A mí me da mucho miedo ver la ciudad así

Así describe Abraham Lule Oyervides, un queretano que vive en Nueva York, el panorama que se vive en esa ciudad

Catalina Reyes|El Sol del Bajío

  · lunes 4 de mayo de 2020

Abraham en las calles de Nueva York| Fotos: Cortesía Abraham Lule

Celaya (OEM-Informex).- “Siempre estamos en silencio todo el día, pero escuchas las sirenas y es lo que te recuerda que hay algo más grande que estas cuatro paredes. A mí lo que me causa es miedo, a mí me da mucho miedo ver la ciudad así, porque esto es más grande que nosotros mismos.

“Me recuerda que la gente está muriendo, que hay un virus. Cuando vienes a Nueva York vienes no a una película apocalíptica, no a ver esto, es miedo”.

Así describe Abraham Lule Oyervides, un queretano que vive en Nueva York, el panorama que se vive en esa ciudad que desde hace más de un mes es el epicentro mundial de la pandemia de coronavirus, con más de 100 fallecimientos diarios por esta nueva enfermedad.

Y es que hasta el 10 de abril, al menos 16 mil 686 personas habían muerto de Covid-19 en Estados Unidos, casi la mitad de ellas en el estado de Nueva York. Del total de 466 mil 299 casos confirmados en todo el país, unos 162 mil estaban en Nueva York, según datos de la Universidad John Hopkins.

Seis semanas encerrado

Abraham tiene 34 años, radica desde hace 3 años y 8 meses en la ciudad de los rascacielos. Es diseñador gráfico y letrista. A la fecha, lleva seis semanas sin salir de su departamento. En entrevista exclusiva con El Sol del Bajío, nos contó cómo empezó a vaciarse y cerrarse la ciudad y cómo sobrelleva su encierro obligado.

“Yo recuerdo que fue hace como 6 semanas que empecé a escucharlo, estaba el bullicio de lo que estaba pasando, no aquí, en China. Algunas empresas grandes empezaron a cancelar citas, a cancelar viajes.

“Yo no recuerdo una fecha exacta en que el gobierno dijera: ya no podemos salir. Pero sí hubo una fecha que todos los servicios tenían que cerrar: el 13 de marzo, cuando ves todas la lavanderías cerradas, eso fue lo que empezó a alertar. Lo sé porque yo había ido a la tintorería y los pantalones se quedaron adentro y ya nunca los recuperé.

“Ahí yo recuerdo que ya estábamos platicando de qué va a pasar, esa semana ya estaba todo cerrado: todos los negocios que no sean indispensables. Excepto los de comida, con opción de comida a domicilio y para llevar. Esos sí se mantuvieron abiertos pero eso fue decisión de cada propietario, de que dijeron: ‘voy a cerrar porque no quiero arriesgar a mis empleados”.

Refirió que algunos servicios de alimentos se mantuvieron abiertos bajo la leyenda de “grocery”, que en español significa abarrotes.

“¿Y entonces para qué estamos aquí?”

Cerraron peluquerías, gimnasios, tiendas de ropa. Mucho más los servicios que tuvieran la capacidad de contener gente adentro: estadios, cines, todos cerrados desde el día 1. Los vuelos empezaron a cancelarse también. “Donde yo vivo (en Queens), todo estaba cerrado.

“Una de las cosas que hemos estado platicando del cierre de servicios es que la mayoría de la gente que venimos a Nueva York es por los servicios, y el no tenerlos te mueve un poco de por qué estás aquí entonces.

“Las clases de yoga, bares, museos, que consideras que consideras parte de tu vida, son lujos, son comodidades”. Toda esa diversión, que da su naturaleza a Nueva York, cerró. El transporte público del ferry, el tren, el metro nunca se paró.

A diferencia de México, en donde las autoridades han pedido a la gente que se quede en su casa, en Nueva York no ocurrió así, refiere Lule Oyervides. Sino que fue una decisión voluntaria de sus habitantes, obligados por las circunstancias.

“Mucha de la gente empezó a ver que estar cerca de los demás no era conveniente, empezó a ponerse máscaras. Y cuando ves que todo mundo lo está haciendo, no quieres ser la oveja descarriada”.

Ya trabajaba en casa desde antes

Abraham ya era “free lance” trabajando en casa desde octubre de 2019, antes que iniciara la expansión del virus. Empezó a trabajar “full time” en casa en enero pasado. Justo acababa de firmar su contrato cuando comenzó la pandemia, en marzo.

Así que no le representó un cambio significativo en su dinámica diaria cuando tuvo que dejar de salir a la calle.

13 días después de que cerró la puerta por dentro, arreciaron los contagios. El 26 de marzo, Estados Unidos se convirtió en el país con mayor número de enfermos por el virus que vino de Asia, por encima de China y de Italia, que al principio fueron los más afectados.

-¿Cómo vives tu encierro?

“Yo me he sentido muy tranquilo hasta ahora, apenas ahora, es algo llevadero. Apenas ahora me empiezo a sentir ansioso, no por el encierro, sino porque la adaptación a la ciudad cuando salgamos nos va a tomar más tiempo.

“Ahora los negocios empiezan a abrir. No me voy a arriesgar a ir, nadie nos ha dicho que ya podemos salir, nadie nos dicho que hay una vacuna. Eso me mueve mi parte interna de ver qué es lo que va a pasar.

“Ver desde la ventana cómo está reaccionando la gente. Nueva York ya era de por sí una ciudad llena y una ciudad sucia. Y por eso se volvió un foco de infección, por los lugares donde hay concentración de gente, los servicios con gente: los taxis, el servicio de comida, son los que más están documentados por el Estado. Los repartidores de todo tipo, el tren, Uber, servicios de vehículo.

“Y la gente que ha sido cercana de nosotros que está en el hospital, gente que está en coma, eso te mueve mucho más de lo que te digan las noticias, eso te mueve la parte emocional”.

Abraham siguió con su rutina diaria, levantándose a la misma hora. “Tu desayuno, comida y cena es lo que marca tu ritmo del día, trabajo, ejercicio, cena, repetir”.

A pesar de laborar en un sector no esencial, Lule Oyervides no se quedó sin empleo. Muchos de sus proyectos son empaques para alcohol, que son largos. Otros proyectos siguieron saliendo. “El alcohol sigue vendiendo y eso sigue igual”, señaló.

“Otros productos son de restaurantes y ahí vi un cambio. A mí me gusta mucho trabajar para lugares pequeños, entonces bajé a precios más módicos. O vi qué necesitaban, como productos para llevar.

“O en California, me encargaron un diseño para hacer reir a la gente que recibe sus productos y hacer sentir bien a sus clientes.

“Mi agente me ha dicho que tenemos que cambiar nuestras expectativas del salario, muchas empresas han cerrado. Yo estoy rodeado de amigos y colegas y mucha gente ha sido despedida. En muchas empresas el diseño se ve como algo innecesario. Ahora mismo yo no he visto un cambio. Pero puede ser que yo sea la cola de esto y que a la larga sí me impacte”.

Comentó que en Estados Unidos, los habitantes se pueden registrar como desempleados y el Estado les da 1,000 o 1,500 dólares a la semana. “Muchos dicen: gano más como desempleado que como empleado. Y muchos lo están tomando abusivamente. En las noticias salió que hay como 33 millones de desempleados en el país por el coronavirus”.

Vivir con alguien 24 horas diarias

El factor nuevo en su vida de encierro fue Albert Blackstone, su pareja, con la que ya vivía desde hace tiempo, pero no estaban juntos las 24 horas del día.

“No cambió mi día a día, pero sí quien está dentro de la casa. No es lo mismo estarnos viendo todo el día, que antes nos veíamos en la noche. La rutina cambia”.

Albert imparte clases en estudios de danza. Desde marzo, todos están cerrados, así que se quedó sin empleo temporalmente.

“Albert trabaja para la industria del entretenimiento y muchos de sus amigos son bailarines en Brodway. Esa industria ha sido muy afectada porque están desempleados.

“Cuando empezó todo, él estaba haciendo unos shows para un casino en Las Vegas. Y le decían ¿para qué te vas a Nueva York?, aquí no hay nada. Pero después de que regresó, el lunes cerraron las Vegas. Ese lunes fue que cerraron todo.

“A él totalmente le afectó quedarse en casa. El sí era estarse moviendo de punto a punto y estar fuera de casa, cambió a dar clases por instagram y la sala del departamento se convirtió en salón de danza y yo estoy junto haciendo mi trabajo de diseño. Entonces se convirtió en como un circo de tres pistas. No tienes esa distracción cuando sales de casa.

“La mayoría de los que vivimos en Nueva York vivimos en departamentos, no tenemos mucho espacio. Eso es lo que nos está cambiando mucho, haces tu rutina en un espacio mucho más pequeño”, refirió el joven queretano.

Así que esta convivencia de 24 horas diarias sí les ha causado problemas a los dos, no graves, “pero sí sientes mucha invasión a tu espacio personal. No podemos poner la música a cualquier hora”.

A lo único que salen a la calle es a comprar la comida, hay que ir a las tiendas forzosamente con máscara, los guantes son opcionales.

“Pero una cosa que generó pánico fue que en algún lado salió que los productos también podían traer virus, así que tienes que limpiar tu comida antes de entrar al departamento. Algunas tiendas aceptan 10 personas, otros como las farmacias, 5 y otros sólo 1 persona.

“Llegando aquí al departamento hay que desinfectar lata por lata, cosa por cosa. Todo: desayuno, comida, cena, postre, antojo, es hecho en casa”.

Aunque como ahí no están como en Europa que fue obligatoria la reclusión en casa, algunas veces ambos se salen a caminar.

Hace años, durante mucho tiempo, cuando vivía en Querétaro, Abraham Lule era profesor de coreografías para porristas, por lo que siempre fue muy activo.

“El ejercicio es algo que a la fecha no he podido retomar. En casa no me acomodo. Estando en casa es más trabajo. No he podido despegarme. Lo he llegado a hacer dos o tres veces”.

En la noche, todos aplauden


Esta

entrevista se realizó el 30 de abril. Un día antes, fueron encontrados dos camiones de mudanza con 50 cuerpos en descomposición afuera de una funeraria en Nueva York. Los primeros reportes noticiosos hacían sospechar que hubieran fallecido por coronavirus.

El aspecto positivo del encierro ha sido la unión de los habitantes de la Gran Manzana, destacó. Pues dijo que por iniciativa del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, desde la segunda semana del encierro, a las 7:00 de la noche todos salen a sus ventanas a aplaudir al personal del servicio de salud. Para él, ha despertado “esa sensación de que nunca había vivido quién vivía enfrente del edificio o en el piso de arriba.

“Esa actitud te levanta el ánimo y que estamos juntos, y que vamos a hacerlo bien. Es una de las iniciativas del gobernador del Estado que ha salido muy bien.

“Andrew Cuomo, el gobernador de Nueva York, ha sido siempre muy humano. Eso me gusta mucho de su speech. Escuchar cómo está muriendo la gente, y las noticias a nivel federal tenían otro tono, no era tan humano. Y eso me llamó mucho la atención.

“El número de muertes me da mucha rabia, mucha gente acá lo compara con que más gente muerte de cáncer. Pero esto nos encerró en dos semanas. Tan desprevenidos estábamos.

“Aquí el gobierno federal dijo no va a pasar nada, al principio, y veo que el gobierno de México lo estaba haciendo igual.

“Es una de las prioridades del presidente empezar a abrir el comercio y empezar a abrir el país. Y ya es decisión del gobernador cómo toda esa decisión. Aquí el gobernador de Nueva York dijo: no hay nada más grave que la muerte, así que todavía no”.

Abraham ha visto desde su ventana que los bomberos apoyan en el aplauso, salen con sirenas, hacen comunidad. La propia gente ha estado gritando las medidas preventivas: ponte cubrebocas, hazte para allá.

“Creo que esto en Nueva York ha sacado lo mejor de nosotros como personas. De estar haciendo una lista de esto no es prioridad, esto no es prioridad, no salgas, como el corte de cabello (pues tanto el de la cabeza como el de la barba ya lo tiene crecido).

“Pero también ha sacado problemas que no habíamos tenido: la regulación de la industria, como de la danza, que está sufriendo un cambio grande, de cómo va a regresar la gente.

“Esto ha sido una buena sacudida para todos, de revisitar la regulación que tenemos como industrias, de no como tú y como yo, sino como comunidad. Y para mí eso es el encierro. No es si yo estoy bien o mal, sino cómo hacemos todos.

“Cuando volvamos a salir, quién sabe cómo vaya a reaccionar la gente, la gente de Nueva York es muy amable en comunidad, pero también es muy agresiva.

“No va a haber espacio para poner los codos en un restaurante, no estamos preparados para estar así. Es por eso que muchas cosas cerrarán de manera permanente.

“Ya lo estás viendo en los bienes raíces, que los precios están a la mitad que antes de la pandemia. Ya mucha gente no puede estar aquí.

“Me da mucho miedo”, concluyó.