Domingos de convivencia se viven en Constituyentes

Eduardo Hernández

  · lunes 19 de septiembre de 2016

ADEMÁS del préstamo de las bicis, los asistentes disfrutan de agua cuando lo necesitan sin ningún costo.

El exagerado número de automóviles que aceleran pitando todoslos días por las avenidas principales de la ciudad, desvían surecorrido sobre avenida Constituyentes en la intersección conPasteur los domingos por la mañana, para dar paso a la librecirculación de animadas familias que recorren improvisada vía deciclismo.

El asfalto recibe caliente y no tan amigablemente, a losdeportistas que con frecuencia caen de las bicis, pero siempre selevantan para alcanzar sus metas de ese día; en ocasiones hasta300 bicicletas serpentean en un espacio para hacer nuevos amigos yreencontrarse con algunos de los viejos tiempos, aseguran losciclistas.

Para todos los gustos hay, las familias, amigos y parejas paseanen bicicleta; los adolescentes gastan el pavimento con flamantespatinetas, algunos padres de familia se aventuran a recorrer laavenida en patines y hasta las mascotas se contagian del ánimo delos asistentes, que en otras ocasiones, sólo pueden hacer eserecorrido si van en un coche a más de 40 kilómetros por hora.

Una niña que aprovechó para pasear a su mascota con sufamilia, se percata de que el pequeño animal se encuentra agotadopor el exhaustivo juego; como algo natural, la niña se acerca consu cachorro a una miembro del staff y le pregunta “¿Nos regalasagua?”, a lo que la chica responde con una sonrisa, extendiendouna botella de agua a la pequeña.

“¿Cuánto cobran por rentarnos la bici?”, preguntó LuzHernández la primera vez que pasó con sus hijos por casualidad;se sorprendió al enterarse de que era un servicio gratuito y quetodos los domingos las familias de Querétaro transformaban laimagen gris, monótona y acelerada de una de las vías mástransitadas de la capital, en un paisaje digno de postal.

Desde entonces se convirtió en una costumbre para LuzHernández y su familia, quienes relatan con gusto cómo la madrede familia, con cuarenta años, aprendió a andar en bici al mismotiempo que su hijo más pequeño, aun cuando pensó que el tiempode aprender se había quedado en su pasado.

Carlos Ruíz, relata cómo sus hijos se acostumbraron a estarcada fin de semana en la ciclovía; ya no preguntan si irán esedía al recorrido, pues ya saben que estarán ahí para disfrutarde un día en familia con nuevas experiencias y aprendizajes paratodos.