Desde Tequisquiapan, Querétaro, Alfredo Moreno ha visitado la Basílica de Guadalupe desde hace 25 años, siendo un peregrino que inició a una edad madura, por lo que ahora ha decidido retirarse, pues la fatiga y los malestares son cada vez más frecuentes.
Para los peregrinos la fe mueve montañas; sin embargo, el paso del tiempo va mermando el estado físico y las fuerzas para seguir adelante, en un recorrido de días expuestos a la intemperie y los extensos kilómetros.
Si bien esta dificultad enaltece al peregrino al llegar a la Basílica de Guadalupe, la edad en algunos de ellos impide que el recorrido se realice adecuadamente, pues el camino para una persona mayor de 70 años es cada vez más arriesgado.
"Yo cumplo 25 años peregrinando y es el último año que vengo, porque ya no aguanta uno caminando, pero ya por lo menos llegamos a estos 25, gracias a Dios que me dio licencia de llegar".
Alfredo tiene 72 años, inició a los 47 debido a invitaciones que le llegaban de amistades y familia cercana, por lo que decidió emprender el recorrido, del cual se dijo fascinado desde la primera ocasión.
"El primer año que vine me gustó mucho y le seguí y le seguí hasta cumplir los 25 años. Fueron caminos largos, con ampollas, algunos ligeros accidentes, que una piedra en el zapato, todo lo que uno pasa para ver a la Virgen".
Indicó que, si bien nunca tuvo accidentes graves, el cansancio se hizo cada vez más evidente al pasar los años; ahora a su edad, le cuesta cotidianamente subir pendientes o escaleras, haciendo esto por pura fe.
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"Me gusta toda la emoción de esto, lo que la fe nos mueve. Mi familia me apoya en esto, me dan ánimos y a mis 72 esto es cansado, que puede que vuelva si la Virgen me llama, pero francamente quién sabe… ya el cuerpo no aguanta lo mismo".