Diariamente alrededor de 40 voluntarios atiende con comida a personas en situación vulnerable y migrantes, en un comedor ubicado en el patio de Santa Clara en el Centro Histórico desde hace cuatro años. Durante este periodo ya han atendido alrededor de 117 mil 500 personas.
Las personas que son voluntarios realizan sus labores entre las 13:00 y 15:00 horas, colocan las mesas, sirven la comida, la acomodan en un estante y recogen los trates. Incluso hay una mujer que se ha dedicado desde hace cuatro años a lavar todos los trastes que se ocupan en este lugar.
En su mayoría quienes acuden a ayudar son feligreses, que van a misa a la iglesia de Santa Clara, sin embargo cualquier persona puede ayudar en ese horario.
Ingrid Guerrero, de origen venezolano, desde hace cuatro años una vez por semana ayuda en el comedor; señaló que acude como obra social por la labor que realizan que ha permitido cambios en la vida de las personas.
“Yo hablo aquí con la gente y me dice de dónde viene que es lo que están haciendo y que están encontrando una posibilidad y una alternativa aquí de poder”, indicó.
En tanto, el padre Francisco Gavidia Arteaga señaló que este espacio abrió el 23 de noviembre en 2015 y desde esa fecha atienden diariamente 120 personas en situación de calle, indígenas y migrantes de todas las edades, con comida de lunes a viernes.
“El ser católico es ayudar a los demás y sobre todo al migrante, al necesitado y eso es lo que nos mueve”, aseveró.
Refirió que para brindar los alimentos reciben donaciones con despensa por parte de los feligreses que acuden a misa, así como el traslado de la comida y dotar de agua purificada; por eso la única condición para serviles es que se lo acaben.
“Y cuando se les entrega el plato se les pide que se lo acaben todo hay personas que no se acaban todo, por eso le decimos mide la cantidad de comida que te vas a comer”, manifestó.
Aseveró que ante las quejas que han tenido de comerciantes del Jardín Guerrero han pedido a las personas que atiendan que no se queden en la zona.
En tanto, Ismael Martínez tiene 61 años, diariamente come en este lugar porque está en situación de calle y no tiene recursos para comprar comida.
“No tengo recursos para otras cosas, mientras este abierto”, indicó.