Justo hace un año falleció el esposo de Sonia, quien con su familia acudió a visitar su tumba en el Panteón Cimatario. “Es doble motivo para recordarlo”, dijo con una tristeza aún reflejada en su rostro, a pesar de que dijo que ella y sus familiares buscan estar alegres “para que él vea que están bien”.
Mientras tanto, muchas de las tumbas mostraron ese colorido de los adornos colocados por los familiares de quienes ya no están aquí; mientras, las familias limpiaban las tumbas o acarreaban agua para echarle a las flores de sus difuntos.
Sonia llegó con familiares y amigos, y compartió que acuden al panteón cada semana, pero que ahora el motivo para estar ahí es doble; primero, porque se cumple el primer aniversario del deceso, y luego, porque es cuando se recuerda y visita las tumbas de quienes partieron antes.
Mencionó que ella, así como sus familiares y amigos son de Querétaro. Todos mostraban algo de nostalgia, pero al mismo se solidarizan con Sonia, con el simple hecho de acompañarla e intercambiar una conversación.
“Procuramos venir y estar alegres para que él vea que estamos bien”, dijo Sonia, quien sostenía una canasta con un ramo de flores en sus manos, en tanto yacía sentada a los pies de la tumba.
Comentaron que se alistaron desde temprano para desayunar y luego tomar camino al cementerio de la colonia Cimatario, a donde de, acuerdo con lo que mencionaron, llegaron a las nueve y media aproximadamente.
“Nos vamos a ir cuando nos dé hambre, pero ya con la satisfacción de haber estado un momento al lado de mi esposo”, indicó Sonia, quien se veía rodeada de sus amigos y familiares; todos ellos relajados, sentados en una piedra o en una silla.
En el caso de esta familia, simplemente colocaron algunos adornos y flores alrededor de la plancha de cemento. Les bastó hacer acto de presencia para unirse a esta tradicional conmemoración.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Al cementerio Cimatario arribaba la gente poco a poco, sin importar hacerlo en silla de ruedas o apoyadas en muletas o un bastón, pero con un ramo de flores, los cuales se expendieron en el exterior a diferentes precios, desde los 40 pesos hasta los 150, según el tamaño.
Por momento se escuchaban las canciones de los mariachis o grupos norteños que ofrecieron sus servicios para cantar las canciones que le gustaban al difunto.