El paso de los años, sobre todo a partir de la quinta y sexta décadas de vida, suele provocar achaques de la salud y afectar en algunos casos el estado de ánimo, pero existen algunos mitos infundados sobre esta etapa. Cada vez más personas la convierten en una de más estimulantes de su vida, son los ‘jubillennials’ o jubilados activos del siglo XXI.
En contra de la creencia de que retirarse equivale a estar triste o solo, tener menos vida social y sentirse poco útil a la sociedad, la jubilación no favorece la depresión, sino que parece reducir sus síntomas, según el estudio “Jubillennials: el impacto de la jubilación en la salud a partir de los 65 años”, de Vivaz.
Según un estudio de esta entidad de seguros de salud (www.vivaz.com) el porcentaje de españoles de 55 a 64 años que presenta síntomas depresivos es un 27% mayor que el de los de 65 a 75 años.
Según Vivaz, en la reducción de los síntomas depresivos tras dejar de trabajar también pueden influir el haber dejado el estrés y el sedentarismo de la época laboral, para adoptar unos hábitos más saludables, como hacer ejercicio regularmente, seguir la dieta mediterránea con más asiduidad, y fumar y beber menos, y estar más satisfecho con la vida social.
"Es una generación más longeva, que además goza de una mayor calidad de vida. Son muy activos, se apoyan en la tecnología, poseen una gran capacidad de disfrutar la vida y suelen estar más concienciados con su salud tras jubilarse", indica el doctor Manuel Castillo, presidente científico de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL).
En materia de ejercicio físico, “cualquier edad es buena para empezar a cuidarse, mantener lo que se tiene y mejorar la calidad de vida. Lo importante es crear un hábito”, señala por su parte Belén Galán, directora de Marketing y Comunicación de la compañía thyssenkrupp Home Solutions (THS), líder en salvaescaleras.
MOVIMIENTOS PARA VIVIR MÁS Y MEJOR
“La motivación está clara: vivir más y mejor. Solo hay que insistir hasta adquirir la costumbre y luego no costará mantenerla; es más, se echará de menos cada vez que no sea posible practicar la rutina de actividad física”, señala esta ejecutiva de THS.
Sea del tipo que sea, de resistencia, de fuerza, de equilibrio o de flexibilidad; para preservar y potenciar los músculos y articulaciones; para controlar el peso y mantener la energía; para reducir el riesgo de rigidez, fracturas, lesiones y caídas, “el ejercicio que se realice deber ser adaptado a la movilidad y estado físico de cada uno”, señala Galán.
“Hay que progresar lentamente, establecer metas realistas, sin sentir dolor, cuidando de no agravar las patologías preexistentes y consultar al médico cuando sea necesario”, añade.
Además de las actividades externas como caminar, ir al gimnasio o practicar natación, THS sugiere otras formas de ejercicio físico moderado que pueden practicarse fácilmente en casa, sin grandes medios, ni gastarse el dinero en máquinas de gimnasia: Hacer tareas domésticas, bailar, actividad mientras se mira la televisión, caminar rápido en casa, pesas domésticas, entrenar el equilibrio, y hablar por teléfono de pie.