Las y los políticos que ocupan un cargo de elección tienen una doble responsabilidad, a la primera los obliga la ley, a la segunda sólo su compromiso y vocación.
Platiquemos pues de esta última, la que está sujeta a criterios personales. Comienzo “por la obviedad de lo obvio”, si la vida misma no es para siempre, mucho menos lo es un cargo público. El presente vive, el pasado y el futuro son únicamente sus reflejos.
El equilibrio en la política es fundamental, sería absurdo pensar en una época renovada pero sin contrastes. O todos con experiencia o todos jóvenes con camino por recorrer. En muchos lados se habla de la necesidad de una “nueva generación” en la política mexicana, y eso me parece muy necesario; pero, lo que define el comienzo de una etapa, no es un tema que pase por la edad, sino precisamente por un equilibrio en los perfiles que protagonizan la historia. Le fallamos a la lógica si buscamos a toda costa esa “nueva generación” donde no quepa gente experimentada.
A quienes ocupan los lugares de decisión, les toca (si quieren y les interesa) pensar en el futuro y abrirle paso sí, a nuevos perfiles; teniendo siempre la voluntad de lograr una pluralidad que permita sumar esfuerzo y trabajo.
La mejor forma de pensamiento social, la que hoy más ocupamos, es la -inteligencia colectiva-, esa es la herramienta principal para superar los retos y desafíos. ¿Entonces por qué en la política tendría que ser distinto? Estoy seguro de que necesitamos renovarnos, para que llegue una generación más equilibrada, más plural y que se adapte mejor a una realidad que hoy es devorada por la incertidumbre y el miedo.
La responsabilidad (si quieren) de los que están, es abrir nuevos caminos necesarios, sin cerrar todos los caminos que ya existen.
Nos leemos el próximo jueves.
Twitter: julio_cabrera