A propósito del inicio de la temporada de huracanes, que formalmente este año comienza el 1 de junio para la cuenca del Atlántico, ahí en el Golfo de México, donde por cierto está el bello estado de Tabasco. Hablemos pues del huracán Andrés.
Comenzó como una depresión tropical, rápidamente encontró las condiciones “socialmente meteorológicas” para pronto elevar su fuerza y convertirse en un fenómeno destructivo. Y es que a su paso por México ha provocado más muertes violentas que ningún otro de su tipo, ha colapsado el sistema de salud en nuestro país, dejando sin medicamentos ni tratamientos a niñas y niños con cáncer. Sin atención médica a más de 14 millones de personas. Sin estancias infantiles, provocando un desequilibrio económico en miles de familias.
La furia de este ciclón ha destruido cientos de hectáreas en la selva Maya; sus vientos se llevaron los avances de un aeropuerto de primer mundo, haciendo además muy peligroso volar con las actuales condiciones “político climatológicas”.
Ahora sí que, “primero los pobres”, este huracán ha dejado casi 4 millones de nuevos pobres en México. Con la presencia de Andrés durante la pandemia de COVID, nuestro país ocupó el cuarto lugar en muertes a nivel mundial por esta enfermedad.
Aquí no termina la cosa, hemos visto que cuando parece que Andrés bajará de categoría debido a condiciones adversas para él, tal y como puede ocurrir cuando un huracán toca tierra en Houston por ejemplo; inexplicablemente vuelve a tomar fuerza y regresa con la misma ira, a destruir lo que le quede a su paso. Los pronósticos “político climatológicos” apuntan a que los vientos rencorosos se dirigen hacía el INE, a terminar de tajo con la democracia en nuestro país.
Los “meteorólogos políticos” más optimistas presagian que Andrés perderá fuerza y se irá hasta el 2024. Veremos…
Y por cierto.
Caso curioso, este huracán no toca a los delincuentes, dicen que porque también son seres humanos, entonces ya no entiendo nada.
Nos leemos el próximo jueves.
Twitter: @julio_cabrera