La fuerte devoción del pueblo católico es una muestra clara y latente de las costumbres y tradiciones, en las colonias y comunidades en las cuales aún se preservan en festejos importantes como en San Pablo, donde los vecinos de una manera muy colorida dan gracias a San Judas Tadeo, patrono del trabajo, de las causas perdidas y difíciles.
A pesar de ser una colonia enclavada en la zona urbana de Querétaro, las calles y casas recuerdan a una comunidad rural colorida y tradicional, a lo largo del recorrido de la imagen de San Judas, de la calle Alfredo A. Bonfil a la calle Tierra Blanca las bardas están pintadas con murales del santo, la gente ofrece bebidas y alimentos al paso, mientras decenas cargan en los brazos su imagen en bulto y cantan.
El copal con incienso, los danzantes apaches y una pequeña banda de guerra abren paso, es un festejo sencillo pero muy significativo para la colonia, todos van orando y pidiendo la intercesión de San Juditas, lo besan y se persignan, las causas son diversas.
Con el paso de los años la tradición de vestirse con la túnica blanca y verde ha ido cambiando, ahora la gente usa playeras, sudaderas o gorras con la imagen del santo, la portan todos con mucho orgullo y dignidad para reconocer que a él le guardan agradecimiento y le encomiendan su causa.
ORIGEN EN SAN PABLO
Oscar Mendoza Pilar, vecino de San Pablo, recuerda que en 2004 el junto con otro amigo, José Fernando Mendoza, compraron la imagen el Chalma, Estado de México, sin ninguna intensión, casi de casualidad, pero al traerla a Querétaro iniciaron con rosarios los días 28 de cada mes, posteriormente la gente fue pidiendo llevarlo a su casa, hasta hoy que ya son 60 días previos al festejo mayor.
“Ya llegando aquí me fui enterando más de el de cómo fue su vida y que es intercesor de los casos difíciles y me fui metiendo más a eso, ya ahora soy muy devoto, nos va creciendo la fe a él por los milagros que nos ha hecho, para mí el milagro más grande fue mi niña que al nacer estuvo mucho tiempo en el seguro porque había nacido con una enfermedad y al segundo día me la entregaron bien y sana, al principio no nos daban muchas esperanzas y ese milagro me hizo fortalecerme más mi fe él”.
María Juana Granados Salinas danzante devota de San Judas Tadeo pidió por la salud de su hija menor, quien sufrió una fractura y tuvo que ser intervenida, todo salió bien y desde hace ocho años acompaña la imagen que recorre toda la colonia.
El recorrido empieza a las seis de la tarde, para las siete y media terminan los rezos pero se empieza a compartir, el café, los alimentos, la plática, la convivencia, casi de manera inadvertida llega la media noche y la gente se empieza a despedir de la imagen, se persignan, le dan un beso y se van, todos se preparan para la misa y quema de cohetes y danzas del 28.
Se viste para agradecer
En el corazón del barrio de San Francisquito o “San Pancho”, como se le conoce entre los que aquí viven está Enrique Antonio Ramírez Ortiz, mejor conocido como “El Buki” o “El Gallo”, año con año se viste de San Judas Tadeo y acude caminando a la Noria, el templo ubicado sobre la autopista 57.
Explica que San Panchito es uno de los barrios que vive con más fervor la devoción hacia San Judas, el cual durante todo el mes de octubre se adorna de verde y blanco, muchos empiezan a organizarse para los rezos y velar la imagen del patrono de los comerciantes.
“Fue una manda, una promesa, yo me encontraba en una situación muy difícil, prácticamente hasta el suelo y fue que una persona un amigo me regaló la oración a San Juditas y fue ahí donde me fui apegando y prometí hacerlo un año, pero lo voy a llevar cada año hasta que Dios me lo permita”.
Taquero de oficio, en la esquina de Insurgentes y 21 de marzo tiene un pequeño altar dedicado a San Judas, pero lo que más llama la atención es la vestimenta que manda a hacer con una costurera del mismo barrio.
“Es una prenda ligera, no pesa nada, al principio si me sentía raro, pensé que la gente me iba a ver diferente, pero poco a poco me acostumbre y dije que si prometí lo iba a llevar a cabo, me pasó un cosa, una anécdota, tenía la túnica del lado izquierdo y me pesaba y luego me lo pasé del lado derecho mi hermano me dijo que todo debe ser por la derecha, me lo cambié y ya como si nada”.
Ahora cada año peregrina desde San Panchito hasta la Noria, una caminata de dos horas que realiza con la fe y la intensión de darle gracias a su intercesor, San Judas, por la oportunidad de salir adelante y que no le falten clientes.