Santo Tomás desde tiempos bíblicos dudaba que existiera algo que no podía ver.
De ahí que quizá se acuñó la frase “hasta no ver no creer”. Y es que el razonamiento humano la gran mayoría de las veces funciona así. Pero curiosamente con el tiempo y sin darnos cuenta hemos aprendido a creer sin ver. En el mismo tenor, podemos decir que todo lo cotidiano, se vuelve parte de la escenografía diaria, entonces buscamos siempre cosas nuevas para retar nuestro cerebro con ese paradigma que tenemos taladrado en la cabeza. Por ejemplo, la señal del WiFi no la vemos, pero creemos en ella, es cierto que se manifiesta de otro modo, pero es una realidad que la señal no la vemos. Pasa lo mismo con las ondas de radio que nos llevan esas cumbias fabulosas en nuestra estación favorita. Lo mismo, escuchamos la música pero no vemos las ondas, sin embargo creemos en la radio.
Apenas el martes pasado estaba en la sala de espera del Aeropuerto Internacional de Querétaro, y sí, soy de los que llegan con el tiempo. Eran las 9:00 pm y mi vuelo saldría a las 10:45; compré unas frituras, un sándwich, y desde luego un refresco sin calorías. Me puse a leer, pero constantemente el movimiento de la gente me distraía, así que cerré el libro. En la sala solo estábamos dos vuelos, lo sé porque fui de los últimos en abordar y luego el lugar quedó vació. Decía que tanto ajetreo me quitaba la atención en mi lectura, así que me puse a observar, tejer y suponer todo tipo de historias con la personas que ahí estaban. Total me faltaba mucho tiempo de espera. Al final, todo me llevó a la conclusión del dinamismo que tiene Querétaro. Quien se va para regresar, o quien se va porque estuvo aquí y si estuvo aquí fue por algo. Ahí es donde empezaban todas mis historias.
Por fin tomé mi vuelo, y después de una hora exacta, aterricé en la ciudad de Monterrey. Platicaba con el conductor del taxi que me llevaría al hotel y a pesar de la hora (pasada la media noche) había algo en su charla y en la ciudad que me volvían a poner el “dinamismo” en la cabeza. Y a pesar de que ni Monterrey es todo Nuevo Léon, ni Nuevo Léon es todo Monterrey, es cierto que esta ciudad es un motor que no se apaga nunca. Y ahí me di cuenta que guardando toda proporción y sin descubrír el hilo negro; Querétaro también es un motor, un motor de avión que no se apaga nunca y que sin duda tiene menos horas de vuelo, pero que sigue avanzando y ganando experiencia.
Sí creo qué hay una diferencia entre los dos estados, y sin entrar en juicios de valor, podemos decir que Nuevo León a pesar de sus últimos gobiernos siempre va para adelante, insisto no entro en detalles, pero hagan memoria. Y en Querétaro cumplimos ya una racha importante de administraciones estatales que tienen en el peor de los casos, una calificación “aceptable”. Ahí me parece que llevamos ventaja sin que esto sea desde luego un factor determinante.
Entonces, ¿por qué Querétaro y Nuevo Léon comparten ese atributo de dinamismo?
Una de las respuestas sin duda, y además es por algo que no vemos, pero que sí existe. Yo lo llamo “actitud colectiva”.
Y por cierto.
De no creerse, el dictador que figura como presidente de Cuba, fue invitado por el gobierno federal a México para celebrar los festejos de nuestra independencia.
“Dime con quien te juntas y te diré quién eres”. Así dice el dicho.
Nos leemos el próximo jueves.
Twitter: @julio_cabrera