Janet Alejandra López Molina era una joven como cualquiera, con grandes sueños, como convertirse en una destacada doctora, por su mente jamás pasó formar un hogar, mucho menos convertirse en madre.
En entrevista para el podscat “Acá entre nos, las cosas como son”, trasmitido por el canal de YouTube de Diario de Querétaro, Janet abrió su corazón y reveló como es que tuvo que decidir ser madre o continuar con sus sueños profesionales.
“Mi primer embarazo no fue cuestión de irresponsabilidad como muchos creerían, yo estaba empezando la carrera de medicina, pues mi sueño siempre fue ser doctora, así que en esa primera vez que tuve relaciones me cuidé, pero por desgracia el preservativo se rompió y tomé la pastilla del día siguiente, me tomé dos pensando que así era menos probable embarazarme y el resultado fue al revés. Transcurrió el tiempo y comencé a sentirme mal, estaba embarazada y por como estaba educada me casé con mi novio, así que mis estudios quedaron de lado”, cuenta.
Cuando decidió que era momento de volver a intentar matricularse en la universidad nuevamente el método anticonceptivo falló y una vez más quedó embarazada; con una gran frustración volvió aceptar el hecho que una nueva vida venía en camino, “lo acepté, pero no estaba convencida, más porque mi esposo y yo ya estábamos muy mal”.
Para mujeres como Janet no hay otra opción que “resignarse” a tener al bebé, por los valores que se inculcan desde casa o bien por decisión propia, para estas mujeres no existe la posibilidad de interrumpir el embarazo o dar a la criatura en adopción.
Con 2 niños y una pareja ausente, pues según su relato en el proceso de embarazo el esposo decidió que era momento de salir huyendo de las responsabilidades y abandonó el hogar. Janet tuvo que enfrentarse al hecho de ser madre de dos hijos, los cuales no fueron planeados ni fueron deseados, pero tampoco rechazados y sin quererlo se convirtieron en su motor para salir adelante, pues ya no contaba con ningún tipo de apoyo.
Afirma que pareciera que la responsabilidad de ser madre era únicamente de ella, pues de haber decidido interrumpir los embarazos o dar a los pequeños en adopción se hubiera enfrentado al escarnio público, a la sociedad donde si el hombre abandona, no pasa nada, como si el procrear fuera únicamente acto de la mamá.
Janet continuó con su vida hasta que una nueva pareja tocó su corazón y por tercera ocasión, pese a un implante y una ligadura de trompas, se convirtió en mamá. Aunque no fue planeada esta última bebé, por lo menos tenía una mayor estabilidad emocional en su vida conyugal, por lo que el proceso de embarazo fue muy diferente a los dos primeros.
La joven madre relata que pese a que ninguno de sus embarazos fue deseado, que ella nunca sintió la necesidad ni el gusto por ser madre, siempre trató de dar lo mejor a sus pequeños, “nunca pensé en no tenerlos o hacerles algún mal, pero tampoco fui la madre cariñosa que los besara y les demostrara afecto”.
Esta situación, nos cuenta, llevó a que sus 2 hijos mayores a ser niños retraídos, tímidos, que les cuesta socializar con las personas y no tienen seguridad en ellos mismos, “es difícil, si me arrepiento y me duele ver que mis hijos mayores tengan tantos problemas emocionales, pues casi no interactúan con las personas y a diferencia de mi niña más pequeña ella es muy sociable, platicadora y muy segura de sí misma”.
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Ante esta situación Janet finalmente decidió ser feliz con la vida que si bien no eligió, tampoco se arrepiente de haber aceptado a tres seres maravillosos, a los que hoy trata de compensar por esos días que no les demostró cuánto los amaba, y aunque vinieron a cambiar sus proyectos de vida, no se arrepiente de haber tomado la decisión de traerlos al mundo y es recompensada cada vez que la abrazan y le dicen tiernamente “te quiero mamá”.