Nick Zedd habla de su paraíso perdido

“Paradise lost” es un cortometraje en el que el artista posrtpunk documenta el proceso de desalojo que sufrió en la Ciudad de México junto a su familia y otros vecinos

Donna Oliveros | Diario de Querétaro

  · viernes 15 de noviembre de 2019

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

Con gafas oscuras y expresión adusta, Nick Zedd se abre paso por las calles del Centro Histórico de Querétaro. Su enigmática presencia se debe a la pasada edición del Chupasangre Festival de Horror, en la que dialogó con artistas locales sobre el cine de la transgresión y acerca del arte contemporáneo; un tema que aborda y desarrolla en su último ensayo titulado Manifiesto Extremista (2013).

Reconocido en el mundo underground por su amplia filmografía –en la que combina el shock value con el humor negro–, el cineasta y artista del postpunk neoyorkino lleva cerca de una década viviendo en México, lugar al que arribó huyendo de las altas rentas y del proceso de gentrificación que poco a poco fue penetrando en los suburbios de la Gran Manzana.

Sobre este fenómeno urbano, Zedd produjo un cortometraje en 8 mm titulado “Paradise lost”, en el que documenta el proceso de desalojo que sufrió en la Ciudad de México junto a su familia y otros vecinos.

“Cuando me mudé a México experimenté una sensación de alivio, sentí que por primera vez en mi vida había llegado a mi hogar. Lo percibí como un paraíso, me sentí bienvenido luego de haber estado en Nueva York la mayor parte de mi vida en departamentos pequeños y guetos. Nos mudamos a la Condesa [Ciudad de México]. Había mas espacio, más tranquilidad y fue agradable durante 4 años y medio, hasta que el dueño decidió desalojar a todos los vecinos del edificio, incluyendo a familias enteras que llevaban viviendo ahí unos 30 años. De pronto regresé a lo que ya había experimentado con los caciques o dueños anteriores [en Estados Unidos]. Tuve que vivir en un hotel ubicado en el centro –que tradicionalmente era un lugar para artistas–, y luego, tras dos años de estancia, el gerente nos corrió a todos sin importarle nadie. Era un edificio propiedad de Carlos Slim”, recuerda el autor de películas de bajo presupuesto como “They eat scum” (1979) y “Geek Maggot Bingo” (1983), gracias a las cuales se convirtió en un referente obligado para el cine experimental.

Zedd platica que antes de migrar a México, y por necesidad, tuvo que vender todo su material a la Universidad de Nueva York, considerada por algunos como una de las instituciones responsables del proceso de gentrificación acaecido en los vecindarios neoyorkinos.

“En Nueva York llegué a sentirme como un forastero, un cineasta del género underground sin ningún apoyo del gobierno o de alguna institución. Básicamente el mundo del arte me trató como un leproso, a pesar de que tuve ideas que fueron apropiadas e imitadas por otros. Después de vivir en Nueva York por décadas, surgió la propuesta de vender a la Universidad de Nueva York mi archivo personal, donde tenía libros, dibujos, películas, etcétera. Me dijeron que los mantendrían en un espacio con clima controlado para los estudiantes y se conservaría por años. Sentí que era una buena oportunidad para salvar mis cosas y dejar de pagar rentas exorbitantes en departamentos pequeños de donde luego fui desalojado.

Los políticos y los dueños –la oligarquía que controla el capitalismo especialmente en NY– han hecho la vida imposible para los artistas, así que vine a un lugar donde pensé que me sentiría más bienvenido o al menos de la misma manera en que me sentía antes en NY, cuando las rentas eran baratas para los artistas, se tenía lo necesario para sobrevivir y existía un sentimiento de comunidad donde los cineastas, bailarines, actores y presentadores podíamos interactuar y trabajar juntos, antes de esta ‘limpieza’; de esta forma de sanitizar la ciudad desalojando a personas”.

Actualmente, Zedd divide su tiempo como pintor y productor de videos musicales para algunas bandas y dice que está buscando a un productor de cine que quiera hacer una película basada en su vida, “lo he intentado por lo últimos siete años y lo seguiré haciendo”.