PINAL DE AMOLES, Qro.- “Yo soy Isidra GarcíaCasas, la famosísima de Cuatro Palos”, pronuncia la mujerentrada en años y se alisa un mechón de cabello para disimularlas risas nerviosas, “tú eres la que vi en internet, luego medicen los que vienen a quedarse en las cabañas”, continúariendo.
Fuerte y frío, el viento sopla y remueve el peinado improvisadode Isidra, “no, aquí no hace frío, adentro de las cabañasestá calentito porque son de paja”, dice con seguridad justounos minutos antes de acomodarse el suéter bordado con unWinnie Poh, para cobijarse mejor.
Cuando los nubarrones de neblina se disuelven, desde la cumbredel ejido Cuatro Palos se alcanzan a ver Bucareli, La media Luna,la Peña de Bernal y hasta una parte de Guanajuato, ese es uno delos atractivos que llama a los turistas a hospedarse en lascabañas que hace cinco años Isidra y nueve mujeres másconstruyeron.
TODO POR AMOR
La respuesta sale natural, es la única explicación cuandoalguien le pregunta por qué cambió las áridas tierras dePeñamiller por estas altas en las que apenas se cuentan 43familias.
“Porque acá estaba el amor de mi vida y sigue estando aquí,no había luz, no había agua, pero donde estuviera él yo estaba,nos íbamos bien lejos a traer el agua, pero sí”, contesta.
Cuando era joven, Isidra trabajaba como empleada domésticaporque no tuvo la oportunidad de terminar la primaria, primero sefue a México, luego a Querétaro, pero cuando conoció “porcasualidad” al que sería su esposo, se olvidó de todo y se fuea Pinal de Amoles.
Hace unos años Isidra se empeñó por fin en terminar susestudios de primaria y secundaria, pues presentía que algún díale iban a servir. Poco después, en el 2011 se acercó el GrupoEcológico Sierra Gorda I.A.P. para capacitarla en la construcciónde las cabañas y la mujer se alegró de haber aprendido a leer yescribir porque hoy se encarga de la administración.
Los recuerdos de ese año en el que las 10 mujeres trabajabandos horas al día, en las que batían el barro con los pies paraaplanar las paredes, le provocan a Isidra quererapretujarse las manos resecas.
“Empezamos 10 pero cuatro ya no quisieron seguir, yo sí,porque ya siento mucho amor por esto (...) También había personasde la comunidad que las querían quemar, porque tenían envidia deque éramos emprendedoras, pero yo decía: tenemos que poder”,rememora.
LA MEJOR ATENCIÓN
Hasta tres grupos de cinco personas visitan las cabañas algunosdías, en ocasiones llegan quienes ya no se pueden quedar porque elespacio es insuficiente.
“Hemos tenido suerte porque los atendemos bien, a veces lleganaunque esté lloviendo y a veces hasta recomiendan más gente.Aquí los atendemos bien, les damos su sopita de fideo, frijoles,huevito, café de olla y tortillas calentitas recién hechas”,expresa.
Los visitantes en el Ejido Cuatro Palos disfrutan de caminatasen el bosque y visitan el mirador; Isidra les da hospedaje a cadauno por 250 pesos la noche.