Falta de servicio de agua, altos índices de inseguridad y viviendas afectadas, se padecen en el fraccionamiento Hacienda Santa Rosa, Santa Rosa Jáuregui, el cual fue erigido por la empresa Homex.
Así es como dicen que viven los habitantes de esta zona, que se ha posicionado como una de las zonas más violentas en la delegación Santa Rosa Jáuregui.
José “N” relata cómo una noche común en el fraccionamiento ocurre un incidente conocido por todos sus vecinos y muy parecido a los delitos que se cometen ahí regularmente, “En la noche nada más se escuchó de repente a alguien decir ‘Si sale alguien truénenselo’, era el vecino, que venía correteando desde adentro de su casa a un delincuente”.
Se trata de una colonia “olvidada por Dios y sus gobernantes”, dicen los colonos; los más apremiantes de sus problemas son la delincuencia y la falta de servicios, los robos a casa habitación sólo pocos se salvan, reclaman; las riñas con decesos son habituales en estas calles accidentadas por baches y cráteres, la violencia asemeja un virus que se propaga lento, pero efectivo.
Las patrullas municipales barren esporádicamente las calles de Hacienda Santa Rosa, pero la percepción de la inseguridad no disminuye, refieren los olvidados.
Personas de fuera y dentro del fraccionamiento roban a los colonos y a “Los dos minutos de que los atrapan, los delincuentes ya están en la calle”, la justificación de la autoridad es que la pena es de “Prisión de tres meses a tres años, o una multa de 30 a 90 días cuando el valor de lo robado no exceda 200 veces el salario mínimo”.
Las llamadas a los números de emergencia son inútiles para atender los problemas cotidianos, lo que ha llevado a los habitantes a tomar medidas de justicia por mano propia, como dicen ellos, así pasó un mayo, cuando fallecieron dos hombres envueltos en una riña por el robo de una pantalla.
“Llegaron los asaltantes a robar una pantalla por la mañana, el dueño averiguó dónde estaba la pantalla, llegó a la casa a eso de las cuatro, entonces los ladrones agarraron a piedrazos al dueño, él corrió a su casa a defenderse, se mete, saca con qué, un arma de fuego, los recibe y los acaba, una cosa triste”, lamenta María “N”.
Algunos vecinos se cansan y con ello dejan atrás el cascarón de una vivienda que solía albergar las promesas de la modernidad, otros más continúan con su misión de reclamar y pugnar por ser escuchados.