A punto de cumplir 82 años en marzo próximo, María JuanaEsperanza González Jael recuerda las leyendas y anécdotas de SanSebastián. Hoy vive lejos de la parroquia, hasta Cerrito Colorado,pero aún la considera suya y no falta cada año a los festejos dela iglesita a la que una vez le tocó ver quemada.
“Veníamos a misa de 5 de la mañana, a la hora que nos traíami papá y estaba quemada una parte, habían quemado altares demadera que estaban aquí al lado, decían que habían sido los deltren, pero solamente Dios, no se supo, pero aquí no había más,había un callejón, todo eran huertas”, cuenta mientras esperaque inicie la misa de la parroquia que festeja sus 299 años.
Cuando era niña todo eran leyendas en esa zona. La gente decíaque en las huertas se aparecía “un soldado descabezado”, perolo que más recuerda era un señor que “venía con su tablita ysu mechón, no había luz y gritaba ¡gorditas de cuajaaaal! Quesabrá Dios que era, a lo mejor leche cuajada”.
Su mamá murió en los años 40, cuando cumplió 35 años ydespués de parir ocho hijos. Su papá se volvió a casar y tuvootros 13 hijos. “Dicen que era buen gallo, más bien antes nopensaban, ellos no cuidaban tanto niño”. Todos los hermanos sefueron, excepto María Juana, que cada año regresa a la misa eldía de San Sebastián, a las festividades de la parroquia en dondecreció.
“Antes era una fiestota, era bien alegre, aquí habíaárboles y los padres salían a caballo, iban hasta los ranchos acelebrar, ahora ya pusieron una cruz, pero aquí todo los niñosdábamos lata, todo era bien alegre, bien bonita”, relata.
Ubicada entre las calles de Primavera y Otoño, la parroquia delbarrio de San Sebastián se levantó en 1718, como ayuda de laparroquia de Santiago, según recuerda el cronista municipal,Andrés Garrido del Toral.
El cronista señala que San Sebastián es el barrio mástradicional de La Otra Banda, al norte del río de Querétaro. Suregistro como barrio aparece en documentos del silo XVI y endocumentos indígenas se menciona que algunos caciques importantesse trasladaron a La Otra Banda para instalarse de maneradefinitiva.
María Juana Esperanza sólo recuerda las leyendas. Que algunascasas de la zona se construyeron en el panteón de la parroquia,las supuestas apariciones, pero sobre todo, recuerda la fiesta queatraía a todos los habitantes de varias colonias para honrar a SanSebastián.
