La mañana de este 18 de noviembre, la avenida Zaragoza se convirtió en el epicentro de conmemoración y colorido por el desfile cívico-militar que recordó el aniversario de la Revolución Mexicana.
Desde tempranas horas, cientos de personas ocuparon las banquetas y camellones, buscando el mejor lugar para presenciar el paso de contingentes que ofrecieron un espectáculo lleno de historia, disciplina y tradición.
El evento comenzó a las nueve de la mañana con el sonido de las bandas de guerra, lo que marcó el inicio oficial del desfile, encabezado por el gobernador Mauricio Kuri González, y el alcalde de Querétaro, Felipe Fernando Macías Olvera. Los primeros en marchar fueron grupos escolares y asociaciones deportivas, seguidos por agrupaciones de seguridad y representantes de instituciones públicas y privadas.
La actividad reunió a personas de diferentes comunidades, quienes observaron con atención las formaciones y presentaciones que avanzaban por la avenida.
Las familias llegaron con sillas plegables y sombrillas para acomodarse en los espacios disponibles. Los niños se ubicaron en primera fila para no perder detalle de los carros alegóricos, las bandas de música y las exhibiciones deportivas. Los adultos se mantuvieron atentos, señalando elementos que les parecían interesantes y explicando a los más pequeños las representaciones históricas.
Las instituciones educativas mostraron diversas actividades, desde coreografías hasta exhibiciones de habilidades deportivas. Los integrantes de bandas de guerra marcharon en sincronía, y los contingentes de danza ejecutaron presentaciones que captaron la atención de los asistentes.
Los carros alegóricos, decorados con motivos relacionados con la Revolución Mexicana, avanzaron lentamente mientras los espectadores los seguían con la mirada o los grababan con sus teléfonos móviles.
El ambiente estuvo marcado por la presencia de vendedores ambulantes que ofrecían alimentos, bebidas y artículos alusivos al desfile. Globos, banderines y sombreros se distribuyeron entre los asistentes, quienes aprovechaban los momentos entre contingentes para adquirir productos o compartir comida.
El olor de los antojitos se mezcló con el ruido de las conversaciones y los pasos de quienes buscaban mejores posiciones para observar.
En el transcurso del desfile, los contingentes militares y de seguridad generaron especial interés entre los asistentes. Los vehículos oficiales, los uniformes y las formaciones captaron la atención de los niños, que señalaban emocionados cada uno de los elementos que pasaban frente a ellos.
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Al finalizar, las familias comenzaron a retirarse del lugar, mientras las calles volvían lentamente a la normalidad. Las personas comentaron entre sí lo más destacado del evento, y los niños preguntaron a sus padres sobre los elementos que habían llamado su atención.
El desfile cerró una jornada que reunió a comunidades, instituciones y autoridades en un acto que recordó uno de los eventos históricos más significativos del país.