/ domingo 17 de septiembre de 2017

¿Hombre o mujer, niño o niña?

Por Miram Martínez

¿Hombre o mujer, niño o niña? La mayoría de nosotros podemosresponder a ésta pregunta sin dudarlo ni un segundo aunque paraotras personas la respuesta resulta no ser tan sencilla.

Karina, como le gusta que le llamen, aún menor de edad, pielmorena y de complexión delgada se mira al espejo. Se muestraconcentrada en el delineado de sus ojos. El azul y negro le hacenresaltar de tal manera que su mirada se vuelve impactante. Conformeavanzan los minutos su cara se transforma, las líneas delmaquillaje, las pestañas postizas y el labial la transforman deuna cara con señas masculinas a una atrevida “fémina”.

Al mismo tiempo, Hanna hace lo suyo. De portar unos jeans conuna playera y pelo recogido, sus siluetas se transforman, seelevan, se estilizan. Se preparan para el trabajo, uno queduramente es juzgado por la sociedad. Dicen, las condicionesmonetarias y la falta de empleo para personas como ellas que seidentifican con el sexo opuesto al cual nacieron, les orillaron adedicarse a lo que ahora. La prostitución. Les gusta, pero no todoes “padre”. Expuestas al peligro, las condicionesclimatológicas y la aún discriminación, día a día seencomiendan (a alguien o algo) para regresar con vida a casa.

La discriminación y el acoso comienzan en la etapa deescolarización, reduciendo de esta manera las perspectivas deempleo. Posteriormente, la discriminación continúa al encontrarun empleo y ya en el ciclo del mismo.  Y es que los trabajosofertados para las personas transgénero son generalmente aquellosen los que no tienen que exhibir su imagen. En empresas u oficinasgubernamentales chicas o chicos como ellos, aún no los vemos.

Se anexa una más, Violeta, de vestido negro y actitud coqueta.Con voz aguda responde tener diecinueve años. De lejos, su noviola observa posar a la cámara para una foto. Se nota le gusta y lodisfruta. Entre las tres se cuidan en el trabajo: se buscan, sellaman, se esperan. Ésta es su única alternativa de cuidarseentre ellas mismas.

Karina, ya sometida a procesos hormonales, con seguridad afirmaseguir en el proceso de transformación. Aunque desde pequeñaquería ser una niña apenas está el inicio. En contraparte,Hanna, quien inició sus estudios en mecatrónica anhela regresar yterminar su carrera, pero no como “una” profesional, sino como“un” profesional.

Por Miram Martínez

¿Hombre o mujer, niño o niña? La mayoría de nosotros podemosresponder a ésta pregunta sin dudarlo ni un segundo aunque paraotras personas la respuesta resulta no ser tan sencilla.

Karina, como le gusta que le llamen, aún menor de edad, pielmorena y de complexión delgada se mira al espejo. Se muestraconcentrada en el delineado de sus ojos. El azul y negro le hacenresaltar de tal manera que su mirada se vuelve impactante. Conformeavanzan los minutos su cara se transforma, las líneas delmaquillaje, las pestañas postizas y el labial la transforman deuna cara con señas masculinas a una atrevida “fémina”.

Al mismo tiempo, Hanna hace lo suyo. De portar unos jeans conuna playera y pelo recogido, sus siluetas se transforman, seelevan, se estilizan. Se preparan para el trabajo, uno queduramente es juzgado por la sociedad. Dicen, las condicionesmonetarias y la falta de empleo para personas como ellas que seidentifican con el sexo opuesto al cual nacieron, les orillaron adedicarse a lo que ahora. La prostitución. Les gusta, pero no todoes “padre”. Expuestas al peligro, las condicionesclimatológicas y la aún discriminación, día a día seencomiendan (a alguien o algo) para regresar con vida a casa.

La discriminación y el acoso comienzan en la etapa deescolarización, reduciendo de esta manera las perspectivas deempleo. Posteriormente, la discriminación continúa al encontrarun empleo y ya en el ciclo del mismo.  Y es que los trabajosofertados para las personas transgénero son generalmente aquellosen los que no tienen que exhibir su imagen. En empresas u oficinasgubernamentales chicas o chicos como ellos, aún no los vemos.

Se anexa una más, Violeta, de vestido negro y actitud coqueta.Con voz aguda responde tener diecinueve años. De lejos, su noviola observa posar a la cámara para una foto. Se nota le gusta y lodisfruta. Entre las tres se cuidan en el trabajo: se buscan, sellaman, se esperan. Ésta es su única alternativa de cuidarseentre ellas mismas.

Karina, ya sometida a procesos hormonales, con seguridad afirmaseguir en el proceso de transformación. Aunque desde pequeñaquería ser una niña apenas está el inicio. En contraparte,Hanna, quien inició sus estudios en mecatrónica anhela regresar yterminar su carrera, pero no como “una” profesional, sino como“un” profesional.

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