/ jueves 13 de enero de 2022

Antes de agosto | Cuando enfermó el rey

Ya dejó de comenzar el año, vaya prisa.

Santoveño


Cuenta la historia que en un antiguo reino no muy lejano, gobernó un soberano en quien gran parte de su pueblo confiaba.

Al paso del tiempo, aquel reino comenzó a cambiar; lo bueno se hizo malo y lo malo se hizo peor. La poca unión que había entre la gente se convirtió en una gran brecha, prácticamente dividida en dos, “los unos” y “los otros”. Y es que el rey no perdía oportunidad para sembrar encono entre las partes, todos los días desde su trono y en el palacio les hablaba a sus súbditos que disfrazados de ciudadanos salían a replicar su mensaje.

Toda aquella monotonía del día a día, sólo terminaba por hundir más aquél reino. De pronto y no por casualidad hubo más hambre, más pobreza y aumentó la violencia en niveles nunca antes vistos por sus habitantes.

En medio de esta espiral de incertidumbre, muchos reinos prósperos comenzaron a ver con extrañamiento el comportamiento de aquel rey. Y es que no sólo preocupaban sus alianzas con tiranos, sino que el mundo conocido era azotado por una terrible enfermedad.

El rey ensimismado en su soberbia hizo a un lado la realidad, para hacer caso de lo místico, y tener como consejero a un personaje que si bien sabía de medicina, lo rebasaba la adulación para su amo.

El rey cayó por primera vez enfermo de aquella peste, sin embargo los cuidados personales en el palacio y el acceso eso sí, a la mejor atención, hizo que no tuviera ninguna complicación.

Cuentan que la enfermedad avanzó y no dio tregua por varios años, se dice que en el reino murió mucha gente que pudo haberse salvado, se sabe que el poderoso consejero fue el culpable de muchas tragedias, al menos eso platican por desgracia.

Para cortar pronto con esta disparatada historia, y como si esto fuera una rima; les cuento que enfermó el rey por segunda ocasión, pero esta vez también sanó su corazón. Se reconcilió con la realidad, se dio cuenta del engaño de su consejero y al calabozo lo mandó, pidió perdón a su pueblo, pues aceptó que se equivocó. Vaya suerte de aquel reino, que bien que se curó el rey, pero esto no deja de ser sólo un cuento.

A propósito no le puse nombre al reino, ni tampoco al rey, digo yo; ya pa´ qué.

Y por cierto

Hablando en serio, la fuga de capitales que se reporta en México, es histórica, es alarmante y es un reflejo de la desconfianza que hay en el reino, perdón… en el país.


Nos leemos el próximo jueves.

Twitter: @julio_cabrera


Ya dejó de comenzar el año, vaya prisa.

Santoveño


Cuenta la historia que en un antiguo reino no muy lejano, gobernó un soberano en quien gran parte de su pueblo confiaba.

Al paso del tiempo, aquel reino comenzó a cambiar; lo bueno se hizo malo y lo malo se hizo peor. La poca unión que había entre la gente se convirtió en una gran brecha, prácticamente dividida en dos, “los unos” y “los otros”. Y es que el rey no perdía oportunidad para sembrar encono entre las partes, todos los días desde su trono y en el palacio les hablaba a sus súbditos que disfrazados de ciudadanos salían a replicar su mensaje.

Toda aquella monotonía del día a día, sólo terminaba por hundir más aquél reino. De pronto y no por casualidad hubo más hambre, más pobreza y aumentó la violencia en niveles nunca antes vistos por sus habitantes.

En medio de esta espiral de incertidumbre, muchos reinos prósperos comenzaron a ver con extrañamiento el comportamiento de aquel rey. Y es que no sólo preocupaban sus alianzas con tiranos, sino que el mundo conocido era azotado por una terrible enfermedad.

El rey ensimismado en su soberbia hizo a un lado la realidad, para hacer caso de lo místico, y tener como consejero a un personaje que si bien sabía de medicina, lo rebasaba la adulación para su amo.

El rey cayó por primera vez enfermo de aquella peste, sin embargo los cuidados personales en el palacio y el acceso eso sí, a la mejor atención, hizo que no tuviera ninguna complicación.

Cuentan que la enfermedad avanzó y no dio tregua por varios años, se dice que en el reino murió mucha gente que pudo haberse salvado, se sabe que el poderoso consejero fue el culpable de muchas tragedias, al menos eso platican por desgracia.

Para cortar pronto con esta disparatada historia, y como si esto fuera una rima; les cuento que enfermó el rey por segunda ocasión, pero esta vez también sanó su corazón. Se reconcilió con la realidad, se dio cuenta del engaño de su consejero y al calabozo lo mandó, pidió perdón a su pueblo, pues aceptó que se equivocó. Vaya suerte de aquel reino, que bien que se curó el rey, pero esto no deja de ser sólo un cuento.

A propósito no le puse nombre al reino, ni tampoco al rey, digo yo; ya pa´ qué.

Y por cierto

Hablando en serio, la fuga de capitales que se reporta en México, es histórica, es alarmante y es un reflejo de la desconfianza que hay en el reino, perdón… en el país.


Nos leemos el próximo jueves.

Twitter: @julio_cabrera


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