Día del Abuelo | Desde hace 30 años vende helados

Don Juan Josué vende nieves de leche o de agua en distintos tianguis y mercados de El Marqués y la capital queretana

David Álvarez | Diario de Querétaro

  · lunes 28 de agosto de 2023

Aprendió a hacer helados por su padre. / Foto: David Álvarez | Diario de Querétaro


Tianguista desde hace 50 años, don Juan Josué trabaja diariamente para dar el pan en la mesa. Tiene 66 años, queretano de origen y sin una jubilación de por medio que le ayude a descansar, sino pasar toda su vida dedicada al arte de la vendimia, del "¡pásele, güera!" hasta que el cuerpo aguante.

De limón, de vainilla, de fresa, chocolate, mantecado, don Juan vende nieves de leche o de agua en distintos tianguis y mercados de El Marqués y la capital queretana, en el trabajo que no para y las ganas que no faltan para salir a ganarse unos pesos.

Mantienen su espíritu vivo a través de la magia de la música. Foto: Tamara Medina | Diario de Querétaro

"Soy de aquí, de Querétaro y tengo ya 50 años vendiendo. 30 más o menos con nieves, pero siempre vendimos cosas, como ropa, dulces, cualquier cosa para sobrevivir. Desde niño le sé a esto y aprendimos".

El trabajo arduo es uno de esos valores que su generación sabe apreciar, del no conocer el descanso, de caminar bajo el sol, bajo la lluvia o cualquier afectación y circunstancia cotidiana que un vendedor de calle suele experimentar.

"No hay de otra, hay que trabajarle. Siempre hemos trabajado aquí, mi papá me enseñó a eso, a ganarse el sustento. Los jóvenes ya no saben eso, lo quieren todo gratis, pero a nosotros nos costó mucho salir adelante. A mi familia le he dado todo".

El cansancio es, sin duda, algo que llega con el tiempo, es inevitable. Caminar por horas y bajo el sol no suele ser lo mismo. La espalda comienza a doler cada vez más y los achaques se vuelven más certeros.

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"Hace un año tuve espolones, que dicen que te da por caminar o correr mucho y mira, el cuerpo ya no aguanta como antes y nunca tuve problemas, al menos de eso, hasta ahora. Era un dolor terrible que tuve que ir al doctor y luego poner los pies en agua, el cuerpo te la cobra siempre".

Su familia, dice, salió adelante por el trabajo, sus hijos, al menos uno de ellos salió de la universidad, pudo pagarle estudios. Ahora, sólo trabaja para su esposa y él mismo, más sencillo, aunque le hubiera gustado tener una pensión: "pero no todos tuvimos esa oportunidad y ni modo, nos tocó fregarle un poco más".