El obispo de la Diócesis de Querétaro, Fidencio López Plaza, reconoció a los peregrinos de la entidad por el cumplimiento de otra celebración más hacia la Virgen de Guadalupe, aun ante las adversidades que implicó la pandemia de Covid-19, donde los fieles encontraron la manera de expresar su fe.
Esto durante la misa ofrecida en la explanada de la Basílica de Guadalupe, donde miles de personas se hicieron presentes provenientes de diversos municipios de la entidad, a partir de las 11:30 de la mañana, quien felicitó a los distintos grupos de la peregrinación por su esfuerzo.
"Después de 129 años de caminar presencialmente y de tres de peregrinar, como le llaman ahora, de manera híbrida a causa de la pandemia, nos sentimos fortalecidos en nuestra comunión y también nos sentimos confirmados como peregrinos. Hemos nacido para caminar", indicó.
Añadió que esta afirmación es iluminadora, ya que indica uno de los principios básicos del cristianismo, donde la morada de cada persona se encuentra en donde su fe lo lleve, motivo de que la peregrinación sea un acto importante en la vida de los fieles.
"Como afirma Jesús: las zorras tienen guaridas y las aves nidos, pero el hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Está frase indica el lugar donde vive y lo contrapone contrapone lugar donde viven los animales. Ellos salen, pero vuelven a sus nidos. El ser humano por su esencia carece de lugar y de hogar definitivo en esta vida".
Recordó la vida de los primeros cristianos, quienes habitan en su propia patria como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero soportan todo como extranjeros, destacando que el lugar de los creyentes es en el cielo.
"El ser humano es alguien que, por naturaleza, está en camino, que se mueve y que solamente caminando se entiende y se sostiene. El ser humano es como la bicicleta: solo se sostiene caminando, si se para se cae (...) somos peregrinos y nuestra casa definitiva es estar con Dios".
Al finalizar la misa, Fidencio López Plaza bendijo los estandartes de los peregrinos, así como los cubrebocas de los fieles, solicitando a la población católica acatar las medidas sanitarias, como un símbolo de cuidado social ante las complicaciones que esta pandemia trajo para la vida religiosa y social a nivel mundial.