Bien decía desde hace más de 88 años don Manuel Gómez Morin, ex rector de la UNAM, que “la existencia de la Universidad no es un lujo, sino una necesidad primordial para la República. El trabajo de los universitarios no es sólo un derecho, sino una responsabilidad social bien grave. Ni la Universidad puede vivir, ni los universitarios pueden trabajar con el fruto que la comunidad tiene derecho a exigirles, si las condiciones de apoyo y de comprensión no se cumplen.” De mucho tiempo atrás las universidades públicas de todo el país padecen de las coyunturas políticas imperantes al momento de plantear sus necesidades presupuestales.
Año tras año, ante la definición de los presupuestos de egresos, la mayoría de las instituciones de educación pública se enfrentan al contentillo y criterio de los titulares de los poderes ejecutivos – presidente y gobernadores- que, casi siempre, mantienen una influencia determinante en las legislaturas respectivas. Es así que el presupuesto que se otorga a las universidades públicas comúnmente se regatea sin considerar la trascendencia de su función social.
Es cierta también, la existencia de casos documentados de malos manejos financieros o desfalcos en algunas instituciones que han puesto en duda el correcto uso de los recursos públicos destinados a las universidades, pero sin duda, son excepciones que deben investigarse y sancionarse pero no por ello convertirse en un precedente negativo que sirva para condicionar el aumento significativo y decidido al presupuesto de las mismas. Hoy la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) forma a más de 32,000 estudiantes y el conocimiento que genera es incomparable.
¿Por qué no aumentar su presupuesto si es necesario incrementar su nivel de cobertura? Si cada año, 7 de cada 10 aspirantes a ingresar a la Universidad, no pueden hacerlo ¿por qué no destinar mayores recursos a la Máxima Casa de estudios del Estado? Quizá prevalezcan consideraciones técnico-financieras que no permitan dar un incremento sustancial pronto, pero no hay justificación racional que valga para seguir postergando el inicio de una recuperación presupuestal significativa y paulatina.
Es momento de re valorar la posibilidad de garantizar un presupuesto suficiente e incremental para las universidades públicas desde las propias constituciones. La UAQ ha cumplido al mantenerse entre las mejores universidades de nuestro país, ahora nos toca a todos, sociedad y gobierno, retribuirle en nuestras posibilidades. Quienes somos egresados y ocupamos una posición política estamos doblemente obligados a hacerlo. Recientemente la rectora Teresa García tuvo a bien recordar aquella frase de Derek Curtis Bok, ex rector de la Universidad de Harvard, “Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”, este es el verdadero dilema que enfrentamos, apostar con recursos públicos por la educación pública o acostumbrarnos a la ignorancia.
*Diputado Federal PAN