Falta de espacios para ensayar, pocos foros públicos y audiencia para la danza contemporánea son tres aspectos que el sector dancístico considera, han debilitado a esta disciplina en la capital queretana.
Pese a ello, los artistas buscan formas de mantener activa su labor; ya sea participando en convocatorias de la Secretaría de Cultura de Querétaro para festivales, o de manera independiente a través de espacios improvisados en azoteas, patios, galerías o en las mismas calles.
“Es muy difícil ser bailarín profesional en Querétaro”, lamenta Sol Jasso, quien no hace mucho egresó del Centro Nacional de Danza Contemporánea (Cenadac).
Y es que desde mucho antes de salir, asevera que se topó de frente con un campo laboral muy reducido, y pocas oportunidades para desarrollar proyectos de manera independiente.
“Cuando sales de la escuela te enfrentas a que no hay espacios, no hay chamba, no hay donde entrenarse o es muy caro, entonces creo que es un reto constante encontrar ese espacio y que la gente no se desanime. Foros como el del Museo de la Ciudad se apartan con hasta un año de anticipación. Entonces si yo monto una coreografía y tengo un proyecto de seis meses, ya no hay espacios porque todos están bastante apartados”.
Además de este recinto, Jasso menciona al Teatro de la Ciudad como otra posibilidad para presentar proyectos; sin embargo, ella y otros artistas de la danza consideran que no existe espacio público alguno en la capital, donde puedan desarrollar su labor sin el riesgo de contraer una lesión, puesto que los recintos no cuentan con las condiciones necesarias para ello.
“El Teatro de la Ciudad a veces funciona, ahí un poco la cuestión es la audiencia, la danza no luce tanto ahí y el piso es terrible, está como todo astillado; el Museo de la Ciudad, aunque su escenario es de concreto, tiene la ventaja de que te ponen linóleo. También existen otros [como el Teatro Metropolitano] pero están fuera del alcance, porque los rentan y es muy caro. El Cenadac, por otro lado, está muy cerrado a abrirse a compañías o colectivos; son muy celosos y eso ha hecho que la escuela –que un momento fue de Guillermina Bravo y era lo máximo–, ahorita apenas algunos saben que existe”.
Para sostener sus carreras y proyectos independientes, detalla que la mayoría de los artistas tienen que dedicarse a otras cosas; ya sea a trabajar como docentes o emplearse en otras labores. Muchos de plano deciden migrar a otros estados o países para seguir estudiando.
Ante este panorama, y la falta de público para la danza, Sol Jasso afirma que muchos bailarines han decidido apostarle a la interdisciplinariedad, y trabajar hombro con hombro con artistas de disciplinas como la música y las artes plásticas.
“A lo mejor alguien viene porque le gusta la pintura, y otra persona porque le gusta la música, y de paso ve pintura y danza… entonces es una forma de abrirnos poco a poco el mercado”.
A propósito del Día Internacional de la Danza, que se conmemora cada 29 de abril desde 1982, Sol Jasso señala que podría aprovecharse para reflexionar sobre la situación social y económica actual del sector, y propiciar un diálogo con las instituciones.
Y es que otra de las problemáticas del gremio es la falta de acceso a servicios médicos básicos y especializados: “Es caro ser bailarín, sobre todo cuando hablamos de salud. Constantemente estás lesionado y constantemente no puedes darte el descanso para recuperarte. Incluso te enseñan a trabajar con lesiones”.