A través de los años personas preocupadas por las necesidades del pueblo adoptaron los oficios de sus padres, los cuales se dedicaban a distribuir un elemento básico para el día a día, el agua.
Francisco, Gilberto, Oscar, son algunos de los miembros de un grupo de piperos que se conforma por hasta 40 personas; estos con hasta 15 a 35 años de experiencia en la repartición de agua. La jornada de trabajo es larga pues comienza desde las tres o cuatro de la mañana y concluye alrededor de las ocho o nueve de la noche.
Aproximadamente, son diecisiete horas de trabajo al día para este oficio, las cuales se dividen de la siguiente manera: los piperos llegan al punto de encuentro desde las tres de la mañana para hacer fila y cargar sus pipas, esto tomando en cuenta que el tiempo de espera puede ser de hasta cuatro horas para cargar el agua en cada pipa; durante este tiempo el grupo se dedica a reparar daños en unidades que lo necesiten y así puedan seguir trabajando.
Cada pipero realiza de tres a cuatro viajes por día, los clientes que ellos tienen involucran a comunidades como La Negreta, San José de los Olvera, El Pueblito, entre otras comunidades del Municipio de Corregidora y también a algunas de las empresas industriales.
Es una responsabilidad para el pipero, padre de familia y conductor, el trasladar a cada familia y empresas la necesidad del agua. Pues en el trayecto estas unidades también se averían y las reparaciones son costosas además de que involucran tiempo de trabajo perdido, sin embargo, el trabajo colaborativo permite que en estas situaciones los compañeros se releven entre sí con sus clientes, para no quedarles mal.
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El ser pipero, involucra desgaste tanto físico como mental, sin duda este grupo de hombres son una prueba de que las necesidades propias se comparten en multitud, y el tomar la batuta de hacer el cambio y ayudar, es algo que carece en la actualidad.