La voz interior

Redacción

  · miércoles 1 de noviembre de 2017

Por Alfonso Franco Tiscareño

La voz interior no tiene nombre ni muerte ni fronteras. Estáahí permanentemente, algunas veces empuja, otras observa, siemprepesa. Con sosiego o con agitación, hay formas de conectarse conella. Vive afuera y adentro. Está conectada a la voz de Dios. Essu manifestación. Aleluya. Alaben a Yah, al sin nombre, al queEs. En el Baghavad Gita también se habla de esa voz, enla Biblia es un tema recurrente. ¿Cuántos libros sagrados  hansido dictados por esa voz? ¿Cuántos pensadores han intentadoacercarse a ella, definirla?

La voz tiene diversas manifestaciones. Habita en todo. Por esose ha dicho que algunos humanos pueden hablar con animales, es lavoz interior puesta en contacto. La misma que le sopla al sabio, alfilósofo, al poeta, al enamorado, al niño, al loco, al borracho.Pensar en ella es tocar la trascendencia y lo inefable. El Tao. Meatreví a escribir sobre esa voz porque ella misma me lo pidió.Por algo será. Todo tiene una razón. Quizá este escrito vayapara alguien a quien le había parecido una locura escuchar esavoz, pero al ver que a otros también les sucede lo mismo, se dacuenta de que no está loco.

Quizá la voz es para indagar quién es uno mismo. Quizá la vozsalga de uno y de la conexión con el inconsciente colectivo, o conla mente universal. Es la voz Luz. Se le puede trabajar como a unarte liberador, pero cuidado con las ilusiones estúpidas, enfermaso justificadoras. Ella es fuente, manantial. La práctica de lameditación nos acerca a ella, porque paradójicamente ella vienedel vacío, del Gran Silencio. La que no necesita se le nombre. Elcaudal. El caos. El arte que se atreve. La ciencia interrogada. Esorigen. Porque en el principio fue el verbo. Dios dijo hagamos.Nuestra otredad nos habla de un lugar llamado desdesiempre.

La voz interior nació con la evolución humana. Esos primerosseres metidos en una cueva, perseguidos, sometidos a toda clase deeventos naturales y de sobrevivencia, ya en la noche, al calor deuna fogata dada por Prometeo, repasaban su día, cavilaban, sepreguntaban, se respondían, en silencio, en una comunicaciónintrapersonal. Al otro día ponían en práctica lo consensado conotros y con ellos mismos.

Es la voz de nuestras propias experiencias, la que se forja enel transcurso de nuestra vida, pero es también algo más profundoe inexplicable. Quizá sean nuestras células gritándonos todo loque han aprendido en estos millones de años. Esa voz es nuestropoder, es un mantra vibrando desde muy dentro. Es la voz heredada,la que no ha muerto nunca, la gota de sangre que se transmite encada óvulo y espermatozoide. De gente viva, para gente viva. Laneurolingüística ha demostrado el valor que las palabras tienen.No debería hablarse de lo que sea y como sea. Cada palabradebería ser sopesada cuidadosamente. Con mucha más razón, la vozque viene de lo más profundo de nuestro ser debe ser atendida conmucha atención.

Las culturas originarias en lo que ahora es México sabíanperfectamente el valor que la palabra tiene. Todos los tratos sebasaban en la palabra dada, y pobre del que no cumpliera lo dicho.Entre nuestras culturas la palabra era fundamental, se podríadecir que uno de los valores centrales. La congruencia como valormáximo. El respeto absoluto a lo que se dice. También Cristo loseñala cuando dice: que su sí, sea sí; y su no sea no. Lacoherencia por delante. Y todo esto vale todavía más con respectoa la voz interior. Es uno de los acuerdos claves del vivir:respetar tu palabra, tener conciencia plena de lo que vale.

La voz dice que la muerte no existe, solamente Dios, el poder,la luz, la gloria, la voluntad, la vida o como intentes nombrarle.Para muchos esa voz es la intuición. Es la voz que es.Sin idioma, sin barreras. Telepatía con las esferas sagradas.¿Qué te dice? ¿La escuchas?

A veces duele, otras te alienta, te guía. Entre menos laescuchas se apaga; y si la escuchas a menudo, te habla más. Entremás crece, más paz produce. No hay que forzarla ni perseguirla nisimularla ni inventarla. Su campo de acción es sagrado. Mejordejarse llevar, conducir. La palabra es silencio. Nos asoma un pocoa lo que apenas alcanzamos a entender. Nos conmina a intentar enbuena lid el encuentro con lo sacro, más allá de iluminaciones,de gurús, de fanatismos. Pero muchas veces, muchas, no laescuchamos, nos hemos alejado de ella hasta casi apagar suslatidos, porque no nos conviene, porque nuestra soberbia es mayor, o porque de plano ya nos decidimos por hacer el malcínicamente.

Mas si nos damos una oportunidad, ella sigue ahí, su poder deflorecimiento es mayor que el de la ave fénix. Reconozcamos lasmanifestaciones que la voz coloca frente a nuestros ojos en lamadre que ríe, en el niño que juega, en el buen amigo que teregaña ante un acto equivocado, en la súplica desesperada de unpadre angustiado, en el desconocido que te dice algo sorprendenteen alguna parada del camión, en los pétalos de esa flor, o en eldolor de los que sufren. En cada acto es posible que aparezca, queesté encubierta o que se te presente desnuda en toda su pureza. Nose necesitan situaciones sorprendentemente mágicas o llenas depatrañas. Nadie la posee para siempre, incluso podría serolvidada si no se está atento. Acercarse, no perderla, implicapracticar conscientemente, a diario, cotidianamente. Estasabiduría interior aunada a la filosofía y a la ciencia, puededesatar verdaderas revoluciones personales y sociales.

Tu palabra define todo lo que eres, todas tus virtudes y todostus defectos. Así que sería bueno que nutrieras tu palabra con lavoz interior, porque ésta es muy vieja, está alimentada de viejasabiduría probada. No te le encimes, respétala, valórala. Quizáno tengas idea de todos los tesoros que guarda para ti. Escierto,  el encuentro con ella no es fácil, puedes autoengañarteo ser sordo como una tapia.

Se necesitan paz, amor y quietud para que la voz nos muestre loque ha estado ahí siempre, lo que no hemos podido ni querido ver yescuchar. ¡Suena tan sencillo! Todos creemos estar en ello. Poreso: paso a la voz y que nos ilumine, voz  presente en las letrassagradas de todas las culturas, porque la voz interior te permitesaber que el cielo está también en la Tierra. El Gran Profeta losabía, el reino sagrado está dentro de ti, en tu corazón , y deahí viene la voz que te habla y aconseja. Abran, pues,  espacio,corazones y mentes,  que la voz dice hagamos.

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