La Iglesia Católica celebró a San Martín de Porres, el primer santo mulato del continente americano, considerado como uno de los más humildes y quien murió el 3 de noviembre de 1639 y fue canonizado el 6 de mayo de 1962.
Martín Lara Becerril, vicario general de la Diócesis de Querétaro recordó la vida de este santo de origen humilde quien aspiro a ser sacerdote pero su origen se lo impidió.
“Fue un joven de origen muy humilde para su época aunque tenía la intención de llegar a ser sacerdote no pudo por su condición de no ser español, por ser mulato no pudo acercarse al sacerdocio y se quedó como un joven laico pero también dentro de la religión, a lo que podía aspirar, él lo alcanzó”.
San Martín es recordado y simbolizado con la escoba, que es símbolo de su humilde servicio, que desempeñó en el convento dominico como barbero, portero y auxiliar de diversas actividades.
“Atendía a los monjes, era el portero con trabajos muy sencillos pero se distinguió por su gran caridad hacia los pobres, cuando la gente llegaba a pedir ayuda a los conventos y les daba de comer a los pobres y se cuenta que tenía el don de la bilocación, es decir, él podía estar en dos lugares al mismo tiempo”.
Se cuenta que con ayuda de Dios, realizaba algunos milagros de curaciones instantáneas o en ocasiones bastaba su presencia para que el enfermo desahuciado empezara a recuperarse.
“Un hombre dedicado a la penitencia, San Martín se flagelaba y estaba lleno de penitencia y todas estas virtudes humanas, aunadas a la fuerza del Espíritu Santo lo reconocemos como el santo de la sencillez, del cuidado a los pobres y de Los enfermos, a quienes iba a visitar, les llevaba de comer y atendía sus necesidades”, finalizó.