La tesis y el júbilo

Redacción

  · sábado 25 de noviembre de 2017

Fotos: Especiales

Por Leonardo Kosta

Guadalupe Pizano está a punto de obtener la licenciatura enArtes Escénicas en la Facultad de Bellas Artes de la UAQ. Parahacerlo dirigió el montaje de la obra Los Ixtles, ¿porqué los perros no van al cielo?, basada en elcuento de Elena Garro El día que fuimos perros. Hastaaquí la información con tintes burocráticos, tintes que vienenbien a los trámites y a la monserga de preparar una tesis; sinembargo, lo que la señorita Pizano ha realizado hace gala de unaexplosión de júbilo que a Elena Garro le hubiese encantado.

El júbilo se hace patente en los juegos, las máscaras, losbailes que ejecutan los actores con ánimo alegre, ánimo quetermina por contagiar a los espectadores que asistimos a la fiestacelebrada frente y sobre una estructura que pareciera el esqueletode esas tiendas que levantaban los apaches en el Lejano Oeste,esqueleto que también pareciera una estrella tanto como elarmazón de un globo de Cantoya, y que es el castillo de una fiestapatronal desde el cual saltarán las luces de bengala en la que seconvierten los actores para jugar.

La inminente licenciada, con su inteligencia aplicada en lo quedebe ser el teatro contemporáneo, trazó la panorámica de LosIxtles (pueblo mestizo con presencia indígena) a la manera deesas pinturas que los campesinos de Morelos y Guerrero plasman enpapel amate para dar fe de la vida cotidiana. De allí viene laidea de que a Elena Garro le hubiese gustado el montaje, pues ellasiempre tuvo presente los años de la infancia que pasó enIguala.

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Las máscaras, el maquillaje, los trajes, la música grabada, lamúsica en vivo, vamos, hasta las campanas de la Congregación (laobra se presentó en el Mesón de los Cómicos de la Legua)contribuyeron a recrear la vida de la comunidad, recreación que seejecutó con escenas fragmentarias que jugaron las niñas (porcierto, excelentes actrices en formación, probablemente alumnas deGuadalupe Pizano y Víctor Sasia, encargados del trabajo con losniños que reciben lecciones en el Mesón), los hombres, lasmujeres, los animales, los machetes y las pistolas.

La obra concluyó con un bailongo en el que participaron losespectadores, quienes a la hora de los aplausos fueron incorporadosal elenco. Este detalle inteligente y amable lleva a buen términoel carácter de la propuesta, pues la futura licenciada haplanteado para su tesis un experimento escénico comunitario.

Muchas tesis se realizan con el desgano de un trámiteburocrático, pero en este caso Guadalupe Pizano plantea lavinculación con un sector que generalmente permanece al margen,marginalidad que se refuerza con las licenciaturas que se obtienenpor el diploma y nada más que por el diploma; para evitar taldesidia la directora asume como propio un anhelo que se encuentraimplícito en las tareas teatrales que son comunitarias osimplemente no son.

Con las características aquí reseñadas a vuelo de pájaro nohay duda que el trabajo de campo será un éxito, tanto como loserá en los escenarios citadinos, en donde es deseable una largatemporada para que muchos espectadores tengamos la oportunidad deasistir si el gusto por el buen teatro nos anima.

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