México, un trayecto de más de 3.000 kilómetros de sur a norte, se presenta como el último desafío en la odisea hacia Estados Unidos para miles de migrantes que atraviesan esta extensión territorial plagada de trampas cada semana. Este tramo se convierte en un verdadero desafío, una experiencia que muchos juran no repetir jamás.
En el Día Internacional del Migrante, la ciudad de Querétaro se convierte en escenario de historias conmovedoras y desafíos humanos, marcados por la travesía de aquellos que cruzan territorio mexicano en búsqueda de un futuro más promisorio. A lo largo de la vía férrea que atraviesa Hércules, Querétaro, se observan a familias completas, hombres y mujeres, que han emprendido un viaje lleno de obstáculos en busca de oportunidades.
El silencio se mezcla con el rechinido de la locomotora que acaba de ponerse en marcha; su velocidad no puede ser demasiado alta. A medida que la máquina se acerca, hacen señas con las manos para que reduzca la velocidad. El maquinista se convierte en el dios al que encomiendan sus vidas, pero el tren no siempre disminuye su marcha.
El 19 de septiembre del presente año el grupo Ferromex del empresario Germán Larrea inmovilizó 60 trenes. En medio de una creciente oleada migratoria, el tren se ha convertido en la opción más segura y rápida para avanzar en este complicado sueño.
En medio de la persistente inestabilidad de las fronteras y los desafíos, los migrantes tejen un relato de resistencia y esperanza. Cargan consigo experiencias que moldean su trayecto vivencial, desde la pérdida de seres queridos en el camino hasta desafíos físicos como deshidratación y enfermedades respiratorias. Cada paso resuena con historias de búsqueda, adaptación y sueños que persisten en la travesía hacia lo desconocido.
Desde agosto hasta diciembre, migrantes provenientes de Venezuela, Colombia, Ecuador, Honduras y Guatemala han recorrido una larga distancia, encontrando en Querétaro un refugio temporal. Las comunidades locales les ofrecen comida, café, cobijas y, sobre todo, un oído comprensivo. Este acto de solidaridad resalta tanto la capacidad humana de empatizar como la complejidad económica que impulsa a estas personas a cruzar fronteras en busca de una vida mejor para sus familias.
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Este viaje no solo trasciende geografías, sino que también redefine identidades. Los migrantes construyen un puente entre lo que dejan atrás y lo que aspiran alcanzar en un destino incierto. A pesar de las dificultades, el espíritu de esperanza impulsa a estos individuos a seguir adelante, enfrentando meses de desvelo, búsqueda, hambre y frío con el anhelo de llegar a su destino final: Estados Unidos.
La sorprendente solidaridad observada en Querétaro destaca la capacidad del ser humano para unirse en medio de la adversidad. Al mismo tiempo, evidencia la dura realidad económica que motiva a muchos a enfrentar los riesgos de la migración en busca de un futuro mejor. En cada encuentro y despedida, en cada paso dado, se teje un testimonio de resiliencia y determinación que trasciende las fronteras físicas y construye puentes hacia un mañana más promisorio.