Con la llegada de la temporada invernal, los desafíos se intensifican para los residentes de Las Peñitas y zonas aledañas, ubicadas al norte de la capital queretana, en especial para aquellos que habitan en viviendas construidas con materiales como madera y lámina, lo que se convierte en un desafío cotidiano que agrava las condiciones de vida en estas zonas irregulares.
Para muchos, el invierno no solo significa temperaturas más bajas, sino la lucha diaria por mantenerse abrigados. Las cobijas y las fogatas se convierten en recursos esenciales, aunque su eficacia es limitada en estructuras que no ofrecen el aislamiento necesario contra las inclemencias del clima.
"Las mañanas son muy duras aquí. Primero porque vean dónde vivimos y dos porque es una zona muy alta, donde el aire pega directo y nos la arreglamos con muchas cobijas en las paredes, sobre nosotros y fogatas para mantenernos calientes", señaló María del Carmen, residente, quien se dedica a pepenar durante las noches y madrugadas.
Este escenario se repite en diversas áreas irregulares, donde la población enfrenta desafíos similares al tener que lidiar con las condiciones invernales, que se intensifican con la llegada del Año Nuevo y durante el mes de febrero.
"Los días más fuertes son en enero, que llega el invierno con todo y luego febrero. Luego nos apoyamos entre todos para comprar leña o con los apoyos que nos da municipio, con cobijas sobre todo, es como nos las arreglamos aquí", añadió Faustino, también habitante y herrero, radicado cerca de la colonia Menchaca.
En medio de estas realidades, estas comunidades buscan estrategias y apoyos tanto internos como externos para hacer frente a los rigores del invierno, al tiempo que reconocen la necesidad de medidas más estructurales que proporcionen un resguardo efectivo contra el frío y contribuyan a una calidad de vida más sostenible a lo largo del tiempo.
En este sentido, algunos residentes han emprendido la tarea de llevar a cabo construcciones con tabique de manera gradual, con el objetivo de remediar los daños causados tanto por las bajas temperaturas como por las lluvias, que se convierten en un problema recurrente cada año.
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"Compramos algo de tabique, empezamos a edificar poco a poco para que no pase eso. La luz la tenemos de aquí, lo mismo el agua. Nosotros buscamos estar en paz, que tengamos los servicios como todos y que nos dejen trabajar. No tenemos más que esto y son nuestras casas", añadió Laura Romero, también habitante de la zona.