/ jueves 11 de agosto de 2022

Antes de agosto | Nadie detiene al calendario


Al presidente López Obrador le guste o no, se le termina su tiempo en el poder, al menos el tiempo que le marca la Constitución, la ley pues. Y no deja de preocupar que el señor quiera extender su estancia otro rato en Palacio Nacional, para hacer un “late checkout”, con eso de que “no me salgan con que la ley es la ley”, pero bueno. Recordemos que su periodo concluye el primero de octubre del 2024, esto derivado de la reforma a la ley político - electoral que se aprobó en el año 2014. ¿Por qué sucedió esto? Bueno, porque se buscó eficientar la transición y además no restarle al mandatario entrante la posibilidad de poder incidir en el presupuesto del año inmediato próximo, ya que dicho paquete presupuestal se debe entregar antes del 15 de noviembre para su discusión y análisis en el Congreso. Ya se que López Obrador ha dicho muchas veces que no pretender ir más allá de su periodo, eso deja tranquilo a cualquiera; sí a cualquiera que no se haya dado cuenta que el mandatario tiende a ser impreciso en lo que dice contra lo que hace. Y no es juicio propio, ni tampoco juicio ajeno, es la indesmentible realidad que lo encara todos los días. Lo que me lleva a reflexionar en lo siguiente.

Veamos, la plenitud del mandato obradorista ya cruzó la línea ecuatorial tanto de aceptación como de control político. Algo que debe torturar la mente del presidente en sus momentos de sensatez, porque debe tenerlos (espero). Lo que viene ya es el punto de inflexión inevitable que será paulatino y quizá hasta engañoso.

Ya nos dimos cuenta la semana pasada de que Morena, su movimiento que no es partido o su partido que no es movimiento, está comenzando a sentir este vacío natural de control por el desgaste en el ejercicio del poder.
Vendrán las elecciones estatales del 2023, y pase lo que pase en el Estado de México, la dura realidad para López seguirá su camino. Si Delfina gana, Morena tomará fuerza con su flamante e impune gobernadora. Mientras, el calendario seguirá caminando y en Palacio Nacional celebrando un triunfo que de origen parecerá compartido, pero que por naturaleza humana, o mejor dicho por naturaleza política, irá tomando distancia de una figura que para ese entonces estará a 382 días de dejar el poder, nada.

En caso de que Morena no gane el Estado de México, pues no hay mucho que agregarle a la historia, el descalabro sería doloroso y alarmante de cara a la sucesión presidencial.

En esta segunda mitad de su mandato, en la que estamos justo ahora, donde el día a día le está acentuando esa pérdida de control político de la que hablamos.

Viene una etapa que sin duda debe alertarnos, es justamente esos últimos meses de Andrés Manuel en el poder, porque seamos claros, si en el goce de omnipotencia la verdad es que el país caminó por una etapa de ingobernabilidad e incertidumbre; lo que nos espera una vez que ya haya candidatas y candidatos presidenciales es de pronóstico reservado, el control del presidente se irá apagando como una vela de varias noches.

Un gran amigo a quien estimo y admiro mucho, me recordó una frase de un estupendo político mexicano, que dice que “un presidente nunca pierde poder, lo que pierde es control.” Touché…

Nos leemos el próximo jueves.


  • Twitter: @julio_cabrera



Al presidente López Obrador le guste o no, se le termina su tiempo en el poder, al menos el tiempo que le marca la Constitución, la ley pues. Y no deja de preocupar que el señor quiera extender su estancia otro rato en Palacio Nacional, para hacer un “late checkout”, con eso de que “no me salgan con que la ley es la ley”, pero bueno. Recordemos que su periodo concluye el primero de octubre del 2024, esto derivado de la reforma a la ley político - electoral que se aprobó en el año 2014. ¿Por qué sucedió esto? Bueno, porque se buscó eficientar la transición y además no restarle al mandatario entrante la posibilidad de poder incidir en el presupuesto del año inmediato próximo, ya que dicho paquete presupuestal se debe entregar antes del 15 de noviembre para su discusión y análisis en el Congreso. Ya se que López Obrador ha dicho muchas veces que no pretender ir más allá de su periodo, eso deja tranquilo a cualquiera; sí a cualquiera que no se haya dado cuenta que el mandatario tiende a ser impreciso en lo que dice contra lo que hace. Y no es juicio propio, ni tampoco juicio ajeno, es la indesmentible realidad que lo encara todos los días. Lo que me lleva a reflexionar en lo siguiente.

Veamos, la plenitud del mandato obradorista ya cruzó la línea ecuatorial tanto de aceptación como de control político. Algo que debe torturar la mente del presidente en sus momentos de sensatez, porque debe tenerlos (espero). Lo que viene ya es el punto de inflexión inevitable que será paulatino y quizá hasta engañoso.

Ya nos dimos cuenta la semana pasada de que Morena, su movimiento que no es partido o su partido que no es movimiento, está comenzando a sentir este vacío natural de control por el desgaste en el ejercicio del poder.
Vendrán las elecciones estatales del 2023, y pase lo que pase en el Estado de México, la dura realidad para López seguirá su camino. Si Delfina gana, Morena tomará fuerza con su flamante e impune gobernadora. Mientras, el calendario seguirá caminando y en Palacio Nacional celebrando un triunfo que de origen parecerá compartido, pero que por naturaleza humana, o mejor dicho por naturaleza política, irá tomando distancia de una figura que para ese entonces estará a 382 días de dejar el poder, nada.

En caso de que Morena no gane el Estado de México, pues no hay mucho que agregarle a la historia, el descalabro sería doloroso y alarmante de cara a la sucesión presidencial.

En esta segunda mitad de su mandato, en la que estamos justo ahora, donde el día a día le está acentuando esa pérdida de control político de la que hablamos.

Viene una etapa que sin duda debe alertarnos, es justamente esos últimos meses de Andrés Manuel en el poder, porque seamos claros, si en el goce de omnipotencia la verdad es que el país caminó por una etapa de ingobernabilidad e incertidumbre; lo que nos espera una vez que ya haya candidatas y candidatos presidenciales es de pronóstico reservado, el control del presidente se irá apagando como una vela de varias noches.

Un gran amigo a quien estimo y admiro mucho, me recordó una frase de un estupendo político mexicano, que dice que “un presidente nunca pierde poder, lo que pierde es control.” Touché…

Nos leemos el próximo jueves.


  • Twitter: @julio_cabrera


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