El Centro de Rehabilitación "Un nuevo día", ubicado en la colonia Unidad Nacional, ha sido escenario de casos de violencia contra los internos, quienes han sufrido situaciones de secuestro, tortura y golpes. Los vecinos, amenazados y temiendo represalias por parte de este grupo, han optado por no denunciar estos hechos ante las autoridades, algunos incluso prefirieron cambiarse de domicilio.
Gisela Méndez es la madre de Johan, un joven de 27 años que estuvo internado en el "anexo" entre febrero y septiembre de 2023. Durante su estancia, fue compañero de Ricardo, quien falleció después de presuntamente recibir golpes por parte de miembros del centro. De acuerdo con Gisela, esta situación ha estado ocurriendo durante años.
"Mi hijo estuvo en ese lugar buscando apoyo. Eso en febrero del año pasado. Lo moví desde Tampico y lo llevé allá por una situación de adicción. Por protocolos no me lo dejaron ver por dos meses, pero cuando pido verlo me dicen que mi hijo tiene problemas de conducta, que estaba castigado y no me lo dejaron ver, hasta después de seis meses, porque insistimos en que me lo devolvieran", relató.
De acuerdo con Méndez, la situación dentro del centro era desgarradora y peligrosa. Ella relata una odisea desesperada por recuperar a su hijo y sacarlo de un ambiente marcado por el abuso y la negligencia: "Tuve que hablar con quien regula los anexos para que me lo dieran, porque mi hijo había cumplido tiempo, no les debía ni un cinco. Ellos me debían a mí porque había pagado un mes extra", narró Méndez, quien añadió que al mes pagaba 12 mil pesos porque su hijo estuviera en dicho centro.
"A mí me cobraban 1 600 por semana, pero yo pagaba 12 mil pesos al mes, con medicamentos y todo. Aparte nos pedían dinero entre semana para supuestamente una tiendita, que ni se las daban y se quedaban con ese dinero. Ahí andaba metida la familia de quien dirigía. Tuve que pagar yo, porque ahí decían que tenían preparatoria, me cobraron el resto de la prepa, porque ya no me podían sacar dinero me cobraron la prepa, cuatro mil pesos, que disque de la semana que faltaba".
Explicó que durante el proceso para sacar a su hijo recibieron amenazas por parte de los integrantes de este anexo, además de señalar que acudió a la Fiscalía para emitir denuncias sin que las autoridades le tomaran importancia a su caso: "Hablé con la policía y no quiso hacer nada. Con una denuncia a Fiscalía y no quisieron hacer nada". Luego de los seis meses, en una visita de diversos familiares del resto de pacientes pudieron sacar a Johan del anexo.
"Me lo entregaron con una lesión de por vida, que no va a recuperarse, lo llevé con un traumatólogo, lo llevé a hacerse tomografías, exámenes de radiografías, estuvo en un tratamiento por meses y no ha podido mover su brazo porque se lo caparon el brazo. Él me dijo, mi hijo, que ellos lo amarraron de dos camas, como santo Cristo y lo hincaron en fichas toda una noche por querer ir al baño, no se lo permitían, no les daban de comer".
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Señaló que numerosos padres, desde que ella tiene conocimiento del centro, han retirado a sus hijos debido a la violencia que impera en el lugar. Mencionó que muchos de ellos fueron objeto de maltratos, llegando incluso al extremo de ser arrojados por las escaleras, pero ninguno ha querido presentar denuncias por temor al grupo que opera el anexo. Gisela, en un intento por resguardarse de posibles represalias, optó por mudarse a otro país.
Por último, mencionó haber establecido contacto con la familia del joven fallecido, quienes afirmaron que su hijo fue víctima de golpes mortales. Según relata, las personas que conoció en el centro le narraron los constantes abusos de los que fue objeto, desde su llegada en 2018 hasta el momento de su trágica muerte.
