"Mi papá es un ejemplo para mí, es un ejemplo de vida": Hugo Arciniega.
Hugo Iván Arciniega Ramírez recibió la medalla por 25 años siendo peregrino con rumbo al Tepeyac, una tradición familiar que le transmitió su padre, de quien dijo es un ejemplo de vida, llevándolo por primera ocasión a sus cuatro años de edad, subido en sus hombros; desde entonces ha proseguido este camino, no sólo como fiel creyente, sino también como fotógrafo.
El también fotoperiodista de Diario de Querétaro nació en el municipio de Polotitlán, en el Estado de México, hace 34 años. Su padre, Filogonio Arciniega, de la misma localidad, se encuentra a punto de cumplir 50 años en esta andanza de fe y devoción.
"Inicié cuando era un niño, tenía 4 o 5 años, mi papá me llevaba en sus hombros; tenemos fotos de eso, aparte, mis abuelos caminaban, mi abuelo paterno y mi abuela materna; es una herencia, una tradición de la familia, somos muy devotos de la Virgen y año con año hemos seguido caminando".
Sin embargo, pese a esta intención anual, en 25 años algunas fechas han sido difíciles, principalmente por temas de salud, en el que fue operado por problemas en la columna, lo que ocasionó que no pudiera acudir en algunas ocasiones. Asimismo, el trabajo se lo ha impedido, aunque su faceta de fotógrafo le ha permitido otra perspectiva sobre peregrinar.
"Por ahí hace unos cuantos años no pude caminar por cuestiones de salud, pues me operaron de la columna, además de asuntos laborales. Aparte he caminado como medio de comunicación cubriendo la peregrinación y son experiencias muy bonitas".
Desde que salió de la carrera, hace 12 años, su profesión la ha conjugado con el peregrinaje, empezando de manera independiente con su cámara en la agrupación de su padre y posteriormente en medios locales, incluyendo a Diario de Querétaro.
Para Hugo, la experiencia del peregrinar es un ejercicio reflexivo y espiritual importante, una introspección para el reconocimiento propio y el agradecimiento hacia la Virgen de Guadalupe. Su manda consiste en presentarle cada año a su hija, a quien busca inculcarle los valores católicos.
"Lo más lindo es que es un retiro espiritual de cada año, y ¿qué es esto? Encontrarte a ti mismo, reflexionar lo que haces en el año, si lo haces bien o mal, en qué te equivocaste, cómo solucionarlo. Es una semana en la que te encuentras con tu familia: mis papás, con mi esposa, con mi niña".