Existe una regla manifiesta en México, el desprecio por la ciencia. El presidente López Obrador nunca ha sido afecto a los análisis metódicos, jamás se ha dispuesto a escuchar una opinión contraria, o por lo menos, a recibir una segunda opinión distinta a la suya - parte fundamental en la verificación científica-, de ninguna forma ha mostrado simpatía por investigadores, especialistas, técnicos o académicos, de ningún modo sus palabras corresponden a una verdad soportada con datos, fiel a razonamientos lógicos o respetando la sistematización del conocimiento. Bien apuntaba el matemático polaco Jacob Bronowski “La ciencia es la aceptación de aquello que funciona y el rechazo de aquello que no. Para eso se necesita más coraje que lo que uno piensa”. Para el presidente mexicano lo que vale es lo que él piensa; sus datos son “los” datos y no hay más. Su desprecio por la verdad científica se constata cada mañana.
Si ya bajo el neoliberalismo vivíamos en un país que invertía muy poco en ciencia y tecnología, ahora, bajo la sombra de la “cuarta transformación” retrocedimos. No solo disminuyó significativamente la inversión en ciencia y tecnología, ahora, aunque usted no lo crea, inició también la persecución política y judicial en contra de investigadores y científicos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), principal organismo público del gobierno dedicado a la promoción, impulso y desarrollo de la ciencia en nuestro país.
Mientras en México se destina actualmente tan solo el .1% del PIB a la ciencia e investigación, en países como Alemania, Corea del Sur o Japón se destina hasta un 4% en comparación. Mientras en países desarrollados y en vías de desarrollo se estimula y reconoce el trabajo de quienes dedican su vida a la investigación, en México se les busca encarcelar tergiversando la información y distorsionando los hechos.
La Fiscalía General de la República, en un hecho inédito, acusa a 31 investigadores por el uso de gastos operativos “indebidos” a pesar de estar claramente soportados por la ley. La Fiscalía pretendió acusarlos de delincuencia organizada y lavado de dinero por haber usado el recurso público en viáticos que son un gasto necesario, reconocido por las autoridades fiscales y que tiene un fin claro que es cubrir la alimentación, hospedaje, transporte… durante un viaje de trabajo específico. La Fiscalía de López pretende enjuiciar a investigadores por utilizar el dinero que se les dio para el fin que se les dio.
Decía Julio Verne que “la ciencia se compone de errores, que a su vez, son los pasos hacia la verdad.” Quizá esta sea la razón “científica” para comprender el desprecio presidencial por la ciencia: la permanente negativa a reconocer sus errores y el temor constante por llegar a la verdad.
*Diputado Federal PAN