Desde las primeras horas de la mañana, el Santuario de la Santa Cruz de los Milagros, ubicado en el Templo de la Cruz en Querétaro, abre sus puertas a las 5:30 a.m. para recibir a miles de fieles que acuden a cumplir sus mandas.
Estas mandas son promesas hechas a lo largo de los años en busca de favores, ya sea por la salud de un familiar, la obtención de un buen trabajo o la armonía familiar.
Acompañados por sus seres queridos, los devotos recorren un camino que inicia en la esquina de la calle Luis Pasteur y sigue por Zaragoza hasta llegar a la calle Felipe Luna, antes de tomar rumbo hacia el Templo de la Cruz.
A lo largo de este recorrido, que muchos realizan de rodillas sin importar las condiciones climáticas, los fieles utilizan cobijas, cartones o sudaderas para aliviar el dolor de sus rodillas mientras avanzan hacia el santuario.
La fe y la devoción son los motores que los impulsan a cumplir con este sacrificio, una tradición que se renueva año con año como parte de la celebración en honor a la Santa Cruz de los Milagros, símbolo de protección y milagros.
La peregrinación no se limita a los habitantes de Querétaro; devotos provenientes de diversas regiones del país, como la Ciudad de México, también se suman a esta manifestación de fe.
Se estima que más de 3 mil 500 fieles participan en esta peregrinación, buscando el cumplimiento de algún favor o agradeciendo por los milagros concedidos.
A medida que los peregrinos avanzan hacia el templo, grupos de danzantes, conformados por jóvenes, adultos y familias enteras, se congregan alrededor del atrio para celebrar a la Santa Cruz con bailes y música tradicional.
Los transportistas, tanto del servicio público como privado, así como los automovilistas, detienen su marcha respetuosamente para permitir que los fieles sigan su camino hacia el santuario. El respeto por esta tradición es evidente en toda la ciudad, donde el fervor religioso se convierte en un motivo de unión y devoción.
El dolor y el cansancio en las piernas y manos no frenan a los fieles, quienes llegan al santuario de rodillas y se inclinan ante el altar para agradecer a Dios y a la Santa Cruz por permitirles concluir su peregrinación. En un acto de gratitud, muchos devotos hacen nuevas peticiones, esperando regresar el próximo año a cumplir con otra manda.
Después de la peregrinación, se lleva a cabo una misa en honor a los antepasados de los danzantes que han participado en la celebración de la Santa Cruz. Para aquellos que han sufrido heridas durante el recorrido, los frailes del santuario, junto con personal de enfermería del Instituto Mexicano del Seguro Social, brindan curaciones. Este acto de caridad es parte del ritual que honra el sacrificio de los devotos, quienes llegan al templo descalzos o de rodillas.
Testimonios de fe
Juana Isabel Guerrero, una devota que ha asistido durante 25 años a la celebración, comparte su experiencia. "Este año mi manda fue por la salud de mi abuelita. Es una bendición que la Santa Cruz me permita venir cada año. Siempre he pedido por la salud de mi familia y he recibido grandes milagros. Es algo muy bonito para nosotros".
Originaria de Paseos de San Miguel, Juana Isabel invita a otros a unirse a esta tradición, aunque no sea de rodillas. “Es una tradición muy bonita que llevamos año con año. Los invitaría a ver nuestras tradiciones”.
Otro fiel, Galiana Sánchez, relata su motivo para participar en la peregrinación.
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"Hice una manda por un familiar que falleció de cáncer hace cinco años. Prometí hacer esta peregrinación en su honor, y lo he cumplido durante 17 años. Es un alivio muy bonito llegar al templo; es una manera de devolver un poco del sacrificio que él hizo por nosotros".
Proveniente de San Pedrito, Los Arcos, Galiana también invita a otros a unirse y encomendarse a la Santa Cruz.
"Es una experiencia muy padre, muy bonita para quienes creemos en la Santa Cruz".
Para muchos, la Santa Cruz de los Milagros es un símbolo de fe, protección y esperanza. La tradición de realizar esta peregrinación año con año es una muestra del profundo vínculo que los fieles tienen con la Cruz, a la que atribuyen innumerables milagros y bendiciones.