El paso del tiempo deja huellas en nuestra vida, pero una vida de caminar hacia el Tepeyac sin duda deja una huella imborrable, tanto en los hermanos peregrinos como en quienes acuden de manera ininterrumpida cada año.
Jerónimo Lefende Olvera fue reconocido por 75 años de acudir a la peregrinación, con 90 años ya le es muy difícil mantenerse de pie, incluso sentado, su cuerpo está cansado pero su espíritu se mantiene firme y con vigor.
Originario de Bolaños nos cuenta que su compadre, ya fallecido fue quien lo invitó a acudir por primera vez a la peregrinación.
“Empecé a venir cuando no había ni camiones ni nada, solo era a pie, me invitó un compadre pero ya falleció, ahora vienen mi nieto y mis amigos, vengo en camioneta ya me es difícil caminar, pero le pido a la virgen que me tiempo de vida, que me deje salir adelante, que me deje seguir viniendo aunque no camine”.
Gonzalo Rivas, también originario de Querétaro, en la calle Vicente Guerrero no oculta su emoción, a los 84 años asegura que hará el esfuerzo hasta que Dios le preste energías.
“Empecé a venir desde los 8 años, por ahí de 1944, casi siempre pido lo mismo la salud y el bienestar para toda la familia, tengo a mi esposa, mis hijos y desde esa edad es cuando tengo oportunidad de ayudar a alguien que viene de peregrino los ayudo con algo”.
Los dos personajes emocionados agradecieron a Dios, fueron muy aplaudidos y reconocidos por los demás peregrinos, quienes no dejaban de reconocer la constancia y la fe que mueve una vida de peregrinar.