El desarrollo industrial, comercial, la ubicación estratégica y el alto flujo migratorio han impulsado a Querétaro a consolidarse como un estado con menor proporción de hogares de clase baja y una clase media robusta, de acuerdo con el sociólogo Orlando Montiel, de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
“El estado se encuentra en la intersección de rutas estratégicas para el comercio nacional e internacional, lo que lo convierte en un polo industrial atractivo para empresas. Esto genera empleos de mayor calidad, incrementa los ingresos familiares y fortalece a la clase media”, explicó Montiel.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) confirman que Querétaro ocupa el cuarto lugar nacional en porcentaje de hogares de clase alta, con un 2.4%, mientras que la clase media representa el 50.5% de su población. Además, es el sexto estado con menor porcentaje de hogares de clase baja (47.1%).
Otro factor relevante es el flujo migratorio hacia Querétaro. El especialista destacó que la entidad actúa como un imán para trabajadores calificados y familias que buscan estabilidad económica y mejores servicios.
“Este fenómeno no solo aporta diversidad a la población, sino que también eleva la competencia laboral, incrementando salarios en sectores clave como la industria manufacturera, la tecnología y los servicios”, detalló.
Sin embargo, Montiel también señaló que el crecimiento tiene sus limitaciones. “Aunque Querétaro tiene menos hogares en la clase baja (47.1%) comparado con otras entidades, aún enfrenta el reto de incluir a todos en los beneficios de este modelo. Hay segmentos que no están logrando aprovechar estas oportunidades por falta de movilidad social o acceso limitado a educación y salud”.
➡️ Únete al canal de Diario de Querétaro en WhatsApp para no perderte la información más importante
En un entorno nacional donde la clase alta representa menos del 1% de los hogares en la mayoría de los estados, Querétaro sobresale no solo por el porcentaje, sino por su equilibrio entre clases sociales.
Este modelo, concluyó Montiel, puede ser sostenible en el tiempo si se priorizan políticas públicas que fomenten la redistribución y el acceso equitativo a los beneficios económicos.