La pandemia por el Covid-19 ha traído cambios a todo aspecto de la sociedad; desde personales, económicos, educativos, laborales e incluso religiosos.
En este último apartado, la tradición de peregrinar año con año rumbo a la Basílica de Guadalupe se ha suspendido pues su proceso tiene factores de riesgo para el contagio del coronavirus; las multitudes y la imposibilidad de guardar la sana distancia.
En este sentido, existen fieles que han decidido ir por su cuenta y asumir los riesgos implícitos, no solo aquellos inherentes a la larga caminata sino también los referentes a la salud e higiene personal.
La peregrinación fue oficialmente suspendida, sin embargo, la fe no se detiene. ¿Cuál es una alternativa viable para demostrarla? Hacer una “peregrinación” personal e interior por medio de la oración y el agradecimiento a la Virgen de Guadalupe, pero sin asistir a la Basílica de la Morenita y en su lugar, recurrir a ese pequeño espacio dentro del hogar o el lugar de trabajo, a ese rincón donde existe un altar dedicado a María, Madre de Dios, para agradecerle y pedir su bendición.
En este sentido, el Mercado de la Cruz, tiene entre sus locatarios, a fieles católicos que cuentan desde hace varios años con altares dedicados a la Morenita del Tepeyac. Entre la mercancía, productos y servicios que se ofrecen es posible admirar la dedicación y la fe que cada locatario manifiesta a la Virgencita; ya se en una carnicería, restaurante, frutería o dulcería, estos lugares sagrados para cada uno de ellos se encuentran adornados con rosas y veladoras para continuar procesando la fe hacia la virgen.
Se trata de un espacio para la oración donde cada persona puede “peregrinar” y voltear su vista hacia la Virgen María para demostrar que la fe sigue presente en estos espacios íntimos y personales, teniendo la certeza de que ya regresaran los tiempos de las multitudinarias peregrinaciones.