/ lunes 4 de marzo de 2019

Fuentezuelas; explosión quemó a decenas de familias

Un inicio de año complicado y doloroso se dio para la comunidad de Fuentezuelas, Tequisquiapan, después de la explosión

TEQUISQUIAPAN, QRO. (OEM-Informex).- Un inicio de año complicado y doloroso en la comunidad de Fuentezuelas, Tequisquiapan, después de la explosión de pirotecnia ocurrida la mañana del 11 de diciembre del año pasado, cuando un error humano cobró la vida de siete personas en los festejos guadalupanos.

El dolor y la tristeza se reflejan en las familias de la comunidad donde dos voces cuentan lo sucedido esa mañana, y en donde las huellas de la tragedia aún quedan plasmadas en la capilla.

Ermila Trejo Ugalde, es sobreviviente del terrible accidente, y al acceder a narrar lo sucedido aquella mañana, rememoró que como cada año y desde muy temprano, los habitantes de esta comunidad se agrupaban para realizar un recorrido por varias calles y finalizar en las puertas de la iglesia.

El repique de las campanas se intensificó y aumentó conforme los minutos transcurrían después de las 5:30 am. Abrazada de seis decenas de gruesas de cohetes, Ermila Trejo Ugalde, no recordó más, solo vio una luz brillante y sintió como se cimbraba el piso, generando caos entre los creyentes.

“Yo no supe de nada, me dicen que la explosión me aventó y me pegue en la cabeza, mucha gente quedó muerta ahí mismo, a tres o cuatro metros de donde yo estaba, bendito sea Dios que no pasó otra cosa, yo no me acuerdo de nada, lo único que yo vi, fue una llamarada y ya de ahí no supe más, me ensordecí, siento que me truena el oído todavía, tuve quemaduras en muchas partes de mi cuerpo, estuve internada una semana en San Juan del Río, yo traía cuetes y ya no supe”.

Con lágrimas en los ojos y sin poder disimular el profundo dolor y tristeza, Ermila Trejo lamentó las pérdidas humanas que aquella mañana hubo.

A su lado, y afortunado de haberse ausentado aquella mañana de los festejos, su esposo de nombre Margarito Cruz Corona, narró que tras la explosión fue a buscarla y la encontró entre la multitud de feligreses, con quemaduras en muchas partes del cuerpo e inconsciente, y al tratar de ayudarla no pudo más y optó por regresar a su casa para buscar una manta y sacarla del lugar.

“Hace poquito pase por San Nicolás y escuché que tronaron cohetes y si reacciono raro, tengo como el temor, yo no lo viví en el lugar pero a un paso de la iglesia iba a salir cuando escuche las sirenas de las ambulancias, se escuchó primero que no eran cohetes normales, era un estruendo, ella estaba tirada, yo la encontré, yo iba con dos niños chiquitos, al tratar de salir los regresé y entre el humo pasé por los que estaban tirados, los vi pero trataba de no lesionarlos, llegue de frente y vi a mi esposa”.

A poco más de dos meses de haber ocurrido la tragedia, Ermila y Margarito agradecen a Dios en contar la amarga experiencia, ya que con 40 años de matrimonio, siete hijos y 18 nietos, hoy más que nunca valoran la dicha de vivir y unidad familiar que lo ocurrido fortaleció a la familia Trejo Corona.

De manera lenta dijeron que es la recuperación de su estado de salud, pero con el apoyo de sus hijos y nietos, acude continuamente a recibir atención médica particular para su rehabilitación.

El recinto católico de la Virgen de Guadalupe en la comunidad de Fuentezuelas, tuvo poca afectación en su infraestructura por la explosión, informó el representante de la comunidad católica, Leonel Lira Olvera, debido a que el estruendo solo dañó una ventana y dos bancas que fueron repuestos por los cargueros de la comunidad.

Informó que en este sitio se pretende ofrecer una misa todos los días 11 de cada mes para recordar a los difuntos, que perdieron la vida a causa de la explosión, por ello, aseguró que el párroco de recién integración, Felipe Zárraga Ocampo, llamó a los habitantes a unirse en oración frecuentemente y pedir por las familias que de alguna manera sufrieron daños por esta tragedia.

La delegada de la comunidad, Liliana Ordaz Reyes, aseguró que a más de dos meses de la desgracia, la comunidad busca continuar con la cotidianidad de sus distintas labores, sin embargo, resulta difícil y complicado porque aún permanecen recuerdos tristes y de dolor que difícilmente se podrán olvidar.

“Ahorita estamos sensibles, la gente que estaba en el hospital ya está de alta y ya está saliendo a la calle, ya está empezando a realizar su vida normal, pero todavía estamos en shock porque estamos viendo lo que causó esta explosión por usar los cohetes, mientras yo esté de delegada no habrá cohetes, ya se los comenté a los cargueros, y si ellos piensan continuar haciendo uso de cohetes, yo me deslindo porque no voy a volver a pasar por lo mismo”.

Recordó que cerca de 40 personas fueron lesionadas por la explosión la madrugada del 11 de diciembre, seis personas fallecieron minutos después de la explosión, y una más en enero, quien por su estado crítico de salud no sobrevivió.

Lamentó que estos hechos se hayan registrado en Fuentezuelas, por lo que a manera de prevención se ha solicitado el apoyo de las autoridades competentes para la revisión periódica de situaciones de riesgo para la población, ya que a más de 10 semanas de lo ocurrido, invade el dolor y la tristeza por lo ocurrido.

TEQUISQUIAPAN, QRO. (OEM-Informex).- Un inicio de año complicado y doloroso en la comunidad de Fuentezuelas, Tequisquiapan, después de la explosión de pirotecnia ocurrida la mañana del 11 de diciembre del año pasado, cuando un error humano cobró la vida de siete personas en los festejos guadalupanos.

El dolor y la tristeza se reflejan en las familias de la comunidad donde dos voces cuentan lo sucedido esa mañana, y en donde las huellas de la tragedia aún quedan plasmadas en la capilla.

Ermila Trejo Ugalde, es sobreviviente del terrible accidente, y al acceder a narrar lo sucedido aquella mañana, rememoró que como cada año y desde muy temprano, los habitantes de esta comunidad se agrupaban para realizar un recorrido por varias calles y finalizar en las puertas de la iglesia.

El repique de las campanas se intensificó y aumentó conforme los minutos transcurrían después de las 5:30 am. Abrazada de seis decenas de gruesas de cohetes, Ermila Trejo Ugalde, no recordó más, solo vio una luz brillante y sintió como se cimbraba el piso, generando caos entre los creyentes.

“Yo no supe de nada, me dicen que la explosión me aventó y me pegue en la cabeza, mucha gente quedó muerta ahí mismo, a tres o cuatro metros de donde yo estaba, bendito sea Dios que no pasó otra cosa, yo no me acuerdo de nada, lo único que yo vi, fue una llamarada y ya de ahí no supe más, me ensordecí, siento que me truena el oído todavía, tuve quemaduras en muchas partes de mi cuerpo, estuve internada una semana en San Juan del Río, yo traía cuetes y ya no supe”.

Con lágrimas en los ojos y sin poder disimular el profundo dolor y tristeza, Ermila Trejo lamentó las pérdidas humanas que aquella mañana hubo.

A su lado, y afortunado de haberse ausentado aquella mañana de los festejos, su esposo de nombre Margarito Cruz Corona, narró que tras la explosión fue a buscarla y la encontró entre la multitud de feligreses, con quemaduras en muchas partes del cuerpo e inconsciente, y al tratar de ayudarla no pudo más y optó por regresar a su casa para buscar una manta y sacarla del lugar.

“Hace poquito pase por San Nicolás y escuché que tronaron cohetes y si reacciono raro, tengo como el temor, yo no lo viví en el lugar pero a un paso de la iglesia iba a salir cuando escuche las sirenas de las ambulancias, se escuchó primero que no eran cohetes normales, era un estruendo, ella estaba tirada, yo la encontré, yo iba con dos niños chiquitos, al tratar de salir los regresé y entre el humo pasé por los que estaban tirados, los vi pero trataba de no lesionarlos, llegue de frente y vi a mi esposa”.

A poco más de dos meses de haber ocurrido la tragedia, Ermila y Margarito agradecen a Dios en contar la amarga experiencia, ya que con 40 años de matrimonio, siete hijos y 18 nietos, hoy más que nunca valoran la dicha de vivir y unidad familiar que lo ocurrido fortaleció a la familia Trejo Corona.

De manera lenta dijeron que es la recuperación de su estado de salud, pero con el apoyo de sus hijos y nietos, acude continuamente a recibir atención médica particular para su rehabilitación.

El recinto católico de la Virgen de Guadalupe en la comunidad de Fuentezuelas, tuvo poca afectación en su infraestructura por la explosión, informó el representante de la comunidad católica, Leonel Lira Olvera, debido a que el estruendo solo dañó una ventana y dos bancas que fueron repuestos por los cargueros de la comunidad.

Informó que en este sitio se pretende ofrecer una misa todos los días 11 de cada mes para recordar a los difuntos, que perdieron la vida a causa de la explosión, por ello, aseguró que el párroco de recién integración, Felipe Zárraga Ocampo, llamó a los habitantes a unirse en oración frecuentemente y pedir por las familias que de alguna manera sufrieron daños por esta tragedia.

La delegada de la comunidad, Liliana Ordaz Reyes, aseguró que a más de dos meses de la desgracia, la comunidad busca continuar con la cotidianidad de sus distintas labores, sin embargo, resulta difícil y complicado porque aún permanecen recuerdos tristes y de dolor que difícilmente se podrán olvidar.

“Ahorita estamos sensibles, la gente que estaba en el hospital ya está de alta y ya está saliendo a la calle, ya está empezando a realizar su vida normal, pero todavía estamos en shock porque estamos viendo lo que causó esta explosión por usar los cohetes, mientras yo esté de delegada no habrá cohetes, ya se los comenté a los cargueros, y si ellos piensan continuar haciendo uso de cohetes, yo me deslindo porque no voy a volver a pasar por lo mismo”.

Recordó que cerca de 40 personas fueron lesionadas por la explosión la madrugada del 11 de diciembre, seis personas fallecieron minutos después de la explosión, y una más en enero, quien por su estado crítico de salud no sobrevivió.

Lamentó que estos hechos se hayan registrado en Fuentezuelas, por lo que a manera de prevención se ha solicitado el apoyo de las autoridades competentes para la revisión periódica de situaciones de riesgo para la población, ya que a más de 10 semanas de lo ocurrido, invade el dolor y la tristeza por lo ocurrido.

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