A sus 94 años (2 de junio de 1925), Don Balbino Heraclio Cabrera Cabrera, platicó del Ezequiel Montes “de antes” de ese Corral Blanco que hoy en día pocos tienen la oportunidad de rememorar.
Acompañado de su “viejita” Doña Elvira Rincón Rincón, madre de sus 12 hijos y actualmente con una discapacidad auditiva severa, Don Balbino en su comedor, con muchas plantas, olor a leña y comida caliente.
“Mi vida es el campo, en el rancho Topistlán, en el cerro aquí cerca, estuve trabajando 38 años, desde niño hasta que me hice viejo, fui pastor, vaquero y caporal. Mis patrones pidieron a mi mujer, ellos me casaron un 27 de noviembre hace más de 70 años, toda una vida”.
¿Cuántos hijos tuvo?, la respuesta obvia llegó acompañada de una estruendosa carcajada: “Yo ninguno, pero mi mujer tuvo 12, yo le ayudé tantito pero ella los tuvo”. Después de recuperar el aliento; sobre este tema, también recordó como desde pequeño tuvo la capacidad de solventar sus gastos, con el sueldo que percibía como vaquero y posteriormente como caporal. “Cuando empecé a trabajar ganaba 5 centavos diarios, que me alcanzaban para mucho. Me pagaban mi raya, le daba a mi madre 2 centavos y me quedaba con tres para gastar: 1 centavo de cigarros, 1 para cerillos y 1 de piloncillo para comer”.
Eleva ambos brazos y la mirada hacia el cielo y afirma: “Gracias a Dios he tenido una vida muy bonita, aunque toda mi vida trabajé, yo nunca fui niño, yo nunca estuve un día en la escuela, lo poquito que se leer mis patrones me enseñaron, nunca tuve nada como otros niños, siempre trabajar en el campo, cuidando los animales, pero eso siempre me hizo feliz”.
Al abordar el tema de la familia, Don Balbino refiere que junto con Doña Elvira criaron a sus hijos bajo la premisa de los valores de la bondad, el amor, la hermandad, la amistad, la solidaridad, la humildad y la compasión, que se suman subrayó, a su creencia religiosa católica.
“Gracias a Dios mis hijos salieron vivos, mi Guadalupe es un gran sastre, hace cualquier tipo de ropa, otro hijo también gana muy buen dinero, la mayoría son comerciantes, son buenos hijos e hijas, empezaron a ir a la escuela donde hoy en día es el auditorio de Bernal, el que terminaba 6º año ya era importante porque sabía leer, pero ahora la educación cuesta mucho”.
Con una enorme sonrisa, nos presume, “Dios nos ha permitido a mi viejita y a mi conocer a nuestros más de veinte nietos y un montón de bisnietos y tataranietos, “a esta edad que tenemos nos ha permitido atestiguar que antes no había nada, no había luz nos alumbrábamos con petróleo y con velas, no había agua, ni teléfonos, no había caminos, carreteras. Yo les platico a mis nietos y bisnietos de como era antes y no me lo creen, ellos creen que toda la vida ha habido radio, televisión, que siempre ha habido luz, bicicletas, carros. El primer radio que tuve ¡Cómo me entretenía!, lo primero que escuché en ese aparato fue al Papa”.