La historia de Adán es un ejemplo de cómo la vida puede tornarse gris en un instante, gris como estaba el cielo en Santa Rosa Jáuregui, municipio de Querétaro, la tarde que creyó perderlo todo. Pero también es la historia de un hombre que aunque no tenga piernas, sigue de pie; y aunque cayó una vez desde la azotea de una casa, tras recibir una descarga eléctrica, desde entonces no parecer haber algo que pueda derribarlo.
Adán colocaba loseta en el techo de una verdulería mientras un cable de energía eléctrica colgaba a menos de medio metro arriba de él; comenzaron a caer del cielo unas cuantas gotas que anunciaban un diluvio en su vida.
Adán pisó un charco de agua que se había formado sobre la azotea, eso bastó para atraer la energía del cable que le dio una tremenda descarga, haciéndolo caer hasta la banqueta de la calle.
Su viacrucis ha recorrido hospitales, clínicas, y hasta juzgados, pues el hombre que le dio trabajo, en vez de responder por él y ayudarlo, lo demandó por un supuesto fraude, demanda que por supuesto nunca procedió.
Una persona así merece mucho más que admiración y respeto, pero también necesita ayuda, ropa, medicinas, cosas para su familia, y cualquier persona dispuesta a ayudar haría una gran diferencia.