ella, y sentía toda su libertad”, explica sobre Esty, cuya historia fue inspirada en la autobiografía de Deborah Feldamn “Unorthodox: The scandalous rejection of my hasidic root” (Poco ortodoxa: El escandaloso rechazo de mis raíces jasídicas).
Tras cuatro días de trabajo, divididos en la misma cantidad de semanas, Alcázar culminó con su colaboración en esta serie, que fue estrenada el pasado 26 de marzo, a través de la plataforma de Netflix.
Doblaje, el arte de interpretar con la voz
La fascinación de María por la imitación y por las cualidades estéticas de su voz para recrear paisajes sonoros, comenzó desde que ella era muy pequeña.
“Siempre fui una niña solitaria, a la que le gustaba jugar a ser locutora; entonces a veces yo me grababa en los casetes cantando, hablando y como haciendo improvisaciones, siempre me llamó la atención. Cuando veía una caricatura me aprendía los diálogos de todos los personajes y hacía todas las voces, entonces crecí con ese gusto del trabajo con la voz, con esta inquietud de ser actriz, incluso de ser cantante”, recuerda.
Desde los 15 años estudió actuación, aunque al crecer se inclinó por la carrera de Ciencias de la Comunicación para convertirse en locutora. No obstante, a la par de su formación actoral, descubrió que en centros como Candiani Dubbing Studios, y en espacios gestionados por artistas como Moisés Palacios –reconocido por dar voz a Woody Allen y a personajes en películas como La Bella y la bestia, Monsters Inc. y Terminator–, se impartían cursos de doblaje.
“Para poder hacer doblaje tienes que saber actuar, tienes que interpretar sólo con tu voz”, explica la actriz sobre esta labor que comenzó a realizar de manera profesional en 2009 para diferentes estudios como el mismo Candiani Dubbing Studios, además de Made in Spanish y SDI Media de México.
“Empiezas desde abajo haciendo ambientes, que es cuando te metes junto a otros actores en una misma sala y entre todos hacen las voces de fondo, es decir, si en una escena principal están dos personas en una cafetería, el ambiente son todas las improvisaciones de los demás actores que simulan estar en el mismo espacio, así es como inicia un actor de doblaje”.
Y aunque considera que su voz es “juvenil, chillona y gangosa”, su incursión por diferentes talleres especializados en México y otros países como Chile, le ha permitido aprender técnicas de doblaje que ha complementado con clases de canto y exploración vocal, logrando ampliar así sus posibilidades sonoras; “de hacer a puras jovencitas, mujeres amables, chavitas (…) logré que me consideraran para doblar a villanas, mujeres de 45 años, e incluso viejitas para caricaturas”.
Alcázar confiesa que parte de su formación la ha encontrado en la vida misma, a través de las charlas cotidianas con adultos, pero sobre todo, con niñas y niños.
“Siempre presto mucha atención en cómo hablan las personas [...] sobre todo cuando cuentan una historia y empiezan a imitar a alguien con sonidos muy raros (risas). También me gusta mucho escuchar a los niños, los sonidos que hacen, o cuando alguien tiene una voz rara”, detalla.
Aunque a México su profesión llegó hace casi un siglo, María lamenta que los espacios de capacitación y desarrollo aún se encuentren centralizados en la Ciudad de México; por ello, junto con Gustavo Guzmán ha creado en Querétaro PerroLobo, un estudio desde donde pronto compartirá su experiencia a través de talleres de doblaje y locución.
México, líder en la industria del doblaje
Al igual que en el teatro, los artistas del doblaje estudian a su personaje, pero cuentan con menos tiempo para hacerlo, afirma María y detalla que el trabajo final es resultado de la sincronización de tres personas.
“Siempre necesitamos de un director que nos esté marcando el ritmo, además de un ingeniero en audio. [Juntos] trabajamos en la cabina con un micrófono y una pantalla, y mientras vas viendo lo que pasa, escuchas el idioma original, repasas los textos del personaje, te fijas en cómo lo dice, con qué interpretación lo hace, con qué sentimiento, con qué emoción, y luego lo haces (…) el análisis es inmediato, casi casi con verle la cara y la expresión yo ya tengo que saber cómo lo voy a decir, y cómo voy a interpretar [todo lo que veo] sólo con mi voz”.
En México, esta profesión comenzó a desarrollarse en pleno auge de la Época de Oro del cine mexicano y actualmente, asegura Martínez, es una labor de la cual aún se puede vivir, pues la paga es por llamado.
De acuerdo con el Consejo de Empresas Mexicanas de la Industria del Doblaje (CEMID), el país abarca entre el 60 y 70% del mercado en toda América Latina y el mundo, y alrededor de 625 millones de personas hispanoparlantes consumen contenidos doblados en español.